Saturday, December 02, 2017

A VUELTAS CON STILL MORRIS



Muy divertida resultó, después de todo, la presentación en la Librería Ábacus de Cambio de ritmo, el libro de Eloy Pardo, más conocido en los ambientes musicales como Still Morris. 

Me hizo el honor de convertirme en introductor y salvé el trámite lo mejor que pude. Debo reconocer que incidí más en la larguísima experiencia biográfica de Pardo como empleado de banca que en su faceta musical. Quizá sea porque siempre he sospechado que el arte se explica por sí mismo, de ahí que fuera mucho mejor que Eloy hiciera de Still Morris, su alter ego musical, e interpretara en vivo y en directo algunas de sus canciones, y no que yo intentara explicar su sonido. 

Conviene tener presente el hecho que otorga singularidad al personaje y que le hizo ser incluso protagonista de algún periódico y algún telediario hace ya unos cuantos años: Pardo llegó a ser un más que notable ejecutivo financiero. En el momento en que menos cabía esperarlo, justo cuando los suelos de mármol de los corredores del Poder se alfombraban para él, Eloy Pardo decidió saltar del tren en marcha y convertirse en el músico que siempre llevó dentro. Y ello aunque, por dejar de platicar de negocios en doradas oficinas con los amos del cotarro, su destino pudiera ser tocar para casi nadie en un tugurio nocturno 

Aproveché el momento para formularle algunas preguntas que el libro alimenta y que yo ya hace mucho que me vengo haciendo: ¿fueron los noventa una farsa? ¿en qué momento el capitalismo se volvió loco? ¿cuándo las cajas de ahorro olvidaron su sentido fundacional y se convirtieron en máquinas de hacer dinero?...

A lo largo de la última década, y como consecuencia del shock colectivo provocado por la recesión, nos han intentado convencer -creo que con éxito- de que somos culpables de haber vivido "por encima de nuestras posibilidades", y que ahora lo tenemos que pagar. También nos han dicho que los Estados ya no pueden sostener la sociedad del bienestar y que es mejor desembarazarnos de ellos, que la única alternativa al capitalismo es más capitalismo, que la precariedad es el destino de nuestros jóvenes y los empleos seguros una especie en extinción... 

Un oligarca norteamericano dijo recientemente que la lucha de clases -aquello de lo que tanto habló Marx- sí existía, y que por ahora "nosotros vamos ganando". Con la globalización el mundo tiene nuevos amos, y su objetivo no es otro que servirse de las crisis y el miedo de la gente a desastres aún peores para continuar con el proceso actual, es decir, seguir trasladando riqueza desde las clases medias y humildes hacia las grandes fortunas. 

No quiero confundirles, ni Cambio de ritmo es un diagnóstico sobre los males de la sociedad tardoindustrial ni Eloy Pardo fue un quintacolumnista anarcoide empeñado en destruir el sistema desde dentro. Lo interesante de la crónica que nos ofrece es que el protagonista reúne la lucidez suficiente como para observar y dar cuenta fríamente de una lógica financiera respecto a la que se sabe no inocente, pues participó de ella durante décadas. 

En algún momento, ya en plena madurez, experimentó un temor difícil de describir pero que conocemos muy bien quienes sufrimos de vértigo. Es un mal de altura, un misterioso mareo que, desde muy adentro, nos indica que si damos el paso para crecer más, para expandir todavía más nuestras ambiciones y acceder a los cuadros de mando más elevados... entonces nuestro propio poder, nuestra grandeza, nos destruirá. 

En algún momento, mientras el capitalismo enloquecía -antes de empezar a morir de su falso éxito- Eloy Pardo hizo lo que seguramente ninguno de sus compañeros de trabajo pudo entender, de ahí que le trataran de loco y de outsider, por más que él insiste, una y otra vez, en su absoluta normalidad... Como sugiriendo que lo anormal es vivir estresados y encarcelados por una ambición inexplicable, esa que nos indica que cuanto más dinero ganemos, más dinero querremos. 

Merece la pena leer a Eloy Pardo... Y escuchar a su Mr Hyde, Still Morris, claro. 



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