Saturday, May 22, 2010












1. Hubo un tiempo en que -creo que por una digestión apresurada de los textos de Nietzsche- llegué a la conclusión de que odiar a los ricos era propio de temperamentes enfermizos y rencorosos. Entendía que en la obsesión que muchos tienen por denostar por sistema a los magnates subyace el mismo impulso resentido de aquella que, no siendo hermosa, reniega de Dios por haber poblado el mundo de mujeres que lo son más que ella, o quien, por no haber tenido jamás ni pizca de talento, pasa sus días declarando que los artistas son una peste de la que habríamos de liberarnos todos. Creo que llegué a la estación mas profunda de aquella forma de pensar -en el fondo muy cínica- el día en que encarcelaron a Mario Conde y las calles y las tribunas se llenaron de canallas que levantaron el puño satisfechos, canallas que en muchos casos habían convertido anteriormente al banquero en su gurú. "La venganza de los débiles", pensé, "las hienas devorando al león herido", lo cual no quita, dicho sea de paso, para que el león se mereciera a las hienas, pero esa es otra historia.


Sigo pensando que el resentimiento mueve montañas porque no dejo de encontrarme personas para las cuales justicia significa poder destruir a los que les superan. El resentido no es otra cosa que aquel que no asimila el carácter de juego que tiene la vida; por eso alza su puño contra Dios, el gran repartidor de cartas, porque, negándose a jugar con las que le han caído, intenta culpabilizar a los otros jugadores, en especial a aquellos que se dirigen ufanos al tapete, aquellos que, en suma, optan por disfrutar de los bienes que la vida depara, aquellos que aman, beben vino, follan o se emocionan ante el arte o la belleza de la primavera sin soplo de remordimiento.


Necesito esta introducción porque la diatriba que voy a lanzar a continuación contra los ricos no arranca de la envidia. Soy envidioso como cualquiera de ustedes, desde luego. Todos los días experimento la sensación de que Fulano o Mengano tienen algo que yo desearía tener, y que el Gran Repartidor hubiera hecho bien otorgándome a mí las cartas buenas que ellos parecen desaprovechar. Estúpido pero humano, demasiado humano. Soy débil ante aquellos bienes que codicio, pero, la verdad, el dinero es algo que desde siempre me la ha refanfinflado bastante. Cuidado, el dinero, como la comida, es un gato rabioso que se agarra a las tripas cuando no lo tienes, por la sencilla razón de que lo necesitamos. Ahora bien, cuando uno tiene para vivir de forma razonablemente confortable, la ansiedad por obtener más me parece una toxicomanía como otra cualquiera, un veneno capaz de alterar la paz de espíritu de innumerables prójimos. Doy gracias al Repartidor porque, entre los vicios que me inoculó, no incluyó el ansia de fortuna.

Viene a cuento esta reflexión porque no tengo ninguna duda de que la gran causa de la pobreza en el mundo es la codicia. En cierto modo, y si se me entiende, el gran problema del mundo no es la pobreza, sino más bien la riqueza. Creo que es recomendable pasarse de vez en cuando por las páginas de ATTAC, Le Monde Diplomatic o los textos de autores como Carlos Taibo o Juan Torres -de este último tenéis aquí linkeado su blog- para entender que no estamos ante un problema menor, sino ante la madre de todos los problemas. Dice Juan Torres:





"Que nadie se engañe. Las agencias, los financieros, los banqueros y los grandes industriales que están detrás de ellas, son los que realmente nos gobiernan. No es verdad que vivamos en una democracia. No lo será mientras que la ciudadanía no sea la que decide sobre las cuestiones económicas, los recursos públicos y las finanzas. "





¿Nos hemos enterado ya a estas alturas de que son estos grandes agentes financieros los que han provocado el desequilibrio que amenaza con colapsar todo el sistema? Lo he leído y escuchado incluso de especialistas a sueldo de Wall Street: "se les fue la mano", "muchos creyeron en un momento dado que todo era posible, que las posibilidades de enriquecimiento especulativo eran inagotables, que podían intoxicar las arterias del sistema indefinidamente"... a lo que suelen añadir que "el gran cáncer es la opacidad de las operaciones y la única tabla de salvación del sistema es forzar mediante nuevas leyes la transparencia y moderar los beneficios". Vaya, resulta que ahora el mercado ya no quiere ser tan libre, resulta que necesitamos que Papa Estado -ahora con un negro de Chicago en la Casa Blanca como gran Capitán América- saque a los banqueros del fangal en que nos han metido a todos.



Cualquiera de los autores que he recomendado puede explicar mucho mejor que yo cuáles son las líneas maestras de toda esta panoplia de la prosperidad de los últimos lustros desde la que se han edificado muchísimas grandes fortunas, se ha cortocircuitado la maquinaria de control de los Estados y, en definitiva, se han acelerado todos los mecanismos imaginables de creación de miseria en el mundo. (Se me ocurre incluir muy especialmente los textos de Susan George Informe Lugano y, el publicado en Anagrama por la misma autora con Martin Wolf, La globalización liberal, entre otros muchos que se deben consultar) En todas esas páginas encontraremos los argumentos para entender por qué todo parece estar últimamente a punto de irse a la mierda.


Lo que sí se me ocurre, más allá de intentar entender el funcionamiento de eso que llaman "los mercados" en las páginas salmón de El País, o de intentar explicarle a Zp cómo ha de actuar para gravar las grandes fortunas , es recordarnos a todos que especular no es solo lo que hace Madoff. Especuló cierto viejo conocido mío el día que decidió endeudarse para comprar un bloque entero de viviendas que pretendía revender por el doble... Especulan todos aquellos que escarban en una y mil perrerías para esquivar sus obligaciones con Hacienda... Especulan quienes emplean a jóvenes e inmigrantes sin contrato para abaratar costes... No estaría mal que, de vez en cuando, nos acordáramos de que no toda la culpa la tienen los poderosos.





2. Profeso una misteriosa simpatía por Paris Hilton. En las últimas horas, este personaje, diseñado a la medida de la Galaxia Internet, ha vuelto a infestar la Red con su última ocurrencia en el Festival de Cannes, al que supongo que la han invitado por la misma razón por la que Pepe Blanco fue la otra noche a explicar las últimas medidas del Gobierno al late show de Tele Cinco La noria: en esta cultura de la recesión y el low cost en que nos movemos, todos hemos de rebajarnos un poquito (En otros tiempos, la estrella de Cannes era Catherine Denueve y los ministros iban a reñir con la derecha en La clave, ¡qué tiempos!) Al parecer, en su intento de no tropezar con su largo vestido azul de Makali -no sé quien coño es Makali- se levantó tanto la falda que el mundo pudo beneficiarse con la contemplación de su culo, confirmándose el rumor de que no le gusta llevar bragas. Cannes ha tenido momentos mejores, desde luego, pero no viene mal atraer la atención mundial en un momento donde parece que la clave del éxito está en hacer el mamarracho un poco más que el vecino.



No bromeo. Paris Hilton me gusta porque su culo al aire es la verdad desnuda que oculta la riqueza. Como en ese delirante reality que emite últimamente la Sexta sobre mujeres ricas, que parece una parodia sin que las protagonistas -tan deseosas de provocar admiración- se percaten. Los grandes multimillonarios son hoy en día una caricatura de la opulencia, la prueba de que las claves secretas que gobiernan el imaginario del capitalismo son una paradoja en sí misma. Un amante de Hilton contó que, tras acostarse con ella, fue corriendo a la cocina y se limpió el pene con lavavajillas. Estas y otras leyendas alusivas a P.H. la convierten en un icono del tiempo, pues nada perfectamente a corriente del principio que hoy gobierna las conciencias: la obscenidad.


¿Que es una imbécil? Claro, ¿quien lo duda? La mayoría de los que usted va a encontrarse si abre ahora mismo yahoo noticias lo son.





3. El nuevo gabinete de gobierno en Gran Bretaña tomó posesión ayer tarde de las distintas dependencias ministeriales. Cuando el nuevo responsable del Tesoro entró a su nueva oficina, se encontró una carta del responsable saliente. Muy escueta, rezaba así: "Me temo que no hay dinero, buena suerte".



Me acaban de bajar el sueldo, pero lo que nos estamos riendo...






19 comments:

Mila Solà Marqués said...

Tu post me recuerda un artículo de Ignacio Ramonet titulado creo, “las tres crisis”, donde acuñaba como veneno, el despilfarro ya iniciado por los banqueros de inversión estadounidenses en 2007
y aludía al vacío que existía para solucionarlo en nuestra Europa con izquierdas agarrotadas. Parece que dicho virus de incompetencia se ha extendido ya demasiado y está provocando una pandemia preocupante de codicia, resentimiento, gasto rabioso, especulación o “marramachismo” como de manera muy sabia nos relatas.
Ser imbécil o analfabeto funcional da prestigio en nuestra infectada sociedad actual. Incluso ya hay clases: imbéciles moderados, políticamente correctos -para los que no hay vacuna- e imbéciles apocalípticos que muestran sin complejos sus pudentas mediocridades e incluso las exhiben impúdicamente en la tournée prime time televisiva del momento. Ambos cotizan muy bien sus imbecilidades y deben obtener beneficios desorbitantes con la baba ajena que despiertan en realitys como ¡Quien vive allí? o similares donde confiesan vivir muy bien ¡quien no! con esas pequeñas cosas en las que consiste la felicidad según el gran maestro Groucho.
Pero qué sucede cuando nuestro ego se resiste a ser infectado o seguimos a Carlos Taibo en su utopía de abolir la necesidad de dinero?
No lo sé...Quizás algunos se convierten en zombis creativos o antropófagos de incunables argumentos ajenos ; otros reciten mantras mientras saludan al sol o meditan sobre la vacuidad social, política y financiera e incluso, si son cinéfilos dediquen una de las paredes de su dormitorio a proyecciones de arte y ensayo. Puede que incluso, una pequeña minoría de fans de Balbín haga alguna de esas cosas y tenga tiempo para divertirse con una partidita al Post con amigos y conocid@s de la blogosfera. Saludos, gigante Montesinos.

Anonymous said...

También ocurre, que muchos son tachados de envidiosos simplemente por ser lo suficientemente prudentes como para no tachar al populacho de cateto (cuidado con los linchamientos). Parece que el pueblo solo tiene el poder cuando se conoce y conviene lo que elige.

El pobre julio iglesias no tiene la culpa, Ronaldo tampoco. Puede que muchos "rabiosos" lo sean siendo conscientes de la contribución de su madre o su hermano al encumbramiento de un paquete... pero como siempre, su dinero lo invierten donde "quieren". La cuota para reflotar bancos o mantener el sistema ya no es negociable. Tu parte de gasto voluntario termina en la caja donde pagas el cd de julio o en taquilla del estadio.

Me pregunto si es envidia la perplejidad.
Me pregunto si es malo envidiarte, al menos, más que al señor forrado que cantó sus desamores o al que con un calzón se mueve por un campo de futbol a razón de 3000 euros la zancada.

Un saludo, tio grande.
MA

David P.Montesinos said...

Saludos,M, pero creo que es su comentario el que se agiganta, francamente bien tramado. Nada que apostillar, aunque, ya que cita a Groucho Marx, me viene a la memoria aquella frase, que no ha criado una sola arruga: "Señores, estos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros."

David P.Montesinos said...

Hola, MA, siempre es grato verte por aquí de vez en cuando. Un abogado, que había tratado mucho con ricos -y que se dejaban caer por su despacho en horas bajas, a veces en plena ruina y cerca de la cárcel- me dijo que solían ser tipos con una mediocridad intelectual y moral sorprendente. Los mecanismos que determinan la producción de fortunas tienen que ver menos con el mérito, el talento o el liderazgo de lo que nos pensamos. Es pues un error envidiar a un millonario, en todo caso entiendo que podamos codiciar el poder que le otorgnan sus riquezas. Los tipos a los que he envidiado eran personas con una sensibilidad o una inteligencia de la que yo carezco, seres a los que mucha gente quería de veras. Y, sobre todo, tenían el coraje de defender hasta sus últimas consecuencias aquello en lo que creían. Esas virtudes me turban, me desasosiegan porque no estoy seguro de tenerlas.

Anonymous said...

Ahí quería llegar, David; envidia o reproche al pueblo que encumbra, y por lo tanto al aparataje gubernamental que se supone está educando al pueblo? No creo que ningún educador "fornido" albergue la esperanza de hacer que sus alumnos destierren un sentimiento tan humano como la envidia, sin embargo... que maravilloso sería poder enseñar lo que sí vale la pena envidiar...

David P.Montesinos said...

Lo has expresado mucho mejor que yo.

Rodericus said...

Bueno, tú articulo en esta ocasión es poliedrico,
Como tú, una véz satisfechas mis necesidades vitáles, no siento la pulsión de ganár mucho más.
Considero que tenér un techo confortable, un plato en la mesa que colme mi inmediato apetito y un armario con unas cuantas camisas dignas y limpias colma mis espectativas en lo materiál. De nada nos sirve tenér un centenár de pares de zapatos, tan solo tenemos dos piés para calzarlos.

Hay un personaje del mundillo financiero que me sorprende : Georges Soros. En los ochenta del siglo pasado fué el arquetipo del especuladór feróz de las altas finanzas, un tiburón financiero que se enriqueció desmesuradamente atacando a las divisas débiles en los mercados, como fué el caso de la Libra Esterlina, y el de la Peseta.

Ahora se ha reconvertido en un alma caritativa y altruista que invierte en obras sociales y se dá el lujo de aconsejár al FMI y a los mercados financieros.
¿Cuál de los dós personajes es el Soros reál, el tiburón financiero ó esta versión recauchutada de la pobre Sor Teresa de Calcuta que nos presenta ahora.
Los mercados financieros se han convertido en autenticos casinos de juego, más atractivos aún que los de las Vegas, porque si en las Vegas te sorprenden haciendo trampas, acabas tirado en la avenida del "Tripp" con una paliza de campeonato y sin un dolar en los bolsillos.
La cobardia de los gobiernos a la hora de aplicár regulaciones, y los excesos de los Neo-Cons al grito de "libertád para los mercados" han conseguido llevár a la bancarrota al sistema.
La época que se avecina, vá a sér tan dura o péor que la depresión de los años treinta. Necesitaremos años para rehacér un sistema fiable basado en un beneficio justo sin especulación y sin burbujas que provocan la riqueza súbita de unos pocos, y la miseria de otros muchos algún tiempo después.
Aunque me temo que cuando volvamos a una normalidád razonable, se nos olvidarán estas duras lecciones que acabamos de aprendér, y arrancaremos otro ciclo expansivo sin garantias de que no vuelva a reventár todo.

Sobre Paris Hilton y estas señoras que aparecen en TV mostrando sú opulencia, creo que esta claro que no hay que confundír el "ser" con el "tenér". hay gente tan sumamente pobre, que solo tiene dinero.
Por cierto, la Hilton tiene el trasero demasiado pálido, tendria que tomár algo el sól, tiene tiempo para eso.

Anonymous said...

Por cierto, vaya culo más insípido. No me gusta nada.

BT

David P.Montesinos said...

Hola, Rodericus. Interesante personaje, el tal George Soros. Me recuerda a un broker de mi quinta al que conocí. Era el típico estresado, avispado y sin escrúpulos. Tenía mucho éxito con las mujeres y ganó mucho dinero en una época. Tuvo una mujer hermosa a la que se encargó de destrozar. Después empezó a torcersele la cuestión financiera, asumió más riesgos de los que le tocaban, engordó, se quedó calvo... Un día me lo encontré por ahí y parecía un monje, parece que se había convertido al budismo. Y, sin embargo, voy a donde tú, parecía ser la misma persona en una dimensión distinta.

Comparto hasta cierto punto tu pesimismo, pero no estoy seguro de que volvamos a un ciclo expansivo. Sospecho que vamos a aprender, pero a hostias.

Anonymous said...

Anonymous said...
El cine Alex fue también mi primer cine. Iba con mi abuela y luego venían mis padres con los bocadillos. Hablo de 1976. Parece otra vida. Otro país, otro mundo.

BT

David P.Montesinos said...

Segundo comentario sobre el culo de Paris. Pero no os engañeis, ser rica tiene eso, que una puede tener un culo mediocre y aún así ir por el mundo enseñándolo.

Justo Serna said...

No sé por qué Ignacio Ramonet tiene tanto prestigio entre algunos círculos. Lo digo de verdad. No acabo de ver su clarividencia. Cuando un colega y yo dirigíamos el 'Aula de Debats' de la Universidad de Valencia, allá por el año 1991, el primer conferenciante que invitamos fue Ignacio Ramonet. Estabamos muy satisfechos. El ciclo que organizamos se tituló 'Capitalismo fin de siglo'. Luego editamos un libro ('El mercat perplex') con algunas de aquellas conferencias. La de Ignacio Ramonet la transcribimos mi colega y yo. Fue un trabajo costoso. Aún me pregunto qué le vimos... Lo digo sin cinismo alguno.

David P.Montesinos said...

Aunque no he nombrado a Ignacio Ramonet, tengo menos sensaciones negativas al respecto de las que tiene Justo. Seguramente porque, más allá de sus textos, le asocio irremediablemente a Le monde diplomatic, publicación que, pese a algunos excesos, me ha enseñado muchas cosas. Insisto en los autores que he recomendado, muy en especial Susan George. Insisto también en recomendar a Juan Torres.

Joaquín Huguet said...

La palabras "rico" es demasiado ambigua. Me gusta más la de "especulador". A veces mezclamos en el mismo saco al capitalista financiero y al fabricante de tornillos. El primero juega con dinero inexistente y lo multiplica en los mercados financieros, jugando con las vidas de los desgraciados que han solicitado un crédito para pagar un coche o una hipoteca. Este especulador es el hijo legítimo del usurero, que presta a un interés abusivo, y que tan mala fama tenía en la Europa católica. El fabricante de papel o de tornillos, que ha hecho una fortuna con su esfuerzo, está en las antípodas de ese capitalista financiero del que hablas. Ya se sabe que para los puritanos el ganar dinero, sea como sea, no es inmoral y a esta filosofía debemos un mundo en el que Dios y el dinero intercambian los papeles. En ese orden de cosas, estoy de acuerdo contigo en que especulan no sólo los ricos sino aquellos broker que en unos minutos, como en la "Hoguera de las Vanidades" pueden ganar millones de dólares simplemente por el hecho de no haber perdido los nervios.

Mila Solà Marqués said...

Que un buen artículo genera comentarios y subcomentarios es un hecho y que D. Justo Serna incluyera su opinión de I.Ramonet en el prólogo de futuras reediciones de 'El mercat perplex' es tan sólo la opinión de la modesta telonera de tu post.

David P.Montesinos said...

No me atrevería yo a llamarte nunca "telonera", M, en cualquier caso, y pese a que no conozco en profundidad la opinión de Justo sobre I.Ramonet, lo que no me parece en absoluto sorprendente es que le buscaran para el ciclo de conferencias, incluyendo después la suya en el libro. A mí me parece una voz clarividente y valiente, y su capacidad para crear influencia y movilizar estados de opinión creo que es incuestionable. Viendo la gente que apareció en aquel ciclo, se me ocurre pensar que aquel trabajo puede incluso ganar valor con el tiempo. De manera que intentaré conseguirlo. En internet está a cachos. Por cierto, el título es sumamente sugerente.

David P.Montesinos said...

En una conferencia, Juan Torres explicó por qué se sentía legitimado a decir que el mundo financiero estaba repleto de criminales, así como suena, Joaquín. Un especulador, para decirlo didácticamente, es un tipo que invierte en un producto del que tiene razones que va a subir de precio. Por ejemplo, el petróleo. Si hay problema con el petróleo o los árabes se ponen un poco burros, entonces invierten por ejemplo en biocombustibles. ¿Consecuencia? El trigo y el arroz suben de precio y la gente pobre es más pobre y pasa hambre. Los especuladores-emparentados como tú dices, con el antiguo usurero, aunque su praxis se constituya desde una lógica distinta y privativa del capitalismo financiero- necesitan que las mercancías incrementen su valor ante los clientes. De manera que si el mercado por sí solo no lo hace, entonces ya se encargan de ellos de forzar dicho incremento, lo que crea un círculo vicioso del que surgen burbujas como la que estamos viendo. Lo más preocupante es que no son solo Madoff y Botín los que se dedican a tan edificantes prácticas, ya lo creo que no.

Justo Serna said...

Sr. Montesinos, sres. contertulios. No creo que les interese gran cosa lo que pienso de Ignacio Ramonet. Si les interesa, aquí tienen un enlace (que no funcionará desde aquí) a un artículo que escribí en 2004. La página tiene grafismos extraños, que verán si consiguen entrar.

http://e-valencia.org/index.php?name=News&file=article&sid=4396

Un saludo, JS

David P.Montesinos said...

A mí, y a todos mis contertulios, creo, nos interesa mucho todo lo que usted diga, señor Serna, incluso - o especialmente- cuando discrepamos de ello, que aún no estoy seguro de que sea el caso. Gracias por el link, que leo de inmediato.