CINCO DÍAS EN ROMA
1. El destino natural de todo recién llegado a la Ciudad Eterna es coger el tren desde el aeropuerto de Fiumicino y bajarse en la estación de Termini. La primera pizza al taglio que usted se pida se la servirá un árabe, no tenga duda de eso. Si pernocta durante su estancia en alguno de los numerosos –y en general bastante cutres- hoteles del barrio, descubrirá que está habitado fundamentalmente por chinos. Aquí y allá, tiendas de ropa y otros pequeños comercios donde no parece que se venda nunca nada. Pero los jóvenes chinos que deambulan parecen razonablemente contentos, todo lo contrario que los italianos, que parecen permanentemente enojados. Hay dos tipos de romanos, los que visten con un desaliño que aquí juzgaríamos cercano al umbral de la pobreza, y los que “visten bien”, dueños de un espantoso mal gusto expresado en trajes de raya diplomática cantarina o jerseys ceñidos de matón de barrio. Eso sí, todos hablan por el telefonino. Da igual que caminen acompañados, el móvil les permite estar en contacto permanente con seres invisibles, lo que garantiza la emoción de prescindir de hacer caso a lo que hay alrededor. Uno siempre imagina a un interlocutor guapo y divertido al otro lado de la línea… el efecto seductor funciona, pero el mundo es más histérico e inhóspito desde que inventaron este aparatito. Misteriosa dignidad la de los numerosos vagabundos, sentados con harapos y sin móvil junto a una fuente no construida por Bernini; ellos son los únicos romanos que siguen viviendo de verdad en la Ciudad, la cual, por cierto, lleva dos mil quinientos años atrayéndolos hasta convertirlos en parte del paisaje a través de las épocas.
2. El gobierno exige por ley a los médicos que denuncien a los inmigrantes sin papeles. Fantaseo con esta idea tan orwelliana que Goebbels habría admirado: viene un alumno de tez morena a mi clase con necesidades idiomáticas especiales, mientras le pongo a leer llamo a la Gestapo: "aquí hay un sospechoso". La delación sistematizada es el sueño dorado de la servidumbre para todos los fascistas de la historia. Su bajeza moral es la prueba más irrefutable de la sumisión voluntaria a un régimen basado en la exclusión. No otra cosa –¿qué creíamos?- es el totalitarismo.
3. Berlusconi retorna cíclicamente al gobierno porque es lo contrario de un hombre de Estado. En realidad es un enemigo de las instituciones… Los italianos sospechan siempre del gobierno, por eso colocan a un anti-estatista a su frente. Con él, el liberalismo realiza su viejo sueño de forma paródica: minimizar el poder de administración de la República. Un epígono del Duce adaptado al modelo de la democracia catódica ejerce su poder en clave populista. Y lo hace desde la hostilidad frente los sospechosos habituales: los sindicatos, los inmigrantes, los rateros de poca monta… Umberto Eco dixit: “… en la geografía política actual el auténtico partido de masas es el Polo, que ha sabido identificar en la descomposición sociológica de las masas concebidas por el marxismo clásico las nuevas masas, que ya no se caracterizan por su riqueza sino por la pertenencia común al universo de los valores mediáticos y, por tanto, ya no son sensibles al reclamo ideológico sino al reclamo populista. (…) Un partido que hace suyas las consignas de todo movimiento populista: la lucha contra la criminalidad, la disminución de la presión fiscal, la defensa frente a la prepotencia del Estado y frente a la capital fuente fundamental de todo mal y corrupción, la severidad y el desprecio ante cualquier comportamiento desviado.” Berlusconi es un cittadino que se ha hecho rico con los periódicos y la tele, sonríe siempre y pone a las mujeres en su sitio con sus maneras de galán barato.
2. El gobierno exige por ley a los médicos que denuncien a los inmigrantes sin papeles. Fantaseo con esta idea tan orwelliana que Goebbels habría admirado: viene un alumno de tez morena a mi clase con necesidades idiomáticas especiales, mientras le pongo a leer llamo a la Gestapo: "aquí hay un sospechoso". La delación sistematizada es el sueño dorado de la servidumbre para todos los fascistas de la historia. Su bajeza moral es la prueba más irrefutable de la sumisión voluntaria a un régimen basado en la exclusión. No otra cosa –¿qué creíamos?- es el totalitarismo.
3. Berlusconi retorna cíclicamente al gobierno porque es lo contrario de un hombre de Estado. En realidad es un enemigo de las instituciones… Los italianos sospechan siempre del gobierno, por eso colocan a un anti-estatista a su frente. Con él, el liberalismo realiza su viejo sueño de forma paródica: minimizar el poder de administración de la República. Un epígono del Duce adaptado al modelo de la democracia catódica ejerce su poder en clave populista. Y lo hace desde la hostilidad frente los sospechosos habituales: los sindicatos, los inmigrantes, los rateros de poca monta… Umberto Eco dixit: “… en la geografía política actual el auténtico partido de masas es el Polo, que ha sabido identificar en la descomposición sociológica de las masas concebidas por el marxismo clásico las nuevas masas, que ya no se caracterizan por su riqueza sino por la pertenencia común al universo de los valores mediáticos y, por tanto, ya no son sensibles al reclamo ideológico sino al reclamo populista. (…) Un partido que hace suyas las consignas de todo movimiento populista: la lucha contra la criminalidad, la disminución de la presión fiscal, la defensa frente a la prepotencia del Estado y frente a la capital fuente fundamental de todo mal y corrupción, la severidad y el desprecio ante cualquier comportamiento desviado.” Berlusconi es un cittadino que se ha hecho rico con los periódicos y la tele, sonríe siempre y pone a las mujeres en su sitio con sus maneras de galán barato.
4. Ya no sonroja la obscenidad con la que el director de una gran cadena explica que la programación solo es una excusa para vender publicidad. Proliferan en la pantalla famosos fabricados endógenamente por la misma televisión a través del reality, futbolistas, tías buenas que bailan y algún influyente “todólogo” que, con indudable dominio de la escena, se pasea explicando a los verdaderos italianos lo que deben pensar, por qué cosas debe escandalizarse y en qué consiste la esencia de la nación. La publicidad nos quiere como consumidores y, por tanto, nos adiestra como tales. El postpensamiento en que nos movemos es su ecosistema predilecto: fin de la democracia deliberativa, sustitución de la opinión, el diálogo y la controversia por un simulacro de democracia. Nanni Moretti, Umberto Eco o Toni Negri son muros de contención contra la barbarie; asimismo los jueces contra la corrupción o las asociaciones civiles contra la impunidad del crimen organizado.
5. Las campañas electorales ofrecen un master de urgencia sobre como posicionarse ante la crisis si uno quiere que le voten. La recesión mundial está creando todo un modelo retórico: todos resumen su receta en una fórmula impactante, excepto aquel que se define precisamente por ignorar la crisis… Bien pensado, es también una fórmula con poder de atracción. Da igual, porque nadie que aspire fundadamente a ser elegido sabe qué hacer con la crisis.
6. Europa muere de muerte natural, por eso las grandes capitales –Roma, Berlín, Londres, París- parecen cada vez más, a poco que uno salga de los emplazamientos emblemáticos, capitales tercermundistas. No tanta diferencia entre El Cairo y Roma como imaginan los turistas cuando ven a tipos vestidos de romanos para hacerte una foto junto al Colosseo. El centro mundi invadido una vez más por libertos y bárbaros, a los ojos de los cittadini, es la descomposición del espíritu de la tricolor.
7. Hace falta alguien a quien echarle la culpa de todo, por eso se quemaban brujas en la Edad Media cuando las aldeas eran azotadas por la sequía y la pestilencia. Porque la barbarie también se produce, como el cáncer o el aburrimiento, endógenamente. El tráfico es infernal y la conducción agresiva y “masculina”. El Vaticano es un negocio y un reclamo turístico, por más que algún guapo novicio se acerque a las masas que fotografían la Pietá de Michelangelo para pedir silencio y respeto. Las calles de la ciudad están sucias y descuidadas. Los niños son insoportables. En España escucho también cada vez a más vecinos decir que ciertas cosas no pasaban cuando no había tantos extranjeros. Hay chinos que escupen en el suelo y árabes que silban a las chicas con minifalda, pero también hay italianos arrogantes, alemanes torpes, franceses desagradables o ingleses borrachos. ¿Cuál es esa Europa que queremos proteger de las invasiones bárbaras?
* La imagen final es del director Nanni Moretti
* La imagen final es del director Nanni Moretti
** El interesantísimo relato de Borges al que se refiere Elisabet, podéis linkearlo aqui. El que me ha recordado a mí, como podéis leer en los comentarios, lo tenéis a continuación. Ambos merecen la pena.
http://www.literatura.us/borges/historia.html
http://www.cord.edu/faculty/gargurev/etnografo.html
5 comments:
David, cómo te envidio por tu viaje a Roma. Gracias por compartir con nosotros tus impresiones de viaje.
No sé qué tiene esa ciudad (bueno, sí, je, je) que cuando la visitas por primera vez tienes la sensación de que tienes que volver. Todavía no he vuelto después de casi 5 años. Pero volveré. Volveré al Panteón (¿te puedes creer que me dio taquicardia cuando lo vi por vez primera?), y volveré a pasear por el Foro (¿ahora hay que pagar, no?).
Y sí, “el Vaticano es un negocio y un reclamo turístico, por más que algún guapo novicio se acerque a las masas que fotografían la Pietá de Michelangelo para pedir silencio y respeto. Las calles de la ciudad están sucias y descuidadas. Los niños son insoportables”, y lo de Berlusconi es… es… es deplorable.
Hola David, lo leo y pienso que la inmigración fue una invasión, de hecho hasta se repartieron el botín, los españoles el campo, los italianos la industria y los oficios, y las mujeres como nexo necesario efectuando” el rapto de los criollos”,para enseñarle los valores del trabajo y el sacrificio ininterrumpido.
Siguiendo esta idea, mi madre, efectivizó este destino prefijado tácitamente, cazó, parió, trabajó y perdió, perdió mucho, porque toda transculturación, es una bilocación, es tener el cuerpo en un sitio y el recuerdo en otro, es escindirse.
En toda esta historia nadie recuerda lo que siente, lo que sobrevive un conquistador “bárbaro”.
Lo leo y no puedo dejar de recordar “la Historia del Guerrero y la Cautiva”,un cuento de Borges, donde se plantea el desarraigo que se vive como una elección admirativa en uno y como imposición-absorción en otro, pero el resultado es el mismo, se sobrevalora lo distinto se añora lo que no será, viviendo una adaptación sin fin , y la consecuente reformulación de si mismos, aspirando un futuro posible en el aquí, trasformado en un allí.
Hola, Isabel. Hay una zona de tránsito libre por el Foro, pero si quieres acceder a lo realmente interesante has de pagar. El problema en realidad, no es ese, pues por siete euros puedes acceder al Foro y al Coliseo -en cosas más tontas nos gastamos el dinero- el problema es el gentío avasallador y el hastío de las colas. En verano puede llegar a ser insoportable, máxime si ese mismo día te da por ir al Vaticano. La entrada en los Museos Vaticanos, concretamente, es toda una aventura. En fin, lo exquisito cuesta, ya lo sabes, pero Roma produce cierta ansiedad bulímica, uno presiente que tiene que ver demasiadas cosas imprescindibles y luego se pega el atracón y no digiere, ya me pasó la otra vez. Es un poco como lo que pasa en el Museo del Prado, que terminas visitando todas las salas como quien mira un album de cromos. Centro mundi, pese a todo. A ver si esta semana veo "Roma", de Fellini, mi preferida junto a "Caro diario" de Nanni Moretti y la también felliniana "La dolce vita"
Creo entrever Elisabeth, aunque no lo especificas, que estás refiriéndote a la colonización de América Latina, y más en concreto la de la Argentina. Quid pro quo, gracias por la referencia a Borges, porque me has recordado un hermoso cuento que leí hace una eternidad. Me has recordado también uno titulado "El etnógrafo", del mismo autor. Un básico, "Emigrantes" de Shaun Tan, se trata de un cómic, creo que tiene algo que ver.
La deriva política italiana es ciertamente preocupante. El desprestigio del parlamentarismo es una de sus expresiones. "¿Los diputados?", se preguntaba Silvio Berlusconi días atrás. "Están ahí haciendo bulto y votando enmiendas de las cuales no saben nada. Es un sistema lento y torpe, hay que acabar con él", añadió.
¿Cómo hemos de interpretar esas palabras?
Fdo.: Justo Serna
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