Friday, February 24, 2012




LA PRIMAVERA
VALENCIANA


En estos últimos días se me ha ocurrido consultar las planas web de los más prestigiosos diarios del mundo. En la sección de noticias del extranjero de
Le Figaro, por ejemplo, encontré referencias respecto a los violentos evènements de esta semana en el Centro de Valencia. Se habla de violencia policial extrema y aparecen alusiones nada veladas al recuerdo de las cargas policiales de los grises contra estudiantes y discrepantes del tardofranquismo. En estos casos, lo socorrido y lo supuestamente prudente es defenderse con aquello de que en el exterior no entienden lo que pasa aquí, y más si son los "gabachos", y encima ahora con lo de los guiñoles sobre el doping y la envidia que nos tienen... En fin, que podemos sentirnos todo lo ofendidos en nuestro orgullo patrio que queramos, pero si no entendemos que imágenes de una violencia y una crueldad atroz -como las que hemos presenciado en los últimos días- nos asocian en la opinión pública del mundo civilizado a sociedades bárbaras, entonces es que nos merecemos gobernantes como los que tenemos.

Yo no creo que sea tan difícil aceptar que en el mundo generen una indignada estupefacción las secuencias que acabamos de presenciar. Les aconsejo que insistan en verlas. Se encontrarán a un antidisturbios arrastrando de una pierna a una adolescente, a otra que aterrada grita "¡para!" cuando le acorralan y están a punto de darle con la porra, otro que en el suelo es esposado mientras le ponen una rodilla encima con un abuso de poder tan flagrante que hiere el más mínimo sentido de la dignidad... Son imágenes ofensivas que nos inclinan a exigir dimisiones y destituciones: hay personas que no deben desempeñar ciertos cargos porque, simplemente, no tienen la integridad moral ni la fortaleza de ánimo para cumplir la exigencia de proteger la convivencia. En las últimas horas he hablado con alumnos de mi instituto y con algunos de sus padres. Cuando el pasado miércoles muchos acudimos a la manifestación convocada de urgencia
en el centro de Valencia, no teníamos tanto interés en demandar la dimisión de la Delegada del Gobierno o en denunciar la brutalidad de las llamadas "fuerzas del orden", como de mostrarle a la opinión pública que quienes en la actualidad protestamos contra una política educativa equivocada e injusta, somos ciudadanos pacíficos y razonables, y que no estamos dispuestos a consentir que se maltrate de manera indecente y caprichosa a nuestros alumnos e hijos.

¿Cómo se explica un ejercicio de violencia tan desaforado? Miren, yo he conocido mucha gente de derechas. No estoy diciendo que la legitimación de la violencia sea patrimonio de reaccionarios, lo que digo es que hay una manera muy peculiar en la gente de derechas de juzgar la obligación que las instituciones tienen de preservar el orden en las calles. Es la misma gente que maldice a los políticos por no promulgar leyes más duras, a los jueces por no condenar a tal y a cuál y a la policía por no atreverse a sacar la porra a las primeras de cambio. No dudo que una gran parte del electorado del Partido Popular cree que los problemas de convivencia se deben a la falta de esa mano dura y el exceso de ciertos derechos y garantías jurídicas. Por esa misma pendiente deslizante vienen la reivindicación de los cumplimientos íntegros de condena, la privación de derechos de los inmigrantes, la pena de muerte y todas esas otras cosas tan bonitas que garantizaron a la Dictadura el ejercicio caprichoso e impune de poder durante cuarenta años y que, por lo visto, muchos echan todavía en falta, seguramente porque no han terminado de asumir que este país se ha hecho mayor y que es la ciudadanía la que, sin tutelas, debe gobernar su propia convivencia.

Insisto: ¿cómo se explica? Me viene a la cabeza aquello que pasaba en el Instituto, el facha era casi siempre el más tonto de la clase, el que decía las payasadas de las que todos nos reíamos hasta el punto de tomarle el cariño que se le toma a un friki. No es difícil imaginar una conversación entre los dirigentes populares de Madrid y la Delegada del Gobierno en Valencia, cuya dimisión está siendo reiteradamente demandada en los últimos días: "¿Eres consciente, Paula, de que has puesto a esta ciudad en el mapa mundial de la violencia y la represión como si esto fuera Siria?"

Si el sentido institucional de un cargo político tiene que ver con virtudes tan antiguas como la prudencia, se me ocurre pensar si a quien ha delegado el Gobierno en nuestra querida ciudad es a una pirómana. ¿Hubo una voz telefónica que ordenó cargar de manera inmisericorde contra los chicos que, sentados en medio de la calle, detenían el tráfico? ¿Se dieron órdenes directas de atacar a cualquiera que estuviera en aquel momento por la calle, aunque fuera en la acera, y de hacerlo con "toda la contundencia necesaria"? Saquen ustedes sus conclusiones, pero es repugnante que un cuerpo policial preparado para enfrentarse a elementos delincuenciales altamente peligrosos se líe a porrazos contra un grupo de ciudadanos indefensos, muchos de ellos menores. Es simplemente mentira que fuera comportamientos vandálicos los que dieran inicio a las cargas, salvo que decidamos hacer caso a la TDT party y nos guste invertir la lógica de las víctimas y los verdugos. Lo que sí hubo es intentos de protegerse de una violencia brutal, lo cual tiene muy poco que ver con la cantilena, tan habitual en la derecha, que asocia cualquier protesta callejera con los "anti-sistema" y otros fantasmas. ¿Recibieron provocaciones los antidisturbios? Primero deberíamos definir el concepto de "provocación" -yo recibo muchas todos los días de algunos alumnos, pero no me lío a golpes con ellos-, y después resolver que la función de un agente no es proteger su orgullo sino la integridad de los ciudadanos.


Es, por cierto, un uso irremediable en estos casos: la derecha española está empeñada en encontrar en la izquierda un trasfondo violento y radical, como si detrás de cualquiera que participe en una manifestación haya un incendiario de iglesias, un portador de cócteles molotov o un aspirante a maquis siempre a punto de dar el salto y echarse al monte gritando mueras a la patria. Pero el problema de la derecha, como el del tonto a las tres aquél del facha de mi clase, es que jamás ha sabido entender las razones de sus adversarios ideológicos, seguramente porque es incapaz de traducirlas a las suyas, que son de una índole muy distinta.

¿Infinita torpeza? Es lo que uno diría por puro sentido común. Si la función de las fuerzas del orden es, como su nombre indica, evitar que el desorden y la conflictividad se apoderen de las calles, lo que consiguieron los responsables de aquellas largas horas de carga y mamporros, es justamente que la tensión se incrementara hasta límites inimaginables. Unos cuantos chavales protestando por la falta de calefacción en su Instituto han provocado el efecto mariposa de poner a Valencia en el epicentro de la cultura reivindicativa de los jóvenes del mundo desarrollado... Ni ellos mismos hubieran podido imaginarlo nunca; sólo la insensatez de unos políticos o el patético "cojonudismo" de unos mandos policiales con evidente falta de instrucción democrática explica este desastre. No es tema de broma, pero las declaraciones del responsable policial en cuestión, quien denominaba el "enemigo" a los chicos que se manifestaban, no deja de recordarme a los Hernández y Fernández, aquellos policías tontos hasta la exageración de los tebeos de Tintín.

Se me ocurre otra interpretación. ¿De verdad creemos que la resolución de desarticular con tan abusiva contundencia la protesta estudiantil vino de Valencia? ¿No será que el Gobierno de Rajoy, que se teme un recrudecimiento de la experiencia de los Indignados en los próximos meses, está tratando ya de amedrentar a quienes opten por reiniciar las acampadas en Sol y otras plazas públicas de España? En este sentido, Valencia habría sido habilitada como laboratorio nacional de la represión y la intimidación. Habría que decirle entonces al señor Rajoy que, de momento, la prueba sale negativa y además les explota entre las manos: en vez de disuadir a la gente, lo que está consiguiendo es incitarla a salir y manifestarse. Creo que fue un concejal del PP en no sé qué pueblo de Asturias el que, después de un acalorado debate con gente de IU, dijo: "La culpa de todo esto la tiene la puta democracia." Dio en el clavo, con Franco cuatro hostias bien dadas obligaban al enemigo a desistir o, cuanto menos, a recluirse en la clandestinidad y no hacer obscena exhibición de sus discrepancias con los poderes establecidos. Qué putada esto de la democracia, sí.


Tema para discusión en clase de Ética. Partiendo del principio enunciado por Max Weber, que define al Estado como la agencia que detenta "el monopolio del uso de la violencia", pregunto a mis alumnos cuáles son los límites de la acción policial. Algunos de ellos quieren ser policías en el futuro. Les animo a que lo sean y que recuerden siempre que la función de un guardián del orden público es proteger a los ciudadanos. Y les recuerdo también que servir a unas instituciones democráticas y jurar la Constitución supone creer honestamente en aquello que uno defiende. Espero que no lo olviden, para eso estoy yo.

10 comments:

David P.Montesinos said...

Les dejo un link de un profesor del Lluís Vives, epicentro de toda esta polémica. No se lo pierdan. http://laserpblanca.blogspot.com/2012/02/la-revolta-del-vives.html

Think said...

No you won't fool the children of the revolution, no no no.

http://www.youtube.com/watch?v=2fDSZnEVfJQ

Claro que no pueden engañar a los niños, y es que a pesar de la represión, de las noticias maquilladas por políticos y periodistas, por todos los sucesos silenciados y pese a todo el teatro del cual somos espectadores a cada momento, los niños no son tontos.

Esta vez los alumnos han recibido una nueva lección, y es que con sangre la letra entra, ¿no?. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado esta vez convertidos en maestros, han enseñado a todos los alumnos presentes que el teatro es mas circo de lo que pensaban, no por el absurdo (que también), sino por la serie de pantomimas que nos hacen creer cada día, un sinfín de discursos, de leyes, y de palabrería que caen por su propio peso cuando ves las imágenes de la pasada semana. Un nuevo capítulo de la democracia que no habían aprendido en sus aulas, y es que al brutalidad policial y las decisiones políticamente incorrectas no aparecen a menudo en sus libros de historia.

Pero no nos engañemos, la brutalidad policial sigue presente en las calles, pero claro, esta vez son niños, y es que todo es distinto cuando ves a tu hijo sangrando por televisión, esta vez no vale con pasar de canal, o observar con desinterés, esta vez la gente no tiene más remedio que armarse de valor y darse cuenta de la realidad. En las calles se respira rabia, descontento, indignación, pero…¿Cuanto durará?

Sinceramente, espero que alguno de tus alumnos decididos a convertirse en guardianes hayan meditado acerca de lo sucedido estos días. Y si han llegado a la conclusión de que es mas licito negarse a una orden que convertirse en una marioneta de la injustica (moralmente hablando, claro), entonces David es que eres un profesor excelente. Ojala lo seas, porque sino, menudo futuro nos depara...

Un saludo!

Alba

David P.Montesinos said...

Gracias por tu amabilidad, Alba. Lo más lamentable de este asunto es que, por paradójico que parezca, la movida reivindicativa de la enseñanza pública, que dura ya por cierto varios años aquí en Valencia, como muy sabes, se está beneficiando a efectos de imagen de las atrocidades de la semana pasada. Entiendo que la gente se sienta conmovida por imágenes como las que hemos visto, que hacen pensar que estamos en una de esas sociedades aparentemente poco civilizada donde se intimida a golpes al discrepante. Es preocupante ver a un tipo enorme y armado arrastrando del pelo a una cría. Pero recojo tu sospecha: cosas de éstas pasan con frecuencia. Da la impresión de que caminamos en sentido regresivo a una sociedad más represiva y menos libre.

Suerte con los asuntos en que andas y ten cuidado ahí fuera.

Anonymous said...

Si consigue inculcar a sus alumnos la capacidad de cuestionar jamás trabajarán de policías.


Hironias.

David P.Montesinos said...

Es posible. Algunos proyectan ese futuro -como algún otro que se plantea ingresar en el ejército- porque ven su futuro laboral muy oscuro, cosa que comprendo. Otros acaso vivan presos de la mística que teníamos en el cole cuando veíamos Starsky y Hutch, no lo sé. Yo desde luego no valgo para vigilar ni para castigar, por más que a veces parece que sea parte de mi trabajo, la parte que más detesto, desde luego.

En cualquier caso creo que la convivencia necesita ser protegida por las instituciones, y prefiero una policía que entienda la importancia de asegurar la paz en las calles que unos agentes destinados a reprimir las libertades. Me preocupa más lo que defienden algunos -y conste que no le acuso a usted de pensar tal cosa- de que la seguridad es algo que se pueden permitir quienes pueden pagársela. Me gustaría pensar que cuando mi familia va por la calle pueda hacerlo sin miedo. Veo violencia en las calles, debemos exigir a quienes tienen la obligación de velar por la paz que sean parte de la solución y no parte del problema. Y temo que no es la derecha quien va a hacerlo.

Anonymous said...

La cuestión es que la policía no puede entender nada que no venga de aquellos que les mandan. Perdón por el exceso; acatar.

Sí, son las instituciones con las que tendríamos que relacionarnos sin demasiados intermediarios (como los citados) y bastante menos burocracia. Para eso queda mucho camino. Entre otras cosas dejar las cosas en su sitio.

Si mi futuro laboral dependiese de pegar cuando me lo manden desde luego me moriría de hambre.

Lo único que me molesta es que se le dé vela en este entierro al más oportunista y repulsivo segmento del sistema. Por muy necesario que sea, no deja de ser una prolongación de nuestras secretas miserias, políticas, educativas, ciudadanas...


Un gran avance seria que fuesen atados de la mano de un juez que solo les suelta cuando verdaderamente la irracionalidad ha ganado la partida, y aun así habría que pedirle cuantas al juez.

Espero con ansia un robocot... mientras tanto, espero no tener que necesitar su ayuda, que llegado el caso prefiero provenga de cualquier ser humano que gratuitamente me eche un cable.


Hironias

David P.Montesinos said...

Definía Max Weber al Estado como aquél que tiene el monopolio legal de la violencia, lo cual no es en sí mismo ni malo ni bueno. Lo que sí creo es que en la medida en la que sean instituciones razonablemente democráticas nos será posible a los ciudadanos cuestionar y pedir responsabilidades por acciones claramente abusivas como las de la semana pasada. Por eso muchos pedimos en las manifestaciones correspondientes la dimisión de la Delegada del Gobierno, a lo que yo añado al caballero que, desde la policía misma, se refería a los jóvenes agredidos como "el enemigo". Son este tipo de actitudes las que convierten a las fuerzas del orden en cuerpos represivos y es a esto a lo que nos tenemos que oponer.

En lo demás permítame que insista. Cuando un juez -se llame Garzón o como sea- ordena la detención de un político corrupto, de un torturador argentino o de un señor que mete una bomba en el metro y se carga a cien infortunados, deben ser enviados profesionales especializados y habilitados en el uso de la fuerza. Cuando un tipejo pasa a velocidad abusiva con su coche por mi calle y pone en riesgo por ejemplo a mi familia, yo sé muy bien que si llamo a alguien para que proteja mis derechos es a la policía, por la sencilla razón de que al tipejo en cuestión le importa un pito lo que yo pueda reprocharle. No sé si usted y yo necesitamos a la policía, seguramente no, pero muchos ciudadanos si la necesitan porque sólo así nos podemos preservar contra su agresividad y su incapacidad para convivir.

Tobías said...

Como te comenté, pude asistir a lo que ocurrió en las jornadas del jueves y el lunes ante al instituto Luís Vives. Tengo claro que los hechos gravísimos del lunes tuvieron como origen órdenes directas de la delegada del gobierno y probablemente, como sugieres, una estrategia del gobierno central para dar un aviso a navegantes. El despliegue de la policía durante los días anteriores había sido desproporcionado e intimidador, pero la actuación del lunes fue más propia de una dictadura o de un estado de sitio que de un gobierno que intenta salvaguardar el orden y los derechos de los ciudadanos. Esa línea de policías con aspecto siniestro, con armadura al estilo de Robocop, plantados ante un grupito de estudiantes, indignados por las persecuciones y apaleamientos que habían sufrido desde la mañana, será una imagen que olvidaré difícilmente. A nadie, solo a la torpeza infinita de algunos que nos gobiernan, puede escaparse que la violencia policial no solo fue incapaz de calmar los ánimos y controlar la situación sino que produjo un desborde generalizado que dejó esta ciudad al borde del estallido social. Y por cierto, fue la conciencia de los que protestaban, convencidos de que solo la vía pacífica legitimaba sus reivindicaciones, lo que evitó enfrentamientos mucho más duros.

No quisiera ponerme en plan sectario, criminalizar a la policía o utilizar argumentos de manual de agit-prop, pero toda la parafernalia con la que se gestionó este asunto (armaduras, carreras porras en mano, ensañamiento, calles ocupadas por furgones policiales….) no buscaba sino crear miedo, el miedo que han pretendido generar inútimente los que no son, no lo olvidemos, más que el brazo ejecutor de quienes nos gobiernan, esos que protegen sus privilegios de casta.

La violencia represiva que hemos tenido que padecer en nuestras calles durante esa especie de semana trágica me remitía directamente a los últimos años del franquismo, o a la fase más dura de la Transición. Creo que nos han mostrado la cara más fea de un poder que se ve cuestionado y solo es capaz de responder revolviéndose rabioso contra sus ciudadanos. Es la imagen de una democracia frágil, o lo que es peor, de una democracia que nunca ha llegado a construirse del todo.

Comparto lo que dices sobre la derecha española, considero que sus razones son incompatibles con la democracia participativa, están acostumbrados al “ordeno y mando”, a la pacífica sumisión y a la arbitrariedad. Constituyen una oligarquía que monopoliza un poder que no admite contestación porque tiene el franquismo metido en su código genético y solo entiende la paz social como paz de los cementerios, impuesta por sus cuerpos de élite. Aquí ha habido un expolio financiero y nos lo van a hacer pagar, aunque sea a sangre y fuego.

Me has hablado en varias ocasiones de la importancia que está adquiriendo Spinoza para el pensamiento de izquierdas, como un referente que había sido olvidado y que ofrece una lectura subversiva de lo más provechoso. Pues bien, dijo Spinoza lo siguiente en su “Tratado político” lo siguiente:

"La paz no es, en efecto, la privación de guerra, sino una virtud que procede de la fortaleza del ánimo; es determinación constante de hacer todo lo que debe hacerse conforme al decreto común de la ciudad. Por otra parte, la ciudad cuya paz depende de la inercia de los súbditos, que son conducidos como ovejas para que sólo aprendan a servir, se denomina más adecuadamente un desierto que una ciudad."

Anonymous said...

No hacía falta la insistencia, le entendí perfectamente desde el principio, la policía es tan necesaria para esta sociedad como la pata de palo o las muletas para quien le falta una pierna o está cojo.

Si me permite que sea yo quien insista; si el cojo usa la pata de palo como un garrote no se hacen monográficos televisivos desgranando minuciosamente el actuar de la garrot.. Me temo que durante los próximos meses, años (ojalá me equivoque) el garrotazo puede ser actor principal

En estos días he visto como los portavoces de los sindicatos de policía se paseaban por platós de televisión y redacciones de prensa explicando sus razones, justificando sus actos. Hinchados de un protagonismo al que no harán ascos.

Me parece propio de una sociedad miope seguir insistiendo en los valores o creencias de sus cuerpos de seguridad como si estos fuesen autónomos. La realidad es que un policía lo seguirá siendo mientras obedezca al gobierno, democrático o no.

Un individuo puede tener miedo a ser apaleado y/o encerrado, es la propia sociedad quien le castiga. Si una sociedad tiene miedo, esta no puede considerarse más que un rebaño con todas las limitaciones de autogestión que ello comporta.

Mientras la derecha puede ser comparable a un automóvil que ha ido incorporando nuevas tecnologías pero básicamente es lo mismo y tiene el mismo fin, la izquierda comenzó siendo una escultura renacentista para concluir en un truño postmoderno. No sé si esto último le da miedo a la gente, pero es lo que han elegido.
Al fin y al cabo esta sociedad que ahora se desmorona solo es el reflejo de un engaño. Intelectuales "de izquierdas" viviendo (muy bien) bajo los preceptos del liberalismo más obsceno, profesionales de todo tipo que no levantan la voz salvo cuando las decisiones perjudican su propio confort. Y no estoy diciendo que por ejemplo un político de izquierdas solo critique los beneficios de la banca o los abusos de la analfacastabeta empresarial cuando no gobierna, o que los profesionales de la justicia solo vigilen con lupa la limpieza con que se llevan los casos de aquellos con quienes se identifican ideológicamente o mantienen interese,, o que los profesionales de la educación sean un tanto tímidos a la hora de cuestionar un sistema que condena al fracaso al 50% de los alumnos, o ciertos profesionales de la sanidad que como por arte de magia se hacen objetores de conciencia, solo cuando no cobran por la intervención. No. Pero también.

Existen situaciones en que son tantos los procesos bloqueados que la única solución es guardar los datos y hacer un reset.


Hironias

David P.Montesinos said...

Le pido disculpas si la insistencia era innecesaria. Estoy tentado, no se imagina usted hasta qué punto, a sumarme sin ambages a su propuesta del reseteado de nuestra sociedad, pero sólo puede hacerlo -porque intento ser, más que moderado, consecuente y constructivo- con algunas reservas.

Creo que, por ejemplo, el modelo político dentro del cual se hace posible la gobernanza requiere una profunda transformación. Pienso en la ley electoral, en el funcionamiento de los partidos y su modelo de financiación y de listas cerradas, en los ayuntamientos, en la monarquía... Pienso también en la impotencia institucional para establecer un modelo de fiscalidad capaz de responder al capitalismo de la globalización. Las tasas como la Tobin para gravar las transacciones del capital, la impunidad de los agentes financieros, el poder de los bancos, los paraísos fiscales... ¿Reseteo? Sí, pero no veo otra manera de hacerlo que concienciar a la gente sobre ello y obligar a los gobernantes a legislar en favor del global de la ciudadanía. Otras posibilidades me producen inquietud, reconozco en ello una cierta cobardía.

Respecto a lo que dice de los intelectuales, y más en concreto de los profesionales de la educación, sólo un matiz. Yo empecé a entender que la derecha española tenía un proyecto para destruir la enseñanza pública hace ya mucho tiempo, por eso no he esperado a que me redujeran drásticamente el sueldo para salir a manifestarme. He perdido la cuenta de la cantidad de movilizaciones de todo tipo en que he participado en el último lustro, y eso por no remontarme a más atrás. Entre mis compañeros hay personas acomodadas e incluso reaccionarias y otras que creen que la trinchera desde la que se lucha contra la desigualdad y el dominio es el aula. Son estos los que consiguen que la supervivencia de la escuela sea mejor que su definitiva conversión en esa especie de beneficencia desacreditada en que intentan convertirla bajo el principio de que si quieres educación de calidad, pagátela. No creo ser tibio en la defensa de la escuela pública,llevo toda mi vida en esa batalla. No pretendo con ello sentirme aludido por su crítica a los profesionales de la educación, pero creo que la generalización debe ser matizada.

NO deje de aparecer por aquí cuando lo juzgue conveniente. Pienso mucho en todo lo que expone.