Friday, December 02, 2011





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LOS DICHOSOS ZOMBIS


Participo en el festín zombi que se celebra en las páginas de la admirable revista Ojos de papel www.ojosdepapel.com, cuyo director, Rogelio López Blanco, ha tenido la amabilidad de publicar mi reseña sobre el ensayo Filosofía zombi, de Jorge Fernández Gonzalo, sobre el cual ya hablé en estas páginas recientemente y con motivo del regreso a la cadena Fox de la serie The walking dead. Nos llevamos sobre el particular una polémica creo que interesante unos cuantos devoradores de cadáveres, a saber Justo Serna, Alejandro Lillo, Juan Planas, Rogelio López Blanco y servidor... Todos los detalles y sus correspondientes vínculos -así es este asunto tan mareante del hipertexto- los pueden encontrar en el blog de Justo Serna. Por cierto, el autor del ensayo está participando en la tertulia, y les aseguro que merece mucho la pena leerle. Son suficientes razones para que se den un par de garbeos por allí, y eso aún en el caso de que los zombis no les interesen lo más mínimo. http://justoserna.wordpress.com/

Por mi parte nunca, hasta que leí el libro, tuve ningún especial fijación con esta viscosa materia. Ni siquiera ahora mismo estoy seguro de que me interesen unos bichos cuya cualidad más definitoria es que dan asco. No es una fobia personal, como la que tienen algunas personas con las arañas -que a mí me parecen animales hermosísimos-, las serpientes o hasta los botones -hay gente que le tiene fobia a los botones, ya ven qué cosas-: cualquiera con una sensibilidad humana normal siente repugnancia por un tipo que se encuentra en plena descomposición pero que, en vez de quedarse tranquilamente en su tumba recibiendo flores en noviembre como manda el libro de estilo de los muertos, opta por ir por ahí echándonos el aliento y emitiendo gruñidos, el tío cochino. Vamos, que no me va especialmente el gore, ese estilo cinematográfico que triunfó en los ochenta y que tiene la extraña habilidad de convertir el terror en una parodia sin presentarse exactamente como tal.

Es fácil entender por qué el miedo puede ser seductor. En las dosis homeopáticas en que lo sirven los grandes narradores del cine o la novela, el terror desencadena un universo de emociones que van desde la inquietud de la asechanza o la seducción perversa y lujuriosa de un sigiloso depredador hasta el sobresalto y los escalofríos por la aparición imponente y espectral que declara su intención de mordernos, devorarnos o aniquilarnos. No hay que internarse en las profundidades del psicoanálisis y detectar pulsiones masoquistas para aceptar que el miedo puede ser placentero. Sin embargo con el asco tengo bastante más reservas. No le veo la erótica a todo eso de las escoriaciones, los olores pútridos, los pellejos descolgados y los humores internos que se desparraman...Le encuentro tan poca gracia como a los vómitos que tengo que sortear cuando salgo de casa a buscar el periódico los domingos por la mañana.


En estas convicciones trajinaba yo mis días y mis noches cuando, hace como un par de años, llegó a mis manos el cómic The walking dead, editado en España como Los muertos vivientes, con guión de Robert Kirkman y grafismo de Tony Moore. Ni me interesaba nada a priori el asunto zombi ni terminaban de atraerme a primera vista las imágenes en blanco y negro de esta publicación que, por lo que tengo entendido, tiene tirada mensual. Lo cogí y, a las pocas páginas, y contra todo pronóstico, me enganchó. ¿Por qué?



Como creo que ustedes deben a estas horas estar ya familiarizados con la versión televisiva de esta ficción, me referiré más bien a ella, es decir, a la serie The walking dead. Se trata de una narración televisiva ideada inicialmente para media docena de capítulos que, en vista del éxito masivo, decidió prolongarse, sumiendo a sus seguidores en una tensa espera de meses, mientras el equipo de la serie trabajaba contrarreloj para satisfacer la demanda de la Fox, que reclama nuevas dosis de la droga con impaciencia. Ya he explicado en este blog o en el de Serna las razones que, a mi entender, explican este éxito: adecuada tensión narrativa, hábil sistema de contrapesos en el cuadro de protagonistas para una serie que -pese al protagonismo de Rick Grimes- tiene claro carácter coral, situaciones límite especialmente impactantes, manejo a veces inspirado y no abusivo del suspense...

No soy fanático de Walking dead. He nombrado algunas virtudes, pero si me refiriera a sus contradicciones, insuficiencias y vulgaridades, por no hablar del considerable y obviamente discutible tizne ideológico, ustedes encontrarían tantas razones para engancharse a la serie como para cambiar de canal y ver alguna de esas tediosas series de policías empollones que se pusieron de moda hace unos años. Yo creo que hay algo mas difuso e inidentificable, pero también más intenso, en esta saga, algo que conecta con formas de sentir un relato que tienden a ir diluyéndose en nosotros a medida que escapamos a la adolescencia. Es algo muy básico, no sé, la chica es de Rick y no de Shane, es decir, la chica es mía y no del otro; los niños son lo primero que hay que proteger aunque nos cueste la muerte; la comunidad debe reforzar sus lazos ante los grandes peligros; los héroes se sacrifican por el grupo; los líderes toman decisiones terribles cuando todos quedan paralizados... ¿Sigo con el catálogo de tópicos? Yo me críe con el Capitán Trueno, no sé qué se pensaban.



Y, sin embargo, hay algo muy poderoso en toda esta vulgaridad. Yo creo que hay un sector de público, no solo televisivo, muy considerable que está harto de supuestas sofisticaciones. Pienso en películas como Avatar, en novelas como El código Da Vinci o en series televisivas como Lost o CSI, siempre refiriéndome a productos de la cultura de masas. Se ha hecho célebre un modelo de ficción supuestamente complejo que hace sentir a los espectadores que necesitan reflexión e inteligencia para entenderlos adecuadamente. Ésta es, a veces, la peor de las manipulaciones, acompañada en muchas ocasiones por toda suerte de efectismos que alimentan una profunda deshonestidad creativa. El relato de Walking dead es honesto porque es brutal, básico, pueril si se quiere, lo cual no significa necesariamente torpe. No llevaríamos tanto tiempo discutiendo sobre este producto televisivo si fuera simplemente una cutrez.

En cuanto al texto de Fernández Gonzalo, lean por favor mi colaboración en Ojos de papel, quizá les suscite el interés de leerlo, que es a fin de cuentas de lo que se trata con una reseña, al menos si es una reseña favorable. En contra de alguna crítica que ya he escuchado, no creo, salvo algunas asociaciones que podrían antojársenos algo caprichosas o forzadas, que el texto caiga en la sobreinterpretación, entendida como el procedimiento por el cual se manipula la interpretación de los elementos del material cultural elegido para obligarles a significar no lo que significan, sino lo que nosotros queremos que signifiquen.

¿Tiene la horda zombi el valor de metáfora de la masa consumista y política pasiva que se arracima en los centros comerciales para devorar las mercancías que le obligan a desear quienes manipulan su voluntad? ¿Advertimos en el zombi el secreto temor a caer en la indistinción de la masa informe y hambrienta? ¿Es el zombi la parodia del sujeto moralmente autónomo y dueño de su propia voluntad que constituye el texto sagrado de la modernidad?...

No sé, creo, como poco, que cada época tiene sus monstruos predilectos. Me atrevería decir, remedando cierta célebre fórmula de la filosofía de Hegel ("un filósofo es su tiempo en conceptos") que cada tiempo expresa sus temores a través de un monstruo distinto, sin perjuicio de que los monstruos ya creados quedan instituidos para siempre y se superponen a los que van llegando. Hace un siglo tuvimos al Conde Drácula o a los monstruos de Lovecraft, los años treinta tenían a King Kong, los cincuentas se autoamenazaban con los alienígenas, los setenta nos metieron el miedo en el cuerpo con el tiburón de Spielberg... La horda zombi que amenaza a esa comunidad superviviente de Rick Grimes, sobre la que pretende refundarse la civilización, tiene algo que la hace especialmente acomodada a este mundo globalizado y recesivo, este momento histórico donde la gran pregunta es si la colectividad tiene todavía algún poder sobre la gestión de la polis o si, por el contrario, hemos entrado ya en una era postdemocrática donde las fuerzas que determinan los ciclos de la vida y de la muerte están completamente fuera del control de nuestras voluntades.


Llámenlo "sobreinterpretación", "metáfora abusiva" o como les apetezca, pero yo no paro de ver zombis... en la finca donde vivo, en el Carrefour, en la calle, en mi trabajo...

32 comments:

Ricardo Signes said...

Parece, David, que la emisión de los nuevos capítulos de "The walking dead" ha hecho proliferar por la red artículos sesudos y no tanto sobre la serie y sobre los zombis como un efecto secundario del virus televisivo, que a mí no me toca porque solo veo reportajes sobre insectos y, además, porque lo que tenía que decir sobre eso ya lo he dicho y no me gusta repetirme. Pero a diferencia de la tele, lo que pasa por esta Cueva sí me afecta, así que a despecho de mi desinterés por la serie, aquí me tienes, dispuesto a incordiar.
1º Cuando se habla del género zombi en general se comete un error: no tienen nada que ver las novelas y películas protagonizadas por un zombi con las protagonizadas por una legión. Las primeras están emparentadas con los monstruos; las segundas, con las plagas.
2º Reconozco que la metáfora zombi da mucho juego para hablar de la alienación del sujeto posmoderno, bla, bla, bla..., pero a mí eso me sobra. En cuanto a fenómeno cultural su interés, para mí, reside en cómo fagocita el género literario de las zombificaciones sus referentes cultos originales (por ejemplo "Sentido y sensibilidad zombis" o "El Lazarillo zombi".
3º La serie "The Walking Dead" no me parece mala, tan solo redundante, pues lo mejor que tiene ya está en el cómic, y no aporta nada nuevo.
4º Me llama la atención la poca presencia que suele haber en los debates sobre el tema zombi de referencias a obras maestras como "El reino de este mundo", de Alejo Carpentier, o "Yo caminé con un zombi", de Tourneur.
5º En cuanto a género popular la fórmula narrativa es tan vieja como el folletín. Basta con leer el prólogo de Eugenio Sue de sus "Los misterios de París" para reconocer en ésta lo que hoy nos dan en cubos de casquería.
Y por ahora basta.
Un saludo.

Justo Serna said...

La serie de televisión 'The Walking Dead' ha provocado un efecto: que hablemos de los zombis. No hablamos de estos seres por este cómic o por aquella película. Han regresado porque la pequeña pantalla les ha devuelto la vida. Hemos tratado de analizar estos aspectos en revistas y blogs vecinos a partir de libros interesantes y discutibles como 'Filosofía zombi'.

Seguramente es un tema poco refinado, pero la cultura de masas es así: una muchedumbre físicamente diseminada comparte estímulos culturales ya probados a partir de un denominador común, un mínimo común denominador.

Es lo que tiene: que no mejoramos; simplemente nos repetimos. Lo aprendimos de los clásicos. Y nos lo repitieron con mucho salero Jordi Balló y Xavier Pérez en 'La semilla inmortal'. ¿D qué hablaban? De los clásicos y sus reiteraciones.

Anonymous said...

Qué sugerente el tema de los zombis, claro que sí. Me gusta eso que escribe en su reseña: "como los zombis, no sabemos que somos zombis", aunque yo no soy tan negativo con respecto a la posmodernidad: pronto llegarán los Chinos y se acabarán las tonterías.

Fuera de bromas, sí que hay algo de indiferencia zombi en nuestras sociedades, pero, ¿acaso no la ha habido alguna vez? Pasadas las utopías colectivistas, parece que cada uno busca la "salvación" en el plano individual. Poco se puede hacer ante el tropel zombi, pero bueno, habrá que resistir.

Concluyo recomendando vívamente (je, je) la novela "Soy leyenda", de Richard Matheson. En una sociedad formada por zombis, quizá el monstruo sea el que no es así.

Feliz festín.

Magno

David P.Montesinos said...

No sabía, señor Signes, de más interés entomológico por su parte que el de Gregorio Samsa. No había pensado en esa distinción tan afinada entre relatos de plagas y relatos de zombis individuales, pero tomo nota de ella. Hago lo mismo respecto a todos sus demás comentarios, francamente provechosos por bien explicados y bien documentados, aunque, por aquello de devolverle el incordio, una pequeña discrepancia. Yo no creo que un producto audiovisual, sea cinematográfico o televisivo, pueda "no añadir nada" a la base de cómic, novela o ficción literaria del tipo que sea, pues se trata de lenguajes completamente distintos. A veces hay películas que llegan a resultar más interesantes que el original -"Rebeca", obra maestra de Hitchcock arranca de una novela muy cursi de Daphne du Maurier-, aunque suele ser raro, pero en uno u otro caso establecemos comparaciones que es mejor evitar. La serie Walking dead sujeta parte -solo parte- de su guión a la base de Kirkman, pero a partir de ahí hablamos de productos completamente distintos.

Ricardo Signes said...

1. No quiero hablar de lo que no sé, así que mi comentario se limita a los dos primeros capítulos de la serie, que son los únicos que he visto. Dices que el cómic y la serie son dos productos distintos; vale, pero la segunda toma el primero como un storyboard con una fidelidad asombrosa, hasta en las angulaciones de los planos. Por eso digo lo de redundante y por lo mismo no llegué a ver el tercero.
2. Justo Serna dice que los zombis "han regresado porque la pequeña pantalla les ha devuelto la vida", pero cualquiera que sea habitual de las librerías especializadas en cómics sabe que ese virus creció y se extendió en fanzines, cómics, adaptaciones zombis de novelas y alguna que otra novela original ("Apocalipsis Z", "Manual de supervivencia zombie", etc.). La serie simplemente extiende más la plaga.
3. La diferencia, David, entre las obras sobre un zombi y las de zombis son tantas que conviene delimitar bien el género. Lo que llevo leído en algunos blogs amigos se refiere casi exclusivamente a lo segundo.
4. Por concretar un poco más la referencia a "Los misterios de París". Encuentro en "Sueños y mitos de la literatura de masas", de Vittorio Brunori, una cita a ese prólogo en un capítulo titulado significativamente "El recetario de la novela por entregas: lo pintoresco, lo fantástico, el superman". Dice Sue: "Trataremos de ofrecer a los ojos del lector algunos episodios de la vida de otros bárbaros, no menos alejados de la civilización que aquellos salvajes de Cooper. Con una diferencia: que estos de quienes hablamos están entre nosotros y podemos encontrarlos tan pronto como nos aventuremos en los tugurios donde se reúnen para planear robos y homicidios o para repartirse los despojos de sus víctimas." Bastaría quitar lo de robos y ya tenemos ahí a los zombis . Nota: el folletín de Sue es de 1845.

Justo Serna said...

Respuesta a Ricardo Signes:

1. Entre otras cosas dice Ricardo Signes. "2. Justo Serna dice que los zombis “han regresado porque la pequeña pantalla les ha devuelto la vida”, pero cualquiera que sea habitual de las librerías especializadas en cómics sabe que ese virus creció y se extendió en fanzines, cómics, adaptaciones zombis de novelas y alguna que otra novela original (“Apocalipsis Z”, “Manual de supervivencia zombie”, etc.). La serie simplemente extiende un poco más la plaga". ¿La serie simplemente extiende un poco más la plaga?

El 31 de octubre de 2010, la AMC emitió el primer episodio de la serie 'The Walking Dead'. Reunió a 5,3 millones de espectadores. Eso la convirtió en la seire de mayor éxito de dicho canal "y de todos los canales de cable", nos recuerda Lorenzo F. Díaz en libro que le dedica a 'The Walking Dead'. "A medida que se estrenaban los capítulos, la audiencia fue creciendo hasta alcanzar los seis millones en la sexta y última entrega [de la primera temporada]", añade Díaz. Poco tiempo después, la productora anunció la renovación (es decir, la segunda temporada, que es la que ahora emite La Sexta). Y este hecho "se confirmó extraoficialmente con el éxito internacional de la serie, estrenada casi simultáneamente en 120 países", concluye Díaz con datos que en efecto son corroborables.

La pregunta que Ricardo Signes debe hacerse es: "¿La serie simplemente extiende un poco más la plaga?"

2. Las palabras que usted cita de Sue en 'Los misterios de París' no son de su prólogo sino de su primer capítulo. Si repasamos la obra (que he citado en algunas ocasiones), si repasamos 'La sagrada familia', de Marx y Engels, y si repasamos 'El superhombre de masas', de Umberto Eco, tendrá referencias más directas. Si además añadimos '¿Qué es la cultura popular?', de Antonio Gramsci (en edición de Anaclet Pons y mía), entonces confirmará algo más.

Alejandro Lillo said...

Pues yo detecto cierto desdén hacia las creaciones destinadas a un público masivo, como si por el simple hecho de serlo fuera suficiente para desprestigiarlas. Y no es que me gusten especialmente ese tipo de productos –he sido, por ejemplo, muy crítico con la primera temporada de “The Walking Dead”-, pero imagino que algún mérito tendrán, no creo que les hagamos justicia apartándolos así, sin más consideraciones.

Hay que tener cuidado porque lo que para unos es basura, para otros puede representar el aliciente necesario para seguir adelante, un espacio de ilusión y descanso que les permite escapar de una desagradable realidad, no por cotidiana menos repulsiva. La basura (lo que cada uno considera que es basura), más que desprecio (y que conste que no he sido ajeno a esa impresión) debería causar curiosidad: por un lado dice mucho de la sociedad que la produce; por otro, uno nunca sabe lo que puede encontrarse entre los desechos, quizá incluso hasta alguna joya.

Por eso mismo tampoco me fío mucho de los cánones, y menos de los literarios. Su aceptación acrítica escamotea una parte importante de la realidad, y coloca al seguidor de esas listas en una posición ciertamente cómoda y elevada. Sin embargo, la gran obra literaria rara vez es representativa. Viene a ser casi una excepción, un producto que de alguna forma trasciende las limitaciones de su tiempo: la realidad es algo más bien corriente y tan mediocre… que entiendo que en ocasiones resulte difícil de asumir. En ese sentido hay que tener cuidado con las separaciones que establecemos entre la alta y la baja cultura. Quizá no existe entre ellas tanta distancia como podemos pensar.

David P.Montesinos said...

No me interno en la polémica entre Ricardo y Justo porque manejan documentación de la que,en algunos casos al menos, están más versados que yo. Lo que sí creo es que estamos ante un fenómeno de masas, Y eso, a mí al menos, siempre me despierta curiosidad. En ocasiones he juzgado productos televisivos que no me seducían en absoluto, como "Lost" o "Sex and the city", y tengo previsto no tardar mucho en hacerlo con "Friends". Siempre me hago la misma pregunta: ¿por qué le gusta a la gente?

Ante tal cuestión, que a mí me guste o no el producto en cuestión es completamente insignificante. En el caso que nos ocupa, simplemente me divierte, ya está. Si nos refiriéramos a productos de altísima calidad como The wire o Mad men, la cuestión no sería su éxito, pues éste no es exactamente lo que llamaríamos un éxito masivo.

Respecto al matiz que le hice a Ricardo sobre la heterogeneidad irreductible entre los dos lenguajes, entiendo y asumo perfectamente su alusión al story board y la calificación de "redundante". Simplemente es que yo, que conozco la primera parte del cómic porque el propio Ricardo me la acercó, no lo experimento de esa manera cuando me pongo delante de la televisión. Tengo la impresión de que creo más que él en la posibilidad de crear buena televisión, aunque ya sé que lo común es que nos proporcionen lo que él llama casquería.

Esta reflexión enlaza con la que hace Alejandro. Me hace pensar en muchas de las cosas que todos aprendimos con "Apocalípticos e integrados" respecto al valor ideológico que puede llegar a adquirir una asunción demasiado estricta de esa vieja brecha. Creo que mis alumnos deben leer la Introducción a la Crítica de la Razón Pura de Kant y que debemos dotarles del utillaje conceptual necesario para aprender a hacer luz en lecturas complejas pero enormemente valiosas. Y me viene también a la cabeza lo que recientemente dijo el director de The wire, preguntado en relación a la complejísima red narrativa que traza su saga: "que se joda el público". Y les aseguro que se trata de una serie magnífica. Creo que lo exquisito cuesta y que los gustos se educan.

Ahora bien, y como dice Lillo, considerar directamente prescindible un producto de éxito masivo simplemente por serlo es uno de los peores errores imaginables, especialmente dañino en una sociedad como la que tenemos. Fíjese, la música de Beethoven fue considerada bárbara, simplista y emocional por los academicistas de su tiempo, música popular y por tanto despreciable. Mucho tiempo después, esa música me sigue diciendo cosas, exactamente igual que la Crítica de Kant.

Joaquín Huguet said...

Me siento abrumado ante tanta erudición zombie, yo que apenas me manejo en el tema. Entre algunos “salvajes” existe la superstición de que, al comerse el cuerpo del guerrero más valeroso e inteligente, adquieren todas sus virtudes. Por razones análogas, los zombies de Springfield rechazaron el cráneo descerebrado de Homer Simpson. Para acabar con mi ignorancia, dudo entre devorar el cerebro de Signes o el de Justo Serna y adquirir instantáneamente su inmensa sabiduría. Nietzsche citaba a menudo de memoria y, por estas veleidades, fue rechazado por sus tocayos académicos. Hizo mal, pues por no atender al “dato” terminó “zombie” y, para no acabar como el pobre solitario de Sils Engadina, me inclino por el cerebro del profesor Serna, así nunca confundiré un capítulo con un prólogo o, como dirían los hermanos Marx, distinguiré con claridad la parte contratante de la primera parte de la parte contratante de la segunda parte... Además me aprenderé de un plumazo todos los autores que cita, ya que no tengo tiempo para atender adecuadamente a tan ilustre retahíla de eminencias.

Joaquín Huguet said...

En Walking Deads les obligan a caminar después de muertos todo lo que no han andado en vida. Esta inmortalidad viscosa y maloliente me sugiere una vieja costumbre judicial, la de juzgar en efigie a los delincuentes que habían fallecido antes de que los juzgarán. Se llegaba a colgar a monigotes e incluso se sometía a juicio a animales que supuestamente habían cometido algún delito. Imagínense todos los ciudadanos zombies que hicieran resucitar el Estado, como a un señor Valdemar cualquiera, para que cumplieran sus obligaciones pendientes. Algo así como las hipotecas actuales, que seguirán pagando sus víctimas después de muertas. ¿Y los jubilados? Continuarán trabajando después de muertos en MacDonalds para pagar sus sepulturas. No, hasta pagar la última letra no descansarán en paz. Curiosa forma de obligarles a mantenerse en forma.

Ricardo Signes said...

Ya contesté cumplidamente a Serna en su blog agradeciéndole la corrección y los datos estadísticos, aunque la primera no tenía ninguna relevancia para el caso y los datos solo ponían de manifiesto lo que ya habíamos dicho: que nuestras valoraciones de la importancia de la serie televisiva en el fenómeno global zombi son muy distintas. En cuanto a la afirmación de Lillo sobre el desdén hacia las formas de cultura populares tan solo le remito a la lectura de cualquier artículo de mi blog, y muy especialmente a los dos de "Literatura y zombiedad".

David P.Montesinos said...

Hola, Ricardo, debo en primer lugar agradecer tus últimas apariciones por aquí. Fui yo quien incorporó nuestro debate al festín zombi que se estaba dando en el blog de Justo Serna y en todo momento me han parecido sumamente oportunas tus explicaciones, por más que diferamos en algunas perspectivas. Ya leí en su momento aquel post de tu blog http://www.zapatosdeanteazul.com/2010/03/literatura-y-zombiedad-1.html y me pareció seriamente divertido.

David P.Montesinos said...

Hola, Joaquín, muy agudo. La discrepancia entre Ricardo Signes y Justo Serna es tan válida como la que he tenido yo en distintas ocasiones con ambos. Espero que haya muchas más porque suelo aprender muchas cosas de ambos.

Respecto a lo que dices de muertos y otras podredumbres, no sé si a ti concretamente te he referido el origen del concepto de la "cabeza de turco." Es una guarrada francamente divertida...

Ricardo Signes said...

He de reconocer que mi intento de reconducir a su vertiente textual el debate sobre una serie que para mí debe más su éxito a la naturaleza épica de su relato que a la presencia de los zombis ha sido bastante infructuoso. No obstante subrayo esa condición épica y, por tanto, su trasfondo mítico (quizás no sería ocioso señalar ciertos paralelismos de la aventura de ese policía local en busca de su familia en un mundo tomado por los muertos con la aventura de Ulises) como una de las claves de su éxito popular.
Y, por último, David, por tu generosidad y paciencia en este debate te dedico un guiño zombi del Quijote. ¿Adivinas de dónde? ¡Pues, claro: de la cueva de Montesinos!

Justo Serna said...

Ya repliqué cumplidamente a Signes en mi blog: la contestación no acaba con su respuesta. Hay una réplica mía, no respondida ni correspondida. Agradezco, no obstante, la cortesía.

En cuanto a la observación de Alejandro Lillo, hemos de admitir que esas observaciones, aun siendo pertinentes, no son novedosas: habría que remontarse a Umberto Eco, que se anticipó al propio Signes. O incluso habría que remitirlas a Antonio Gramsci.

JS

Alejandro Lillo said...

Sí, señor Signes, muy interesantes sus artículos sobre los zombis, y lo mismo puede decirse del resto de entradas de su blog. He visto los volúmenes a los que se refiere, pero no he tenido el valor suficiente para pasar de su cubierta. Ya sabe los híbridos que se producen en esta sociedad nuestra tan posmoderna. Fíjese que quizá cuando escribió el segundo artículo aún no se había estrenado, pero a esos cócteles de Alien contra Predator o Jason contra Freddy habría que añadirle Cowboys & Aliens. Y nada menos que con Harrison Ford compartiendo cartel con Daniel Craig. Sin embargo, cómo decirle, con todos esos productos me puede más la curiosidad que el rechazo.

David P.Montesinos said...

Soy yo el agradecido, Ricardo. La verdad es que fui yo el que, con tu permiso pero sin tú pedirlo, te ha introducido en el intercambio de ideas sobre el asunto de los zombis que encontramos tanto en el blog de Justo Serna como en éste. No tengo mayor problema en secundar la reconducción textual que propones, aunque acepta que, por lo que a mí respecta, es poco lo que puedo decir sobre fuentes como la de Los misterios de París. Respecto a la cuestión épica, me parece muy sugerente la remembranza de La Odisea, es decir, Ulises vagando por un océano infestado de mortales y mágicos peligros y tratando de reconstruir su hogar.

David P.Montesinos said...

Señor Serna, conozco bien al amigo Signes y es poco dado a no recoger guantes. Si aún no le ha contestado, creo, es o porque acepta sus correcciones o, en caso contrario, porque aún no ha encontrado el momento de efectuar dicha contestación. Debo, de otro lado, felicitarle por todo este asunto del festín zombi: ha resultado aún más productivo y divertido de lo que yo imaginaba.

David P.Montesinos said...

Señor Lillo, me alegra que gracias a mi blog haya tenido usted el buen sentido de acceder al de Signes. Yo también creo que merece la pena visitarlo habitualmente. Por lo demás, creo que compartimos sensaciones, y debo además hacerle extensiva mi felicitación a Justo Serna por el festín, algo maloliente, pero realmente divertido. Su colaboración, como ya le dije, me pareció excelente. Pienso exactamente lo mismo del de Justo Serna -un artículo que me pareció, por cierto, de intensa elaboración y mirada profunda- pero con él suelo reprimir mucho los elogios por razones que le desvelaré en alguna de mis próximas visitas a su librería.

Ah, que no se me olvide. Usted se llenó de justa indignación un día porque me burlé un poquito de la saga El Padrino. Bueno, pues resulta que para mí el western es poco menos que una religión, y no le pienso tolerar que acepte mezclas de vaqueros y marcianos... Tal cosa equivale a mojar el yogur con morcilla, aunque usted es capaz de cualquier cosa...

Justo Serna said...

Gracias, señor Montesinos, por sus palabras de felicitación. De todos modos y más allá de la reseña de 'Filosofía zombi' --trabajo sesudo--, su papel ha sido difícil: mantener el equilibrio --o la cordura-- en medio de las refriegas. Nos felicitamos por el festín que nos dimos y nos felicitamos por el resopón que tenemos aquí. Le agradezco también la amabilidad de acogernos entre reacciones airadas o incluso disciplicentes de ciertos contertulios. Estos contertulios tienen mi respeto, caro. No necesariamente sus ideas u observaciones.

JS

Joaquín Huguet said...

Ya sabía yo que este Signes no tenía nada de original. Sus conocimientos, como indica su cabalístico nombre, estaban escritos en las estrellas desde la eternidad. Si no es caída del cielo, ¿cómo podría haber adquirido esa idea original? En los debates escolásticos se discutía la preeminencia del Padre, del hijo o del Espíritu Santo. ¿Quién fue primero el padre o el hijo? ¿Lo dijo antes Signes o el padre Adán? Me consuela saber que en esta línea sucesoria, nuestro Signes tiene unos antecedentes proféticos: Hermes-Mercurio, Nostradamus y, significativamente, el autor de Apocalípticos e integrados. Signes, no hables más, porque siempre habrá alguien que sea un eco de tus palabras (perdón por el chiste malo). Limítate a escuchar a los pocos sabios que en el mundo han sido.

Anonymous said...

Profesor 1.¡¡¡¡¡Indignado!!!!!

¡Basta ya de bromas! Me tiene harto este Huguet con sus chistecitos. La tierra no es cuadrada por más que usted se empeñe. Ya es hora de que acepte que Signes ha patinado y que alguien le ha puesto los puntos sobre las íes. Hechos y argumentos, como diría Mr. Grandgrind, y no bromas de mal gusto. Le rogaría que a partir de ahora aportara argumentos y se reservara sus monólogos para el Club de la Comedia.

David P.Montesinos said...

Le devuelvo la felicitación, señor Serna, ya no por la mayor o menor calidad de los trabajos presentados -e incluyo también todos los comentarios internáuticos-, sino sobre todo porque yo al menos me he divertido mucho. No creo que haya hecho falta llamar a nadie a la cordura, pues como es habitual en su blog, el tono de las opiniones ha mantenido estilos de respeto más que aceptables, algo no muy habitual en la Red -le aseguro que trabajo mucho con mis jóvenes alumnos sobre el particular-.

Esto último tiene que ver también con la intervención del señor Huguet, cuya ironía creo saber por dónde va... Pienso ajustarle las cuentas en su blog, caballero, no se descuide.

Ricardo Signes said...

Gracias, Huguet, por tu humorada y gracias, Alejandro, por tus amables palabras. Comparto contigo esa curiosidad hacia los productos y subproductos de masas, tanto que fui a ver esa película "Cowboys & aliens", un disparate cinematográfico que debe su esencia a dos fenómenos textuales interesantísimos: los "fanfics" y los "crossover", lo mismo que "Nazis zombis" (Dead Snow), que es mucho más divertida que la anterior.
Respecto a Justo Serna, es evidente que algo he dicho que no le ha sentado bien, pues en contra de lo que es habitual en él ha perdido en alguna réplica su exquisita cortesía oxoniense. Solo puedo decir al respecto que lo siento.
Un saludo a todos.

Joaquín Huguet said...

1.Me disculpo por mis malos modales. Algún malhablado diría que no están estos tiempos zombies para besos y abrazos. Pero es que desde que he visto en los telediarios a Sarkozy y Merkel haciendo manitas las galanterías no son lo mío.
2.En este clima de reconciliación, aprovecho para anunciar la próxima entrada de la Biblioteca de Gotham sobre “el vendedor de ecos”, un relato fantástico de Mark Twain que cuenta las desventuras de un coleccionista de ecos que compraba todas aquellas parcelas de tierra en las que éste se repetía varias veces. Además del artículo, el lector se podrá descargar esta narración divertidísima, que constituirá el primer volumen de la Biblioteca de Gotham.

David P.Montesinos said...

¿Zombis nazis? Este asunto empieza a tomar derivas delirantes.

Justo Serna está acostumbrado a recibir en su blog y fuera de él ataques y descalificaciones bastante menos respetuosa y peor argumentada que la suya, señor Signes. Lo que usted dice puede o no ser acertado, pero no me parece ofensivo, estoy seguro de que Justo Serna lo ve igualmente.

No se disculpe, señor Huguet. Y no sea ladino:usted sabe perfectamente que las ganas de ser galante y diplomático no se le acabaron con las manitas de Merkel y Sarkozy, es como si Falstaff se disculpara por ser chistoso y acudir con frecuencia a ciertos tugurios.

Creo que me pasaré por su biblioteca, el proyecto de Twain promete mucho. Cuídese y no sea malo, que le vigilo.

Justo Serna said...

El señor Signes dice que es evidente que algo ha dicho que no me ha sentado bien, “pues en contra de lo que es habitual en él ha perdido en alguna réplica su exquisita cortesía oxoniense. Solo puedo decir al respecto que lo siento”.

Le agradezco que tenga de mí esa imagen tan refinada. De todos modos, no tengo la sensación de haber perdido esa “exquisita cortesía oxoniense”. Perdone la enmienda: en Oxford, en Cambridge y en el mundo universitario anglosajón, las polémicas son cualquier cosa menos corteses. Son a muerte o con atizador. ¿Recuerda el episodio de Ludwig Wittgenstein y Karl Popper?

Por otra parte, como dice David P. Montesinos, no es infrecuente que me insulten en la red. Por supuesto, no es ésa la impresión que saco de las críticas del señor Signes. Todavía no le he visto el atizador.

O sea, señor Signes, que nada: si le he molestado, lo siento igualmente.

Anonymous said...

Me sigue pareciendo una lástima no haber podido responder al señor anónimo.

Las parodias Homeopáticas narran vulgaridades para entendidos, la realidad es que no divierten. Los muertos caminantes entretienen a quienes en el fondo de su consciencia desean personas someramente gilipollas.

El malote venido a menos resulta ser el rey puesto que todos los demás solo desean comerte. No pueden correr...

La imaginación de los guionistas se lo pone demasiado fácil a unos tipos que en tiempos más prósperos para el hombre lo hubiesen tenido bastante difícil.

La realidad es que para desgracia de muchos no hay tantos borregos... Ni muertos vivientes totalmente agilipollados a quien clavar una flecha en el cerebro, la cosa no es fácil. Aunque el deseo es tremendamente triste.

Sigo preguntándome por qué no pude responder al Señor anónimo... siendo yo un tipo vulgar. (el siguiente nivel es ser un zombi al que se le debe pegar un tiro en la cabeza, un hachazo etc.)

La finura se demuestra saboreando pastitas con té, la realidad reclama los recursos que pueden cambiarla.

Cuando todos seamos hijos de dios soñaremos con Zombies que intentan comernos, justificar su descuartizamiento.

¿originales? Ese es el menor de sus problemas... tan tremendamente mediocres en sus planteamientos que, aolo son en tanto están rodeados de muertos pueden vivir.

Hironia.




M

David P.Montesinos said...

No esperaba menos de su caballerosidad, señores. Al margen del aprecio que les tengo a ambos, hay algo muy egoísta, y es que me apetece mucho seguir aprovechándome de su compañía para aprender cosas de ustedes.

Precisamente, y ya que Justo nombra el asunto del atizador de Wittgenstein en Cambridge, tengo entendido que hay versiones muy dispares respecto a los hechos. Parece que Wittgenstein era un hombre de temperamento menos budista y reflexivo en sus relaciones con la gente de lo que uno podría inferir de sus obras filosóficas. En cuanto a Popper, sospecho que se sirvió de aquel incidente para hacerse un poco la víctima y ayudar a que se extendiera el descrédito de las ideas de su rival. (Me ha costado por cierto muchos años entender que lo que dicen uno y otro son cosas muy distintas, por cierto)

En aquel momento de posguerra, él era poco más que un desconocido y Wittgenstein una leyenda. Digamos que si yo pudiera decir que me ha intentado atizar Eugenio Trías o, qué sé yo, Eduardo Mendoza, no tengan duda que iría por ahí pavoneándome tanto entre ustedes como si me hubiera acostado con Ava Gardner.

Creo, en cualquier caso, que entre la disputa de ustedes y la de Cambridge hay una diferencia: a ustedes dos no se los come la soberbia ni les resulta poco soportable la discrepancia... Bueno, ésa y la de que no utilizan atizador. Gracias a ambos.

David P.Montesinos said...

Hay algo, M., que me viene a la cabeza en cualquiera de las historias que he visto o leído sobre plagas de zombis -y digo bien, "plagas", para que Signes no me tire de las orejas-: son enemigos a los que se mata, se descuartiza y se humilla a muy bajo precio. Es un poco como ametrallar ratones de cloaca o cucarachas, sale muy barato. Puedes desahogarte pegando tiros a un montón de tipos que caminan y parece que estás excusado, que no hay problema de conciencia que valga.

No es casualidad que los videojuegos de pegar tiros y cargarse gente más exitosos del momento sean precisamente sobre zombies.Ya ve, si fueran soldados iraquíes la corrección política pondría pegas. Y los marcianos están ya muy desgastados...

Anonymous said...

mas allá de las discusiones que se hayan dado de este artículo, que leí solo las primeras a grandes rasgos, quisiera dar mi opinión.
Yo fuí MUY escéptico al ver The Walking Dead, es más la vi porque estaba cansado de que mi gente allegada hable y no entender nada.
En fin, yo no soy de ver cosas violentas, y menos cosas gore.

Por todo esto, lo miré con ojos críticos, y sinceramente, al ver ambas temporadas, me sorprendió.
TWD no solo es una serie de mostrar gore, accion, y sangre por doquier. Para nada, se trata muchos temas sociales, de convivencia, y de moral. Surgen muchos momentos críticos donde el accionar es discutible. Se pone a prueba actitudes como la moral, el liderazgo, supervivencia (yo diría del mas inteligente, no del mas rudo). E incluso personalidades cuestionables y misteriosas como es la de Daryl, que por momentos quiere ser solidario, y por momentos se aleja completamente.
Incluso la personalidad de Shane es bastante cuestionable, cualquiera diría pero que tipo hijo de puta, que malo, como es capaz de hacer eso?, etc. Pero la verdad es que mas de uno podría ser así si estuviera en su situación.

En fin... desde mi humilde opinion, yo creo que walking dead es mas que una serie de zombies. Es usar el recurso de los zombies, para mostrar una visión sobre la sociedad y la psicología humana.

Talvez yo no sea demasiado culto y no he leído otras cosas sobre zombies, o mismo sobre sociedad y psicología, pero, como digo, desde mi saber y punto de vista, es una serie interesante, dejando de lado el gore y la violencia, que en realidad es solo un pequeño porcentaje del tiempo que dura cada capitulo.

David P.Montesinos said...

Hola, Nahuel, gracias por su aparición en este blog en primer lugar. Coincido con sus impresiones. Me interesé por esta serie gracias a que alguien me pasó el cómico en el que está basada. Fui escéptico respecto a su temática, sin embargo el tebeo en cuestión me interesó en seguida. La serie, en mi opinión, no desmerece del original. Es un producto digno, con considerables defectos, pero algunos elementos francamente atractivos. Coincido también con su impresión respecto a la ambigüedad de los personajes. El gore, como a usted, me atrae poco. Es en todo caso el presentimiento del peligro, la amenaza constante lo que configura la dinámica de relaciones que se van tejiendo lo que me parece interesante.