Friday, November 21, 2014

EL DÍA DEL NIÑO Y OTRAS COSILLAS QUE SE ME OCURREN

1. Una cría juega y corre alocadamente en un parque. Cae de repente ante mí golpeándose en la cara. Llora estrepitosamente porque de verdad se ha hecho daño. Un detalle minúsculo desata en mí una corriente de afecto y protección hacia la pequeña desconocida: lleva la boca llena de una galleta maría deshecha. Pienso en la lucha y el amor que hay tras la proustiana galleta de la merienda. No podemos permitirnos el desaliento, no tenemos derecho a abandonar la partida ahora. La desatención y el sufrimiento de los niños no será tolerable jamás. 

2. En este país uno de cuatro niños vive por debajo del umbral de la pobreza. Creo tener que ver algo con ello, por eso me avergüenza el dato. A Rajoy, no, y seguro que a Rodrigo Rato o José María Aznar aún menos. No son siquiera capaces de imaginar lo que es la pobreza porque ni la han tenido cerca ni se han sentido jamás amenazados por ella. Sus esposas -bueno, la de Rato no- hacen obras de caridad, eso a lo que el zote de Bush llamaba "capitalismo compasivo". Duermen tranquilos diciéndose que cumplieron con su deber, que fueron inflexibles con sus enemigos y que, en definitiva, estuvieron a la altura que la nación les exigió. Qué prosa tan vulgar, qué exigua épica quedará tras sus cadáveres. 

3.  Es falso que ya no quede espacio ni tema para los grandes relatos. La epopeya de la gran novelística del XIX revive hoy, pero los Goriot, Raskolnikov, Twist, Sawyer, Pym o Fortunata y Jacinta de ahora toman la efigie de una mujer del Chad en un cayuco con su bebé, huyendo del hambre, la guerra y la peste. Nada le diferencia de los viejos héroes que se abrían paso a dentelladas para sobrevivir. Esto lo desconocen los oligarcas, pero son aquéllas las sagas que cantarán los rapsodas del futuro. No enardecerán a las masas hablando de Florentino Pérez, Juan Roig o Amancio Ortega más que para recordar que, como aquel Kane de Wells, la fortuna suele envilecer a los humanos. 

4. Hago noche en el hospital como acompañante. Observo con detenimiento el trasiego nocturno de los pasillos, los relevos por la atención de los enfermos, la concienzuda aplicación de los tratamientos, las bromas privadas entre los enfermeros...Extraigo una conclusión: quienes quieren privatizar los hospitales, es decir, regalar a algún amiguete el poder de precarizar aún más la vida de unos profesionales magníficos en nombre de la "eficiencia", son en realidad los únicos culpables de ese supuesto fracaso en el que se legitiman para destruir la sanidad pública. Son ellos, no los trabajadores, los que hacen mal su trabajo, entre otras cosas porque, además de corruptos e incompetentes, son unos zánganos. Es de ellos, y no de la sanidad pública, de quienes hemos de deshacernos. Ténganlo en cuenta cuando acudan al hospital, y acuérdense cuando voten. 

5. La misma candidez con la que los cerriles votarían a Florentino Pérez  si se presentara a elecciones generales es la que exhiben quienes se ponen por sistema bordes con enfermeros y médicos en los hospitales públicos. Sorprendentemente, es algo que no hacen cuando acuden a un centro privado. Hay algo en este país -y por eso estamos a la cola de las naciones desarrolladas- que nos inclina a defenestrar lo que es de todos. Por contra, a las riquezas de los oligarcas se les presta una misteriosa pleitesía. Debe ser porque, secretamente, se les admira, por más que, pensándolo bien, nada me parece de peor gusto que querer parecerse a Florentino Pérez, qué horror. 

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