Thursday, October 16, 2025

JR

 



No soy comunista porque no tengo nada a priori ni contra el comercio ni contra el hecho de competir. Como demostraron los fenicios en la antigüedad, la creación de mercados es un vector de prosperidad y conocimiento que puede funcionar como alternativa a guerras, invasiones y rapiñas. Se compite por la clientela y el puesto de trabajo, y se compite también por la atención y hasta por el sexo. Siempre fue así, yo diría que desde antes de que fuéramos civilizados, y a lo mejor lo somos porque intercambiamos mercancías e ideas.

Digo esto porque voy a meterme un poco con mi paisano Juan Roig, y no quiero que se me acuse de que lo hago por comunista. De otro lado, suelo andarme con tiento a la hora de fustigar a los grandes líderes sociales. Quizá por una mal digerida lectura de Nietzsche temo ser considerado un resentido, es decir, uno de esos tipos pequeñitos que, en vez de intentar crecer, trata de poner a todos sus prójimos al nivel de sus bajuras. El aviso nietzscheano es oportuno, pero tampoco me frena en este caso. No envidio a Roig porque no sabría qué hacer con su dinero. Y mucho me temo que mis anhelos más profundos no se materializarían con más pasta.

Hay muchas cosas admirables y también odiosas en la empresa llamada Mercadona, que sitúa a JR como el segundo megarrico de este país, con don Amancio, dueño de Inditex, como el único con más ceros en el banco. No me ha decepcionado que en estos días no se haya negado a que el equipo del que es propietario, Valencia Basket, salga a jugar contra un rival israelí en la Copa de Europa. Todo lo más se avino a cerrar la pista al público para evitar líos, pues le advertirían que habría  alborotadores por ahí dispuestos a liarla. Roig me contestaría que una decisión así supone ser expulsados de la competición. Tampoco se le ocurrió cerrar sus tiendas el año pasado por la Dana y bloquear todos los traslados de aprovisionamiento, lo que puso en serio peligro a muchos de sus empleados. Quizá sea mala idea criticarle por ello, pues el Govern valenciano fue el primero en no tomar a tiempo las medidas adecuadas para salvar a la población.

Meterse con JR es casi causa de excomunión en Valencia… Como si de la continuidad de Mercadona, de la que yo por cierto soy cliente asiduo, dependiera poco menos que la prosperidad y aún la supervivencia de una comunidad con varios millones de habitantes. Como si el éxito de su creador fuera producto únicamente de su talento y su mérito. Como si sus empleados, la mayoría entregados a jornadas laborales muy duras por sueldos magros, solo hubieran de estarle agradecidos.

Dijo el Gran Líder una vez que debíamos tomar ejemplo de la disciplina laboral de los chinos. Tiene razón, si las corporaciones pudieran saltarse los derechos humanos, como es común en gran parte de Asia, la rentabilidad del trabajo sería mayor, y Roig podría ser todavía más rico de lo que ya es. Para su desgracia estamos en Europa, y la gente todavía cree que se trabaja para vivir y no al revés.

En las últimas semanas –soy buen observador- deambula por “mi” mercadona una encargada nueva con muy malas pulgas que se dedica a hacer llorar a algunas empleadas. Sospecho que podría haber elegido la profesión de dominatriz o fabricar minas antipersona, pero la han cogido de capataz en la cadena de Roig. Supongo que en el alto mando es bien mirada porque los empleados cuando se les da caña producen más, o eso es lo que a Juanito le mola pensar.

Gran emprendedor y mecenas social don JR, pero, lo siento, prefiero a la chica del jamón a la que vi llorar ayer por culpa de una imbécil. Y eso que no soy comunista.

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