Wednesday, October 09, 2024

DETENIDOS EN SINGAPUR


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nou d´octubre… día de celebración para el País Valencià, ideal para acordarse de la Mare de Deu, las Fallas, Rita Barberà  y otras glorias locales dignas de genuflexión, paella, flores estridentes y  mascletá por todo lo alto. Ah, y el Valencia, claro, que no falte el hijo yonqui, al que también queremos pero del que cada vez hablamos menos porque en cuanto aparece consigue que se nos caiga la cara de vergüenza.

Mientras escribo estas líneas una joven pareja de valencianistas recién casados pasa las horas en un calabozo de Singapur. Se hicieron una foto con el cartel de Peter Lim go home, dejaron una pegatina con similar leyenda en la puerta de la casa del dueño del VCF, y fueron finalmente detenidos. El asunto ha trascendido, obviamente, y diferentes gobernantes y el propio club han mostrado su disposición favorable a que se resuelva sin más escándalo.

Puede parecer de dudoso gusto elegir Singapur como destino de un viaje de bodas. Por lo demás, la “travesura” de la pareja no arrastra en mí más censura que la de la candidez de los novios, pues resulta que se han ido a hacer turismo a un país donde no existen cosas como la libertad de manifestación. Lo que de verdad me parece preocupante es que pedir en público a un señor que retire una inversión financiera acabe con los huesos del demandante en una lóbrega mazmorra.

En este planeta globalizado, donde uno se da un garbeo por países terroríficos sin ver más que playas y rascacielos, se nos olvida que la democracia no es la norma. La próspera Singapur, por ejemplo,  es un “régimen autoritario”, y la fortuna que Peter Lim ha hecho con aceite de palma o inversiones en hospitales, sin olvidar su afición a la especulación financiera o los paraísos fiscales, le convierten en uno de sus intocables dueños.

El día que unos señores nefastos pusieron la alfombra roja para que este sujeto entrara en Mestalla -y prensa y masa social le hicieron la ola- el centenario club de la acequia firmó su sentencia de muerte. Lo curioso es que el propio Lim, que se compró un club de fútbol por puro capricho, tampoco parecía tener muy claro donde se metía. El fútbol te da el éxito en función de si entra la pelotita, y eso no sucede porque te llames Peter Lim y en tu país de origen te las pongan como a Felipe II. Además, España es una democracia, un modelo político odioso que inventaron los griegos y que solo sirve para que el populacho se crea soberano. En una ocasión, un esbirro de Lim particularmente estrambótico, Anil Murthy, mandó callar a la multitud que gritaba contra el jefazo desde la grada. El hijo de Lim, que de vez en cuando se pasa por aquí para ver cómo van las cosas de papá se puso a bailar mientras le pedían que vendiera el club de una vez. La bella hija de Lim, que hace unos años posaba en instagram con la zamarra blanquinegra, contestó una vez a quien le increpaba que “el club es nuestro y hacemos con él lo que queramos”. Se han detectado en Mestalla mecanismos de censura respecto a pancartas críticas pero no insultantes… En fin, creo que es todo muy evidente. El Valencia es un club de fútbol glorioso que ha caído en manos de unos indeseables que desconocen que es esto de la democracia y a los que muy probable que no sobreviva.

¿Nos lo hacemos mirar?

Damos por hecho un viejo relato según el cual el capitalismo y la revolución burguesa y demoliberal van históricamente de la mano. Ha corrido mucha sangre para derrotar viejos poderes y que se entienda que cosas como la libertad de expresión o los derechos humanos se consiguen porque ha habido gente que ha luchado mucho por ellas. Si el capitalismo como modelo económico resulta eficaz, ello no significa que su implantación, como se ha visto en Extremo Oriente, haya de llegar desde la disolución de los viejos regímenes autoritarios y la consiguiente implantación de instituciones asociadas a la ciudadanía burguesa.

Quizá el capital siempre sea despótico, pero un capitalismo sin derechos humanos, sin contrapesos jurídicos, políticos o sindicales, es una forma modernizada y tecnológica de feudalismo. Y sus mecanismos represivos son los tradicionales, incluyendo la detención ilegal.

Ah, por cierto, en Meriton, la empresa de Peter Lim, dicen que no tienen nada que ver con las detenciones, que es cosa del gobierno de Singapur. Creen mucho en la democracia estos señores, vaya que sí.

 

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