Friday, July 15, 2011








YO ESTOY AQUÍ PARA DAR IDEAS.




Mi psicoanalista es buena persona, pero cuando llega julio le entra muy mala idea, creo que porque me ve de vacaciones y tiene envidia. El otro día intenté convencerle de que en sus películas Woody Allen se burlaba del psicoanálisis y que, en cualquier caso, era un magistral cineasta, a lo que él contestó que Allen se tomaba muy en serio su terapia y que, en cualquier caso, sus películas eran una mierda. Fue tan contundente en llevarme la contraria que pasé cierto rubor antes de contarle el sueño que había tenido esta semana, no sea que me espetara lo que creo que está siempre a punto de soltarte cualquier psicoanalista, es decir, que tus sueños no le interesan nada y que lo que revelan no es que estás enamorado de tu madre, sino que eres medio gilipollas y que en vez de psicoanalizarte lo que deberías hacer es arrojarte a un abismo. El caso es que empecé a contarle que me perseguía un monstruo con cuerpo de dinosaurio y cabeza de roedor y no tardó en interrumpirme.

-"Mire, David, voy a ser claro con usted, su verdadero problema es que está lleno de odio y de rencor. Váyase a casa y concéntrese en pensar que sucesos de su pasado le provocan tanta ira. En cuanto se haga consciente de ellos verá cómo le resulta más fácil controlar su atormentado estado mental"

Opté por seguir su consejo y hurgué largamente en el baúl de mis recuerdos y apunté durante las siguientes mañanas cuáles son las situaciones y personajes de mi pasado que aparecen más frecuentemente en mi torturada memoria suscitando el deseo retroactivo de estrangularles... ¿Resultado? El tipo de personaje que más me aparece es uno que dice frases como ésta: "yo estoy aquí para dar ideas".






Explicado al psicoanalista, su diagnóstico es el siguiente. A lo largo de mi vida he tenido conflictos de toda índole con mis padres, mis hermanos, mis compañeros de colegio, los profes, las mujeres e incluso con algunos columnistas de El Mundo, lo cual me ha generado ciertas disfunciones sentimentales, sexuales, intelectuales y morales, pero a fuer de ser justos, no he recibido más hostias de las que yo he propinado, por lo que -siempre según el señor que se sienta al otro lado del diván- no tengo derecho a reclamar un lugar de honor en el equipo de las víctimas, lo cual es una lástima, pues es un placer inmenso ir por la vida mostrando cicatrices y contando que de crío te sodomizó un cura en la sacristía. El único verdadero trauma que -según mi loquero- no he superado es el de haber tratado demasiado a menudo desde niño con lo que podríamos llamar "tíos listos".


Veamos. Un tío listo es un caballero -suele ser varón- que consigue convencer a su entorno de que tiene un enorme talento y que puede resolver cuántos problemas le plantea la vida a golpe de genio. Estos señores exhiben tal autoconfianza y aparentan tanta determinación a la hora de enfrentarse a los desafíos de su vida que llegas a creer que a su sombra nada malo puede pasarte. Y es justamente éste el gran error, pues desde ese mismo momento no dejan de sobrevenirte desgracias. Debido a mi natural ingenuo los excesos de confianza respecto a estos individuos han complicado extraordinariamente mi vida, de manera que, para que ustedes no sufran lo que yo he sufrido, voy a advertirles de algunas de las pautas de acción características de un tío listo.




-Suele tener muchas ideas, organiza negocios geniales o eventos que pueden congregar a un nutrido público, pero nunca se presenta en el momento de la realización ejecutiva de las mismas. Es a ti, el pringado, al que le toca después cargar con el marronazo de sacarlo adelante.

-Se irrita si en alguna ocasión criticas sus poemas, películas, fotografías o conquistas femeninas, pero no dudará en ningunear y despreciar despiadadamente cualquier cosa que tú hagas, o incluso el simple hecho de que hagas algo. Que tengas iniciativa le molesta mucho, pues supone romper con el rol de gregario que el tío listo te ha asignado.

-Te pide dinero prestado y luego no te lo devuelve, o en todo caso te lo devuelve con cuentagotas y como haciéndote un favor. No se siente culpable porque cree que si tú tienes un trabajo digno es porque te han enchufado o has tenido suerte; no como él, que sufre una persecución debida, obviamente, a su talento. "Es la dictadura del mediocre", dice a menudo, sin duda implicándote a ti en la conjura. Si tienes dinero y se lo prestas piensa, además, que si no te lo has gastado es que eres un imbécil y que mereces el sablazo que él -que sí sabe vivir- te está pegando.

-Si cometes la imprudencia de meterte en algún negocio con él, observarás que te exige con suficiencia desafiante un alto grado de compromiso y formalidad. Será después él, por supuesto, quien se salte a la torera dichas exigencias, aunque no dudará en aprovecharse de que tú si las cumplas.

-Va siempre rumiando la posibilidad de tirarse a tu novia, posibilidad que a la recíproca -que tú te tires a la suya- no llega a contemplar ni por asomo. La razón es que sospecha que tu novia sale contigo porque en realidad de quien está secretamente enamorada es de él.


Y ahora, para acabar, viene la mejor de todas, la que identifica a un tío listo sin temor a error. En una reunión siempre ofrece una idea supuestamente genial, pero jamás se vincula a su realización. ¿Cuántas veces habré visto esto? Por ejemplo, hace años, cuando yo era aún tierno y no estaba lleno de rencor como ahora, en una asamblea de la radio libertaria de la que yo formaba parte, un tío listo dio toda una lección a la concurrencia sobre lo que había que hacer para salvar la emisora. Cuando le preguntamos cómo pensaba llevar a cabo tan genial idea se limitó a contestar: "Y yo qué sé, yo estoy aquí para dar ideas".








Un cantamañanas de lo más patético, vaya que sí, pero he presenciado esta escena demasiadas veces como para creer que es un mal poco extendido. Tipos que nos dicen a las mentes vulgares lo que hemos de hacer con la finca en una reunión de vecinos y que en el momento de decidir cómo implementar sus medidas se largan porque tienen prisa; tipos que en una reunión de trabajo asignan funciones a todos menos a ellos mismos; tipos que se postulan a voz en grito y con el puño levantado para liderar una asociación reivindicativa y que al día siguiente resulta que han pegado la espantada; tipos que hacen continua ostentación pública de su integridad moral hasta que un día descubres que no son más que unos pobres diablos, capaces de gastarse tu dinero y tu confianza en putas, en la maquinita de las frutas o en restaurantes de presumir... Son legión, y sólo hay un antídoto: olvidarles.




4 comments:

Ester said...

David, tú eres un hombre muy listo. Mucho más que todos ellos, pero inteligente de verdad jaja :)

Espero que vayan bien las vacaciones. Un beso!

David P.Montesinos said...

Gracias, Ester, espero que el calor no te haga perder la alegría.

Marisa said...

David, si tú te dedicaras al cine, Woody Allen estaría perdido. Tu descripción del tío listo, desde el punto de vista del tonto útil, no tiene desperdicio.

No te tomes lo de "tonto útil" como un insulto, es algo que yo me aplico siempre (y lo hago aposta) como excusa de mi hiperactividad, mal interpretada y desaprovechada las más de las veces.

Lo que yo tendría que consultarle a mi loquero (si lo tuviera) es porqué, con más frecuencia de la que quisiera, estos periodos hiperactivos se contrarrestan con otros de inactividad total, en los que me gusta regodearme en el "far niente", no sé si "dolce o amaro", pero paralizante de narices.

Alguna vez, y para variar, podríamos hacernos los listos, ¿no?

David P.Montesinos said...

Hola, Marisa, veo que te ha sentado bien tu escapada a los Mares del Norte. Yo no me hago el listo -y bien que me gustaría- porque ya me he estrellado las suficientes veces como para que -debe ser cosa de pudor- ahogue en mí cualquier mínimo atisbo de presunción al poco de aparecer. Todos somos vulnerables a la vanidad, desde luego, pero creo que lo que no hemos de perder en ningún momento es la lucidez.