Friday, October 21, 2016

LA RELIGIÓN EN LA LOMCE

Entre los numerosos esperpentos creados por el Gobierno de Rajoy no ha sido el menor el del Ministerio de Educación, dirigido por José Manuel Wert. Nadie, absolutamente nadie fuera del PP se ha privado de reprobar su trabajo. ¿Por qué se premia a un mal ministro con un opíparo puesto de trabajo en París, para más inri al lado de su novia? Retorcido, pero sencillo si nos atrevemos a pensar mal, que es lo mejor que debemos hacer cuando la derecha se hace cargo de los servicios públicos, en los cual no cree salvo para regalárselos a sus acólitos: Rajoy le dijo a Wert que tenía cuatro años para cargarse la educación pública. Se habría de tragar muchas situaciones desagradables, como la de aquellos universitarios premiados que le negaron el saludo, se crearía legiones de enemigos, pero al final sabrían agradecerle generosamente los servicios prestados, pues se trataba de favorecer la privatización de los servicios educativos. 

La mayor obra que Wert nos lega es la LOMCE, enésima ley de educación y que tiene el mérito de haber puesto de acuerdo en su contra a todas las fuerzas parlamentarias, excepto, claro está, el partido de Rajoy. Es curioso que ahora, cuando el PP se ve en la necesidad de pactar, sus portavoces arguyan que siempre estuvieron dispuestos a hacerlo. Respecto a la LOMCE no dudaron en pasar el rodillo, les presentaron cientos de enmiendas y no aceptaron ni una. Ante la proximidad electoral, la sensatez mandaba demorar su aplicación en las comunidades autónomas, pero, muy al contrario, optaron por acelerar el calendario, de manera que, si perdían, pondrían a los nuevos gestores en todo tipo de apuros, y si ganaban, ya se encargarían ellos mismos de lidiar con los numerosos desperfectos. No contaban con que estaríamos más de un año en el impass del desgobierno, o que, de volver a gobernar, lo habrían de hacer en minoría y con la perentoria exigencia de negociarlo todo. La Lomce nació muerta, pero es un zombi que nos va a estar molestando durante mucho tiempo, pues ahora su detención ya no es posible a corto plazo. 


Soy profesor de Filosofía. Ya no doy la materia a la totalidad de alumnos de 2º de Bachiller, donde Wert la ha convertido en una optativa más entre otras muchas para la especialidad de Humanidades. Dada la trascendencia que yo le otorgo a la Filosofía, no es difícil imaginar cómo me ha caído esta postergación que pone a la más antigua de las ciencias al lado de la Psicología, la Religión o la Economía de la Empresa. 

Hay no obstante un detalle en que no hemos reparado lo suficiente y que creo que tiene una trascendencia determinante en el espíritu de la letra lomciana: el estatus de la asignatura de Religión. 


Hasta que se aprobó la LOGSE, la Religión era, como recordamos los que peinamos canas, alternativa a la Ética. No está mal del todo teniendo en cuenta que hasta el final del Régimen había sido obligatoria, mecanismo propio de los Estados teocráticos como Sudán, Arabia Saudí o Pakistán, en los cuales rige la sharia o ley coránica. Dados los acuerdos con la Santa Sede y la inevitable presión de los derechos constitucionales propios de naciones laicas, la Religión continuaba, pero convertida en asignatura de segundo rango, sin evaluación posible y con la llamada "Actividad alternativa" como posibilidad del alumno para esquivarla. Aquello hizo más evidente lo que ya sabíamos de la alternativa anterior: se trataba de castigar a los alumnos que no dieran Religión, obligándoles a quedar en el Centro sin ocupación determinada para garantizar el supuesto derecho de sus minoritarios compañeros a recibir la enseñanza doctrinal que sus familias reclamaban. 

Con la LOMCE, que recupera la optatividad Religión/Ética, nos hemos subido a la máquina del tiempo, una regresión en toda regla que no ha sido aún peor -es decir, obligar a todos los alumnos a ir a Religión- porque la democracia es a veces un fastidio muy grande. 

¿Y por qué no clases de fe coránica o judía? No me hago demasiado esa pregunta porque no quiero dar ideas, ya que se me ocurre si no tendrían también ese derecho los Testigos de Jehovà, los Adventistas del Séptimo Día, los Cienciólogos o los adoradores del diablo, que también tienen su corazoncito, aunque sean menos que los católicos. 

Pero yo tengo una pregunta mejor. Si en todos los cursos de la ESO se da Religión con la Ética como alternativa, ¿por qué entonces se opusieron tanto a la Educación para la Ciudadanía? Lo que han conseguido es que dicha asignatura -ahora llamada Valores Éticos- se extienda por todo el periodo secundario, desde los 12 hasta los 16 años. 

En cualquier caso el planteamiento es fácilmente rebatible. La Religión no puede ser alternativa a la Ética porque son disciplinas incomparables. El enemigo del laicismo cree que los valores éticos deben fundamentarse en la fe, pero los principios de justicia y virtud que sostienen las legislaciones morales que rigen la convivencia en libertad no se sustenta en la fe sino en la razón, como se advierte en las constituciones democráticas de las naciones civilizadas o en la Declaración de los Derechos Humanos. 


Una vez más nos ilumina el magisterio del viejo Kant, que, como buen ilustrado, no veía incompatibilidad ninguna entre la fe cristiana que él profesaba y la convicción laicista. El problema del deber no puede ser resuelto desde la Revelación sino desde la Razón, no al menos si lo que queremos es la convivencia en libertad. La Ética no es una ciencia como la Física porque no describe hechos; no es cuestión de razón teórica, sino de razón práctica, ergo sí es materia de razón y no puede privarse de su reflexión a ningún alumno, tampoco a quien en conciencia y de forma privada abrace una determinada confesión religiosa. 

La LOMCE contiene una disposición secreta pero perversa. La Conferencia Episcopal elige a los profesores de Religión, aunque les paga su salario la administración, como a cualquier otro profesor, con la diferencia de que a aquellos no se les exige una oposición, sino ser seleccionados por los clérigos. Cada uno de estos profesores, cumpliendo órdenes estrictas por la cuenta que le trae, pone un diez por decreto a todos sus alumnos, excepto al que le arranca una mañana la cabeza a un compañero, en cuyo caso se conforma con un nueve. Con el tiempo, al comprobar que las medias suben espectacularmente si eligen Religión y no Valores Éticos, incluso los alumnos menos piadosos irán optando por aquella, pues si no quedarán en dramática desventaja a la hora de acceder a los estudios superiores. 

Por mi parte no tengo intención de ponerle un diez en Valores a nadie que no se lo merezca. Pero es que Dios no está de mi lado, es evidente.    
  

2 comments:

Ricardo Signes said...

Hay algo más en esta derrota que está tomando la educación: la emergencia de una competencia básica llamada "sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor", que según la LOMCE debe afectar transversalemente a todas las asignaturas. Me acuerdo que no hace mucho eran saludados en los altares del emprendedurismo hombres de la talla de Ruiz Mateos y de Mario Conde, considerados el no va más de la iniciativa. No sé quién llenará ahora las hornacinas vacías de ese imaginario empresarial. Seguramente alguien que no estudió ni filosofía ni valores éticos. Tal vez por eso el gobierno del PP se afana en convertir en residual la asignatura de filosofía; y tal vez también, ahora que ya saben que tenemos LOMCE para otra legislatura, consideren reforzar el éxito de los emprendedores con otra competencia complementaria: "aprender a obedecer y no decir ni mu".

David P.Montesinos said...

Gracias por el comentario, Ricardo, y por la paciencia,pero llevo días sin apenas tiempo para sentarme delante del ordenador, entre otras cosas porque últimamente no paro de hacer "paperasa". (¿a ti no te pasa?) Lo del portador de las hornacinas se me antoja sumamente dudoso. Podríamos proponer a Rodrigo Rato. Respecto a la filosofía, llevas razón, aunque me temo que no es solo cosa de la derecha. El PSOE, por ejemplo, nos la tiene jurada desde la logse, seguramente lo recuerdas. La tecnocracia, por lo visto, siembra adhesiones a todos los lados del espectro ideológico. Si conocemos bien la historia del país no nos extrañará tanto.