Wednesday, May 22, 2019

FINAL

Tenía la intención de escribir hoy sobre "Juego de tronos", básicamente para vituperarla y fastidiar así un poco a su multitudinaria legión de adeptos, pero lo dejo para próximas fechas. Ha surgido en los últimos días un asunto que desata mi curiosidad: a estas horas debe acercarse ya al millón el número de firmantes de la petición recogida por change.org para obligar a HBO a rehacer el final de la serie. Por lo visto es toda la temporada séptima -última de la serie- la que los indignados consideran que debe invalidarse. Sospecho que si habláramos de Telecinco no se lo pensarían, sería un negociazo... Tratándose de HBO, que no se ha ganado el prestigio en una tómbola, supongo que la petición está abocada al fracaso. Será como cuando un crío le dice a su madre que las chuches que le ha comprado no le gustan y que quiere otras, a lo que la madre contesta, muy razonablemente, con un rotundo "¡No!"

Tengo entendido que en el ámbito procesal existe la figura del "error judicial", que en situaciones excepcionales puede obligar a repetir un juicio. En territorio menos serio, el fútbol, sabemos de partidos que hubieron de repetirse por distintas causas. Incluso la Iglesia Católica es capaz, si uno tiene paciencia y bastante pasta, de anular un matrimonio. Ahora bien, en series televisivas, una propuesta de capítulo o temporada invalidada, con la consiguiente exigencia de repetición... joder, esto sí es novedoso. 

En el Londres del siglo XVII el público recibió con gran pesar la muerte de John Falstaff en "Enrique V". Era tal la atracción por aquel personaje, que hacía llorar de risa a las masas agolpadas en el Teatro del Globo, que Shakespeare se vio prácticamente obligado a resucitarlo, convirtiéndole en protagonista de una comedia posterior y satisfaciendo con ello a sus desconsolados fans. Lo que no creo es que nadie se atreviera a decirle al de Stratford que se había equivocado con el desenlace de la obra; simplemente añoraban a Sir John y le suplicaron que le volviese a dar vida. Sin salir de la literatura, es notorio que la historia de la novela está repleta de finales discutibles. No puede ser de otra manera, porque el final de un relato es como la entrada a matar de un torero, puede arruinar una faena formidable. 

En la crónica del horror a los finales amargos cobra especial significación el caso del cine clásico americano. El célebre Código Hays, que vigiló la "corrección moral" de las películas durante tres décadas, obligaba indirectamente a los autores a encaminar la peripecia hacia el "happy ending". Tratándose de un medio de masas tan influyente, la derrota de "los buenos" podía esparcir el desaliento y la disolución de las costumbres. Hasta qué punto aquellas restricciones perjudicaron al cine de la época es debatible; lo que hay que entender es que se trataba de una imposición autoritaria surgida de unas instituciones que, con la Depresión y los totalitarismos, velaban por la unidad de una nación cuya supervivencia veían seriamente amenazada.

Lo de ahora, obviamente, es otra cosa. Se ha vuelto tan frecuente que teleficciones "maelstrom" desencadenen oleadas de quejas que lo difícil es encontrar una gran serie que haya dejado satisfechos a sus seguidores con el desenlace. Acuérdense del final de "Perdidos" -que a algunos en España comparan con el esperpéntico cierre de  "Los Serrano"-, del abrupto fundido en negro final de "Los Soprano" o de la muerte fingida del protagonista en "House". 

Ya saben que me gusta llevar la contraria. Para empezar, me pregunto por qué en vez de pasar el tiempo enfadándonos por finales que nos disgustan no nos dedicamos a elogiar pequeñas maravillas como el sublime cierre de "A dos metros bajo tierra" o el igualmente magistral último instante de "Mad Men"... lo digo por aquello del vaso medio lleno. Además, qué quieren, ni me pareció mal acabada "Los Soprano" ni era ya posible otro cierre para "Perdidos". En cuanto a "Juego de tronos"... pues ya ven, yo creo que han hecho lo que tocaba. 

En cualquier caso no es el final de Poniente lo que me trae aquí, es más bien el fenómeno sociológico tan fascinante que ha desencadenado en estos siete años y que alcanza ahora el paroxismo con las reacciones a la clausura de la serie.

Sabemos desde McLuhan que un medio es siempre algo más que un medio. Internet no hace más rápido o mejor lo que ya hacíamos, internet hace otra cosa. La repercusión que obtienen iniciativas tan ridículas como la de change.org no se entendería sin la Red... es más no sería siquiera posible sin ella. Y lo inquietante es el estado de ánimo que revela. 

¿Entendemos lo que significa democracia? Hay series que ya han tratado abiertamente de construir finales a la medida de los gustos de los telespectadores. Por aquello de la confusión entre la realidad y la ficción, que es lo que caracteriza a los esquizofrénicos, podríamos también exigir que nuestras historias de amor terminaran bien, que la oposición a Cátedras en la que participo se resolviera en mi favor o que mi abuelo hubiera superado la enfermedad que le llevó a la tumba. Ya puestos, y como me temo que el Valencia va a perder la final del sábado contra Leo Messi, podríamos exigir a la Federación que sólo contemplara un final posible, es decir, el que a mí me molaría. El pequeño problema es que mi felicidad supone a menudo la desdicha de otros, lo cual, además de poco cristiano, parece poco democrático. Además, si todo hubiera de salir tal y como queremos, la vida sería un infierno de aburrimiento y creo que no tardaríamos en suicidarnos. 

Podemos considerar que el final de "Juego de tronos" es equivocado, y de igual manera los acérrimos de la serie deberían aceptar que algunos la consideremos un producto sobrevalorado. Lo que no cabe es decirle a los guionistas del relato qué deben escribir, pues en ese caso lo que yo sugeriría a los firmantes de la petición es que se dedicarán al noble oficio de guionista televisivo. Además, no estoy nada seguro de que el cabreo sobrevenga porque sea un mal final, sino porque ese final destruye a algún favorito del público. Vamos, que lo se reclama es un happy ending. Pero, ya ven, y sin entrar en spoilers, es la coherencia del relato lo que deben proteger los autores, no las preferencias de los admiradores de tal o cual personaje. 


... ¿Por qué sigo con esta sensación de que el Valencia pierde el sábado la final de la Copa? Por favor, Arya Stark, acaba con Messi.   

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