Wednesday, May 01, 2019

POR QUÉ LE CREEMOS

Digo "creemos", presuponiendo un nosotros del que participo, sin que ello suponga necesariamente que yo le haya votado. Voto sin entusiasmo porque, más por cautela que por anarquismo, he aprendido a no esperar gran cosa de la política. También porque, al contrario que algunos de mis allegados, jamás me he vinculado ni de hecho ni emocionalmente a ningún partido. Voto aquello que creo que es más conveniente para mí y para la mayoría, y si gobiernan aquellos a los que he apoyado me preparo para que me decepcionen unas cuantas veces por semana sin que ello me empozoñe el alma ni me convierta en cínico. Sé que la misión del gobernante es, al menos en parte, tomar decisiones impopulares, y que sólo quien se atreve a tomar el timón del barco en que todos vamos carga sobre sus espaldas con la responsabilidad del error. 

Mi razonamiento es muy sencillo: si en las listas electorales hay hombres buenos, debemos ayudarles; si son bandidos o miserables, como tantas veces hemos visto, no debemos dejar en sus manos la posibilidad de decidir lo que va a ser de nosotros. 

¿Es el que ha ganado las elecciones el hombre que necesitamos? Es poco probable. No soy ingenuo, el poder está hoy muy lejos de los órganos de representación, lo cual explica en términos muy sencillos la crisis de legitimidad democrática que define actualmente la situación de gran parte del planeta. "Sí se puede" es una bonita consigna, pero pretender que dependen del gobierno -y más del de una nación no central como la nuestra- factores como la precariedad, el paro, la presión migratoria o la especulación financiera, viene muy si lo que queremos es buscar culpables y vivir permanentemente enfadados, pero no estaremos entendiendo nada. 


Aún así hemos creído en él. Pedro tiene un relato, y eso hoy en día es tener mucho. Le hemos creído porque -ríanse si quieren- es un superhéroe... en el sentido más marveliano de la palabra. Como Batman, es un aristócrata que descendió a los infiernos porque los malos, empezando por los envejecidos mandarines de su partido, decidieron hacerle desaparecer. Cuando regresó de entre los muertos ya era tarde. Ante la general sorpresa, resultó imparable. ¿Talento? ¿Carisma? ¿Fortuna? No entendemos nada, no es el propio Pedro quien se ha vestido de murciélago, es la gente, empezando por las bases del mismo PSOE la que le ha llevado al trono. 

Cebrián, González, Guerra, Díaz, Zapatero... Si hay algo más dañino que los proyectiles del otro bando es el "fuego amigo". Hagan memoria: las bochornosas portadas de El País, las declaraciones de un Felipe cada vez más desenmascarado, las manos que se frotaban en el IBEX a la espera de ver caer de maduro al caballero del "no es no, señor Rajoy"... El PSOE se hacía pedazos, condenado a la irrelevancia, y sus viejos próceres asistían a la quema mientras salvaban sus culos. Sánchez saltó por encima de toda esa mugre porque la gente quiso que lo hiciera. 

Y ese relato no envejece, Vox le ha hecho esta vez el trabajo. Más allá de lo que Sánchez representa, creo entender que emergen -muy poco a poco, a duras penas- ciertas tendencias esperanzadoras entre la ciudadanía, al menos en el sur de Europa... Son corrientes que se solapan o directamente colisionan contra otras que provienen de lo más oscuro y mezquino del alma y que solamente son capaces de enrabietarse ante la evidencia de que el mundo está cambiando y que ya nada va a ser como fue en aspectos tan básicos para nuestras tramas vitales como las relaciones entre los sexos o las identidades nacionales. ¿Izquierda y derecha? Quizá sea así como se expresa cuando hay urnas, pero yo prefiero pensar en términos de la vieja disyunción excluyente: ilustración o barbarie. 


Me gusta pensar, y me asalta más la convicción desde el 15M, que la mayoría de la gente es cada vez más sabia, está más informada, viaja más y confía menos en los salvapatrias. Claro que acaso me ciega el optimismo que me produce ver que a los malos no les ha salido bien esta vez. Dijo el independentista Tardà, después de unas elecciones generales: "Ya lo veis, España no tiene remedio". 

A lo mejor sí lo tiene. Veremos. 


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