ZOMBIS
1.Soy un zombi. Para ser más preciso, llevo una semana siéndolo. La causa es una gripe devastadora. Y cuando digo devastadora, quiero decir capaz de poner en crisis mis más profundas convicciones. En sus ejercicios más radicales de escepticismo, a Descartes le daba por ponerse a dudar de la verdad de su propio cuerpo.
Yo no he necesitado jugar a filósofo para creer que mi cuerpo podría dejar de pertenecerme: me ha bastado caminar unos minutos por la calle en lo más crudo de la dolencia para que lo que en Descartes era una especulación se convirtiera para mí en una sensación real. A esa ingravidez por la cual uno, más que caminar, tiene la impresión de flotar, se añade un cuadro completo de funciones básicas que ponen en suspenso su relación con el mundo. Así, parece que todas tus afecciones -el dolor, el frío, un agotamiento casi metafísico, la cavernosidad de la respiración- provienen del interior; del exterior, por contra, no hay noticias: no oyes lo que te dicen y, si te pegaran una hostia, probablemente no te harían daño.
Hay otros efectos secundarios pero que no dejan de confirmar tu crisis de identidad: no bebes porque el vino te sabe rarísimo, dejas de interesarte por el tabaco, no piensas ni un segundo en tener relaciones sexuales... ni siquiera los que te irritan parecen ya capaces de desatar tu furia. Hablando de sexo, se ha producido en mí un efecto que los ex-fumadores compulsivos describen con frecuencia: no pueden entender que alguien disfrute con eso que ellos adoraron como se adora a un Dios. A mí me está pasando: desde que soy un zombi no me interesa el sexo, y lo que es peor, no sé por qué hasta hace cinco días me interesaba tanto.
Quizá encuentren ustedes algún aspecto positivo dentro de este paisaje desolador. Hay quien, en estos casos, te dice que estar enfermo es la mejor manera de apreciar el valor de la salud. Es posible, pero a mí me suena igual que si me dijeran que si te dan una paliza de vez en cuando aprecias más el valor de no tener rota la mandíbula.
2. The walking dead, la serie de éxito mundial que acaba de estrenar la Sexta, ha conseguido algo más que poner de moda a los zombis. Esta serie, al menos en algunos de sus pasajes más astutos, recupera algo de aquella inspiración tan especial con la que los relatos por entregas eran capaces de emocionarnos en épocas arqueológicas de la televisión. Actores de segunda fila, diálogos básicos, zombis que salen de un estudio de ambientación y maquillaje y no del diseño por ordenador... Es una serie ingenua si quieren, pero tiene algo básico, muscular, algo que se sobrepone a cualquier insuficiencia porque consigue enganchar poderosamente con el espectador.
Jamás me han interesado los zombis. Es más, no puedo entender que haya quien lea novelas malísimas sólo porque sean sobre zombies, como tampoco llego a digerir la existencia de un prolífico género de "vampirismo romántico", que por lo visto ha hecho furor en los últimos años. Presumo, además, que este tipo de ciencia-ficción tiene un atractivo inconfensable, y es que a los zombis hay que dispararles al cerebro para hacerles el favor de sacarlos de su estado de "no muertos", con lo cual uno evita de paso que le arreen un mordisco en los genitales. Así, las pelis de zombis -y en esto Walking no es una excepción- se convierten en sanguinolentas ensaladas de tiro al blanco, de manera que los héroes pueden pasársela friendo a tiros en el cráneo a los malos sin peligro de atentar contra la corrección política. Hay, además, infinidad de juegos on line que van de lo mismo: usted tiene una recortada y espera a que, lentamente, se le vayan acercando los zombis para dispararles y escuchar con satisfacción el sonido de sus cabecitas estallando y llenando de sangre la pantalla... todo virtual, eso sí.
Pero no se engañen, The walking dead es interesante porque, en contra de lo que pueda parecer, no se trata de matar zombis, sino de construir tramas humanas. No son los paseantes los que van a hacerle interesarse por este relato. Como malos, los zombis son más bien planos y poco seductores; los realmente interesantes son los vivos. Ellos y su temor a terminar convirtiéndose en uno más de los malolientes demonios que les rodean. Más o menos igual que cualquiera de nosotros.
3. Bien pensado, estamos más rodeados de zombis de lo que nos pensamos.
Se sabe de ellos desde hace mucho, y no los han inventado los dibujantes de cómic. El mito proviene de los cultos vudú, y se asocia a un ritual por el cual un hechicero resucita a un muerto para apoderarse de su voluntad y convertirlo en esclavo (Eso explica por qué son algo lentos, caminan de manera más bien desgarbadilla y no destacan por su buen olor). Hay estudios científicos que lo asocian a cierta sustancia, la tetrodotoxina, producida por el Pez Globo, muy característico de las costas del Caribe, y que pueden llegar a producir en quien la ingiere masivamente un estado de muerte aparente, algo así como una catalepsia, pero con la peculiaridad de que el sujeto está perfectamente consciente.
En el mundo de la informática se aplica el concepto de "ordenador zombi" a aquella terminal de la que se han apoderado agentes externos, de tal manera que funciona y lleva a cabo operaciones, pero no responde a nuestras instrucciones. Me parece sin embargo más interesante el aprovechamiento que de la metáfora ha hecho fortuna en algunos análisis de la economía financiera en los tiempos de nuestra Gran Recesión. En su estupendo trabajo ¡Huy! Por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar, John Lanchester se sirve del concepto de "bancos zombis". Serían aquellos que, en la actualidad, han quedado sin activos ni patrimonio suficiente para llevar a cabo operaciones de inversión, de tal manera que se limitan a esperar a que la tormenta escampe sin declarar la quiebra en la que, en cualquier caso, se encuentran. Lo razonable sería que los Estados cerraran estas empresas, pues con su subsistencia pasiva, no solo no colaboran a que la economía salga del círculo vicioso de la retracción y la inactividad, sino que agravan su situación patológica, pues para sobrevivir necesitan que se les inyecten considerables cantidades de dinero público. Lanchester está convencido de que si no eliminamos a nuestros zombis la economía no se reactivará:
"Con los zombis de las películas de terror es relativamente fácil tratar: no tienen inversores, no contratan grupos de presión, no donan fondos a partidos políticos y no pueden coger el teléfono y atemorizar a políticos importantes."
La verdad es que no terminan de darme mucho miedo los zombis de las películas, pero creo que la metáfora de un mundo zombizado tiene trazos muy amenazantes. Por ejemplo, yo, que trabajo en la docencia, me pregunto a veces si los establecimientos educativos no son actualmente zombis. Sobreviven, demandan continua inyección de energía en forma de dinero, aparentemente funcionan... pero no producen nada más que el simulacro de su misión histórica: educar a los futuros ciudadanos. Eso sí, reparten bonitos títulos y, lo verdaderamente importante, tienen a la gente entretenida unas horas al día.
15 comments:
Siempre ha habido clases: ese zombie que aparece más adelantado al resto en la primera instantánea que nos muestra debe ser el más hábil de todos, el que mejor se alimenta. Fíjese, tiene todo su cuerpo en avanzado estado de descomposición salvo la barriga.
Veo que la habilidad de la escritura no la ha perdido, David, a pesar de esa gripe que no termina de irse. Espero que se recupere pronto.
Isabel Zarzuela
Yo no hago otra cosa que ver zombis a mi alrededor: zombis-turistas detrás de un paraguas tour operador mecanizado, zombis-compulsivos capaces de romper una puerta a espera de que empiecen las rebajas...
Frn
PD: Una aventura que empiezo sobre Genet, me ha llevado a tu texto sobre Goytisolo. Me parece estupendo!!! Creo que podrías (deberías) publicar una recopilación con tus mejores textos.
Sr. Montesinos, en primer lugar. Le transmito todo mi ánimo en esta cosa vírica. Una suve gripe no está mal: se lo digo por experiencia. Pero cuando el virus ataca (parece de serie B), entonces quedamos desarbolados. Lo dicho: a recuperarse, sr. Montesinos, y a recuperar el interés por lo que ahora parece no tener sentido...
Comparto bastante de lo que usted dice de 'The Walking Dead': me interesa la serie como recreación aparentemente ingenua del fenómeno de los muertos vivientes. Me interesan muchas de sus imágenes (los paseantes comiéndose el caballo del chico, etcétera). Han de reconstruirse tramas humanas, cierto, pero qué casualidad: es un poli local el que ha de restaurar la comunidad, incluso la humanidad, ¿no? Es muy americano, sí. No sé adónde nos llevarán los guionistas en esta serie. No lo quiero saber de antemano. El martes me pondré otra vez a ver el capítulo nuevo aunque me disgusten ciertas ingenuidades o repeticiones, ese 'déjà-vu' que a veces cansa. Y esta bien eso que dice, sr. Montesinos: "actores de segunda fila, diálogos básicos, zombis que salen de un estudio de ambientación y maquillaje y no del diseño por ordenador..."
Reciba un saludo,
Justo Serna
Buena observadora, Isabel. Sí, cuando me seleccioné esta foto, también reparé en ello. Considerémoslo uno de esos fallos de raccord a los que tan aficionados a detectar son algunos internautas. Creo que este tipo de pequeñas cutreces son perdonables. Fíjese, puestos a dejarse encandilar por la nación de los "un-dead", prefiero aquellos tipos medianejos de las películas de zombis de hace cuarenta años. Parece como si a tu vecino le hubieran pintado ojeras, le hubieran encasquetado una bata blanca arrastrada por el barro y le hubieran dicho: "tú camina como un borracho: lentito, con la boca abierta, la mirada perdida y tambaleándote como si estuvieras a punto de caerte". Los zombies estos impecables que hacen ahora me parecen impolutos, impecables... Es justamente eso lo que los hace poco creíbles.
Sí, Frn, lo del primer día de rebajas, con esa gente esperando agolpada a la puerta del Corte Inglés y que luego entran ansiosos pisoteando al segurata... No lo había pensado, pero es muy rollo zombi. Hace un par de años hube de levantarme una madrudada en plenas Fallas a las cinco para dirigirme al Aeropuerto de Manises. Cogí el metro, uno de esos trenes nocturnos que ponen para que la chavalería regrese a sus barrios respectivos después de haber hecho el animal toda la festiva noche. Impresionante: el olor,los vómitos, la gente tirada sobre los asientos, apoyados unos sobre otros, tambaleándose... Toda una experiencia zombi, de verdad.
Coincido, señor Serna, aunque creo que tiene algún momento particularmente inspirado, aparte de facilidad para mantener el interés y provocar nuestra empatía con la peripecia que afecta a los personajes. Me quedo con el final del primer capítulo, cuando el tipo, reptando por debajo de un tanque, es acorralado por un montón de zombis. De pronto encuentra una salida y consigue entrar en el tanque, pero la situación sigue sin parecer tener salida, pues la nación de no muertos entera está subida encima del tanque para zampárselo. En medio de esa situación tan desesperada y solitaria, cuando menos podemos esperarlo, una voz suena en el transmisor nítidamente : "Eh, capullo, ¿estás cómodo ahí abajo?"
Mejórese...hace años que no sé lo que es una gripe.
BT
Dice usted: “Quizá encuentren ustedes algún aspecto positivo dentro de este paisaje desolador”
Sí, ciertamente, yo lo he encontrado. No parece que la gripe, o como usted mismo señala, el zombi que lleva dentro ataviado con ese disfraz, le haya devastado por completo. Sigue con la suficiente vitalidad para escribir con la lucidez que le caracteriza.
Ah y por sus intereses perdidos - recurriendo a un gran topicazo- no tiene visos de hacerse crónico, alguien se lo agradecerá.
Cuídese la gripe .Por la crisis de identidad ni se preocupe,forma parte del invento.
R.
Tiene razón, David. De hecho la segunda fotografía me resulta más "terrorífica". Será lo que usted dice: "como si a tu vecino le hubieran pintado ojeras, le hubieran encasquetado una bata blanca arrastrada por el barro" y se pusiera a caminar "lentito"... Aún así,'The Walking Dead' tiene imágenes buenas. Seguiré viendo la serie, desde luego.
Isabel Zarzuela
No me devastó por completo, R, pero el estrenarse en algo que tiene que ver con convicciones profundas sobre lo que uno quiere -y lo que uno quiere es lo que uno es- genera incertidumbres. Yo también espero que estos efectos colaterales sean pasajeros.
Desde que le conozco detecto, señor BT, que es usted un hombre afortunado.
Pienso como usted, Isabel, creo que hay que darle una oportunidad.
David P., debe usted cuidarse. Ya es bastante, como experiencia de la "griposidad" que haya perdido usted intereses tan vitales para la salud -física y mental- de un ser humano. Ese estado zombie en el que dice encontrarse, ha de ser debido a los daños colaterales de esa enfermedad respiratoria. Así que, tómese usted, como un buen chico, los medicamentos necesarios para acabar con su crisis.
Dejemos los zombies para la ficción, que es en el único lugar en que pueden soportarse. Veremos lo que nos deparan los dos capítulos que nos van a pasar hoy.
¡Salud, compañero filósofo!
La "griposidad", esta es una construcción muy Zp, no me dirá usted que no. Una alegría verla por aquí, doña Marisa, y gracias por sus buenos deseos.
No me había yo percatado de esa tendencia ZP, le aseguro que no le escucho demasiado últimamente, porque no acaban de gustarme algunas cosas de las que dice. Ya sabede usted que no soy una seguidora desnortada, que soy más fiel a las ideas que a las personas. Por eso, tengo amigos de lo más variopinto.
Y lo de jugar con las palabras siempre fué una afición mía, de mucho antes de conocer a ZP.
Bueno, el tema zombie se nos complica: unos inocentes no-zombies han sido devorados. ¿Qué pasará ahora? Tengo la impresión de que esta serie no va a dar mucho más de sí. Parece que todo ocurre porque tiene que ocurrir, y ni siquiera se vislumbra una explicación para semejante apocalipsis. ¿Cuanto tiempo podrán mantenernos en la ignorancia sin que perdamos el interés?
Y ¿qué me dice de los chicos del geriátrico? ¡Alucinante!
Aquí la distancia entre "buenos" y "malos" es difusa y cambiante. Como en el mundo real, los conceptos se globalizan y las crisis no parecen tener solución.
Así que, lo dicho, don David P., a cuidarse.
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