Saturday, May 28, 2016



¿LIBERTAD DE ELEGIR? A VUELTAS CON LA ENSEÑANZA CONCERTADA

El pasado domingo se celebró en Valencia una multitudinaria manifestación en favor de la escuela concertada. Las razones por las que invadieron las calles tantas personas a las que es difícil ver en otro tipo de actos reivindicativos son sencillas, los  líderes de los colegios concertados les han llenado la cabeza de amenazas pueriles, pero eso no deslegitima el acto. Tienen todo el derecho a manifestarse, yo lo he hecho cientos de veces en favor de la escuela pública, lo único que pasa es que no tienen razón, no la tienen en absoluto, salen a la calle simplemente para proteger un privilegio odioso. 
  
Recientemente se anunció que el Conseller Marzà cerraba un puñado de unidades de la concertada y concedía unas cuantas más para la enseñanza pública. Con ello no ha hecho sino revertir muy levemente algunos de los innumerables recortes que el gobierno popular fue aplicando durante muchísimo tiempo, en especial durante lo peor de la crisis, sobre la red pública. El camino de la recuperación sería en cualquier caso tan largo y tortuoso, que dudo que al actual gobierno de la Generalitat disponga del tiempo y el coraje para que la pública supere el tremendo desprestigio en que ha caído gracias a los gobiernos de derechas que han dominado España en las últimas décadas.

No deja de llamar la atención que numerosos próceres del PP acudieran a la manifestación y clamaran por la libertad al ritmo de Jarcha, aquella canción de la transición que pedía "libertad sin ira", tiene guasa la cosa. Jamás les he visto manifestarse por la escuela pública, lo cual es muy normal, dado que eran ellos los que la devastaban. Es bueno que se sepa de qué lado está cada cual. 

El slogan de la manifestación "libertad de elegir", que proviene del mayor ideólogo de la revolución conservadora del último medio siglo, Milton Friedman, responde de entrada a un error gramatical por redundancia: la libertad solo puede ser para elegir, si no no es libertad. Los planteamientos de la Escuela de Chicago, cuna de los think tanks de la derecha anglosajona, es clave para la difusión internacional del pensamiento neoliberal que asociamos con la era que se inicia con Reagan y Thatcher. El Estado es un problema antes que una solución, y su inclinación, como la de los sindicatos, es ponerle frenos al libre mercado, único agente de prosperidad y bienestar general. El modelo de globalización que tenemos es ideal, pues propicia el intercambio de capitales y mercancías sin problemas, y con ello la prosperidad y la democracia. La Caída del Muro de Berlín es entonces el pistoletazo de salida para un mundo donde el capitalismo es el único orden legítimo.  

Todo esto es mentira, desde luego, pero parece que vamos a necesitar nuevos cracks financieros para percatarnos de que el mercado no es capaz de autorregularse y que, de igual manera que crea riqueza, es un colosal agente de desigualdad. En cuanto a la globalización, está siendo un proceso esencialmente financiero, es decir, se basa en facilitar el traslado de riqueza hacia las élites. Diríase que el sistema se ha vuelto loco y que se nos viene encima toda suerte de amenazas, desde el modelo asiático de explotación esclava hasta el desmantelamiento de los servicios públicos o la  catástrofe ecológica.  

Curiosamente Friedman se manifestaba contrario al corporativismo o, para que se me entienda, al "capitalismo de amiguetes", donde las grandes empresas se apoyan a las prebendas que, caprichosamente, les conceden los políticos. Debe tener algo que ver con esto que Esperanza Aguirre, nuestra gran thatcheriana, reclama que no se subvencione la holganza y defiende la cultura del esfuerzo. 

Si somos realmente liberales, entonces debemos preguntarnos más que nunca por qué la enseñanza concertada.

Se trata de un modelo creado por el PSOE, supuestamente con la intención de garantizar el derecho a la escolarización en aquellos lugares que podían carecer de establecimientos públicos que aseguraran el servicio. Nació pues como un sistema transitorio. La gran perversión de un modelo destinado a durar un tiempo es que se eternice, como está pasando. El problema es que ahora ya no puede eliminarse. El PP, como Convergència en Catalunya, lo ha concertado absolutamente todo, incluyendo centros de élite.  Incluso el PSOE ha sido extraordinariamente generoso para sufragar con mi dinero las escuelas pertenecientes a órdenes eclesiásticas, aparte de algunos laicas. 

Al financiarse con dinero de todos, uno piensa que deberían cumplir con prerrogativas idénticas a los de la pública. Esto en la práctica no es así. Los concertados segregan a su clientela; pasen por delante del instituto donde trabajo y a continuación por otro religioso y llegarán fácilmente a la misma conclusión: viven del erario público, pero, en un servicio básico como es la educación, aplican pautas de empresa privada, y lo hacen sin ninguna piedad porque, antes que religiosos, son un negocio y su objetivo es sostener el enorme poder que la Iglesia tiene en este país. Ese poder, por la cicatería de sus fieles, que no quieren pagarlo, se sostiene porque lo tenemos que pagar los demás. Es similar a lo que ocurre con la asignatura de Religión, elevada al máximo rango con la Ley Wert, o con el célebre impago del IBI en los inmuebles de propiedad eclesiástica. 

A mí no me engañan. Es la enseñanza pública la que hay que defender y la que resulta verdaderamente dañada por la sencilla razón de que es la más débil. Llega el turno de que seamos nosotros los que nos movilicemos.  

2 comments:

Anonymous said...

Supongo que la ciudadanía tiene un formidable melocotón respecto a libertad, normatividad, poder, justicia etc. Pienso que todos aquellos que intercalan aquello de “sería la anarquía!!” cuando opinan sobre el papel del individuo en sociedad, se refieren al grado de libertad que puede comprarse, por tanto un pobre debe tener menos capacidad de elección que alguien menos pobre; los hijos de unos van a colegios públicos, los de otros a concertados o privados: anarcocapitalismo.

La libertad no se puede tratar como objeto de estudio aislado sin tener en cuenta la circunstancia política. Quienes votan una opción que no consigue el poder necesario para influir en el BOE, son libres hasta donde les permite la ley aprobada por una mayoría. Como resulta que el concepto democracia aún sigue siendo un potingue donde caben aditamentos de toda índole (moralinas, costumbres, intereses disfrazados de ideología etc.) el cóctel resultante de la mezcla libertad con todo lo que quiera añadirse es simplemente un alucinógeno que consigue que lo único aceptado sea la legitimidad para comprar y vender privilegios. La sociedad es anarco selectiva.

La democracia potingue, hace posible que la gente se manifieste por “la libertad de elección” sobre la calidad de un derecho y no por el derecho en sí. Se da por sentado que los derechos de estas democracias que se miden por su “calidad” se ponen a disposición del consumidor al igual que la carne o el pescado en un supermercado, sí, todos tenemos derecho a comer carne; pero la calidad dependerá de lo que se pueda pagar, si es que puede.

Cuando una sociedad en su conjunto reconoce un derecho, no puede admitir que tal derecho sea mercantilizado. Cuando alguien se manifiesta por la libertad de elección de escuela concertada o pública, no se manifiesta por el derecho a la educación. Al igual que la justicia, la salud, la igualdad de oportunidades etc. grados de un derecho.

El señor M. Friedman, al igual que tantos y tantos otros que no han hecho más que escribir estupideces a cual más surrealista, son –en tanto se les sigue estudiando como si sus sandeces escondiesen un secreto por descubrir- el síntoma del síndrome que padece la sociedad humana. Quienes hacen posible que de las universidades salgan una tras otra remesas de botarates cuyo cacao mental les mantiene “entretenidos” hasta que son conscientes de su atrofia cerebral, momento en el cual se dan cuenta de que solo vale “sálvese quien pueda” son los eternos arquitectos de la civilización.

Estos atrofiados filósofos, historiadores, teólogos, sociólogos, psicólogos, médicos etc. terminan aceptando la eterna máxima: quien no tiene nada, debe enseñar a sus hijos a andar el camino, quien tiene mucho, puede construir el camino para ellos; estos son los derechos de la selva. ¿calidad democrática? Mercantilismo de pastel para una sociedad inepta.

MA

P.D A vueltas con lo de siempre David.

David P.Montesinos said...

Por cuestiones ajenas al tema de debate tardo en publicar y en contestar. Disculpe ambas cosas y disculpe también la levedad de la respuesta, levedad que le aseguro no aplico a la lectura de su interesante post. Al leerlo me asaltan dos sensaciones contradictorias. Por una parte me parece difícilmente refutable, por otra me inquieta, me parece desesperanzado. No sé si es una cuestión de visión del mundo, de estado anímico. Usted tiene razón en sus críticas, pero yo veo por todas partes a personas peleando metro a metro contra poderes mucho más ubicuos y implacables de lo que nos creemos... y muchos salen a flote y, a veces, incluso consiguen que el mundo cambie un poquito. No le contraataco, sólo le doy a conocer el lugar desde el que hablo, y ese lugar tiene mucho que ver con aquello de Gramsci sobre el pesimismo de la realidad y el optimismo de la voluntad.

Tenga cuidado con Friedman. Tuvo y, por increíble que parezca por el evidente fracaso de sus planteamientos, sigue teniendo infinidad de seguidores. Apareció en el momento oportuno y explotó astutamente los miedos de las crecientes clases medias occidentales para convencerles de que las instituciones y los derechos son el Mal para la prosperidad. Es precisamente lo contrario de lo que proponen los llamados liberales, cuanta menos democracia mejor para la "economía", entendiendo economía como el mecanismo que permite a la oligarquía multiplicar sus beneficios y aumenta continuamente la cantidad de pobres.