VAMOS A TRIUNFAR
1. EN LO MÁS CRUDO DEL CRUDO VERANO salgo al balcón buscando aire y percibo que huele a incendio. No digo que ese olor lo provoquen las pavesas de algún bosque cercano en plena ignición, sino que así es como huele el mundo apenas unas horas antes de que empiece el fuego. Parece una condena bíblica, como si la especie humana no se mereciera vivir entre bosques y -como uno de esos asesinos en serie que se horroriza de sus crímenes pero se siente impelido a reincidir una y otra vez como si estuviera maldito- siempre que el aire es propicio para los incendios, sabemos que estos terminarán apareciendo. Me viene a la mente la enigmática frase de aquel sabio: "daría todo Shakespeare por contemplar la sonrisa de un árbol".
Podemos debatir sobre las causas del fuego. Nombramos a los especuladores, a los pirómanos, la desaparición de los viejos procedimientos agropecuarios de limpieza de los montes... Es bueno saber todo eso, pero hay una intuición de fondo acaso tan básica que tiende a quedar soslayada en nuestras reflexiones: el bosque arde porque está indefenso. Hay quien lo quema por vengarse de quienes le negaron acceso a su coto de caza, quien está resentido porque no le dejan coger setas por la preservación del hábitat del urogallo, quien disfruta sintiéndose poderoso provocando un incendio para luego sumarse a las cuadrillas de bomberos, quien defiende intereses especulativos... qué sé yo... ¿tan importante es buscar las razones? Advierto esta misma obsesión racionalista por "buscar causas" en la violencia contra la mujer. Desde luego que las hay, pero la principal es la que no es propiamente una causa: a las mujeres se las agrede, se las viola y se las asesina porque son más débiles. Lo son en el mundo opulento, y lo son, en mayor medida, en las comunidades subdesarrolladas del planeta. Mujeres, niños ancianos, ciclistas, peatones, minusválidos, etnias minoritarias... da igual, todas estas especies tienen la mala costumbre de cruzarse por medio de alguien que va con mucha prisa y ralentizarle el paso o, simplemente, no obedecer las órdenes que se le dan con la suficiente prestancia. La conclusión es que le terminan cayendo las hostias encima. Al bosque le pasa lo mismo: no nos hemos planteado nunca suficientemente que está indefenso y que detestando la maldad de los pirómanos hacemos como quien intenta asesinar al mar lanzando cuchilladas al agua.
Miren. Al lado de mi casa hay unas pistas de deportes completamente abiertas al público y sin vigilancia especial. Las redes de las porterías de la cancha de balomnano han desaparecido por la sucesiva aportación destructiva de los niñatos -sin distinción de razas- que han ido cortándolas, estirándolas o mordiéndolas para acabar con ellas. ¿Por qué? Supongo que por la misma razón por la que de pequeños lanzábamos lagartijas a una hoguera, por sentirnos poderosos. Junto a los vestuarios, a la entrada exterior, hay un par de bombillas. Hay un señor que se encarga de reponerlas de vez en cuando, pero es inútil, pues siempre hay un niñato enfadado por un penalty injusto que le arrea encolerizado un balonazo al techo y revienta la bombilla.
¿Por qué seguir buscando "causas"? Así es la estirpe de Caín, tan convencida ella subida a sus cuatro por cuatro y con el craneo repeinado de ser la única elegida, ignorante de que el planeta viviría más tranquilo si se librase de nosotros. Mientras tanto, habremos de aprender a asumir que el bosque que contemplamos ahora será quemado en breve... salvo que nos impliquemos todos en defenderlo.
2. LA LUNA nos pone cachondos por causas infantiles e inconfesables. Durante los setenta, parecía casi una evidencia indiscutible que cada noche una escuadrilla de platillos volantes repletitos de hombrecillos verdes con antenas sobrevolaba el cielo de Majadahonda. La pequeña burguesía de izquierda creyó que para abandonar la religión bastaba con sustituir la misa -demasiado frecuentada por beatas- con convenciones sobre avistamientos OVNI, y ya no hubo duda de que, a poco que la CIA, los masones, el OPUS y los padres Escolapios levantaran el secreto, los marcianos nos proporcionarían las claves para un NUEVO AMANECER. Yo, la verdad, siempre pensé que si los marcianos vinieran sería para follarnos y luego matarnos -en ese orden o en el inverso-, pero ya saben que soy algo cenizo.
Por lo demás, el cuarenta aniversario del alunizaje solo puede ser recibido con cierta melancolía. El proyecto Apolo y aquella frasecita de marras de Neil Armstrong -mis alumnos creen que es un ciclista- revelan que aquel fue el último acto de heroismo "mundial" de la historia. Sí, ya sé: la conquista del espacio estaba para fastidiar a los comunistas, y la bandera de barras y estrellas que clavaron sobre la superficie lunar era la del mismo país cuyos soldados achicharraban a los vietnamitas en las selvas. Lo que intento decir es que el poder de identificación -de empatía- que produjo aquel acontecimiento televisado en directo en 1969 con un universal humanístico como el de la Razón, la Ciencia o el Progreso, ya no ha podido ser ni remotamente igualado por los records de Usain Bolt, las mediaciones de la ONU o la búsqueda de la vacuna contra el SIDA. Fue todo una mentira, de acuerdo. Y no por la mamarrachada esa de que todo fue un montaje que la NASA encargó a Stanley Kubrick, sino porque lo que verdaderamente se pretendía no era la conquista del espacio -¿a quien le importa la puta galaxia?- sino rodear el planeta de satélites. Nada de disparar a marcianos con pistolas laser ni -como querían Spielberg y algún budista capullete- montar orgías espirituales en la tercera fase... La cuestión es más bien suministrarnos la información que estamos en condiciones de merecer y tener imágenes "globales del planeta". Así podemos ver gracias al satélite a Belén Esteban pegando alaridos de rabalera, y además somos vigilados para ver si después de mear nos lavamos adecuadamente la punta del pitorro.
3. FERNANDO CORREA, principal detenido hasta el momento por la Trama Gurtel, dice -según el testimonio de un preso de Soto del Real- "No sé qué hago yo aquí rodeado de delincuentes". Me pregunto si somos conscientes de que a la cárcel no se va por ser gitano, árabe, puta o, como en los tiempos de Franco, maricón. No hay siquiera ninguna ley -y ya tiene delito- que reconozca explícitamente que a la prisión deben ir preferentemente los pobres. No ayuda mucho a que cambie esta sensación el hecho de que, cada vez que paso por el juzgado de guardia que hay al lado de casa, lo que veo son familias enteras de desclasados... En cualquier caso, la inmensa mayoría de los pacientes de las celdas penitenciarias viven entre rejas por alguna forma de estafa, robo, corrupción, soborno o apropiación indebida. Sería bueno que lo tuviéramos claro para cuando pensemos quedarnos con lo que no nos pertenece, pues corremos el riesgo de acabar como Correa, preguntándonos en el patio de Soto del Real por qué estamos entre tanta gente mala si nosotros no somos ni gitanos ni desclasados, ni tan siquiera mariquitas.
Cuentan que en el patio de Soto del Real se dejó escuchar una atronadora carcajada colectiva cuando Correa dijo aquello de "¿qué hago yo aquí entre delincuentes?"
4. MADONNA ME PARECE EL MAYOR TIMO DE LA HISTORIA DEL POP, creo que sin comparación con Milli Vanilli o con el Festival de Eurovisión. Alguno de mis madonnianos amigos está empeñado en hacerme entrar en el camino de la verdad: "Yo pensaba como tú, pero en el escenario... una reina". Sí, eso justamente, un poco como un Mago del País de Oz, pero sin la gracia del Mago. Escenografías efectistas, coreografías violentas y sin sutilidad ni talento, una voz de mierda, una música perfectamente pegadiza y olvidable. Madonna es una revisitación presuntamente irónica de Marilyn Monroe y Marlene Dietrich, cruzada en estilo cutre salchichero con algunas intuiciones de David Bowie, Prince o Sex Pistols.
Pero Madonna en realidad no es nada, por eso es una reina. Perfectamente sincronizada con los ciclos cortos de la moda, Madonna pasa de predicar la condición de oveja descarriada de la Iglesia a pegarse besos lésbicos con alguna idiota o a moverse lúbricamente como una estrella del cabaret. Madonna puede ser cualquier cosa porque ya se encarga su avezado equipo de asesores de investigar qué tendencia hay que imitar este año, y sus fans de seguirla a donde vaya. Todo parece destinado a devorarse a sí mismo en poco tiempo para dejar de nuevo paso a la reina con una nueva moda estúpida, con otro juego de signos en el que celebrará al pueblo americano golpeado por los terroristas, a los niños de África, a las lolitas, a los drag-queens, qué más da... Diosa de una legión de fanáticos especialmente sensibles al "qué se lleva ahora", Madonna muestra al mundo qué ropa hemos de ponernos, cómo hemos de follar, que carita hay que poner para que los demás nos adoren o nos tengan envidia y qué lugar del mundo es digno de compasión... Todo, eso sí, para durar una temporadita.
Yo, entre tanto, no acabo de sentirme provocado por las mamarrachadas de "la ambición rubia". Ni saca mi lado sexual oscuro y salvaje ni conmueve la estructura profunda de mi educación en colegio religioso. No nos engañemos: hay mucho análisis sociológico que realizar sobre este fenómeno tan de nuestro tiempo como Obama, el Orgullo Gay o Wal Mart.
5. Una prostituta del Barrio de Velluters me dice "ven, guapo", ante mi silencio. La siguiente consigue, al menos, arrancarme una sonrisa. "Ven aquí, guapo", me grita, con evidente acento extranjero, "vamos a follar, vamos a triunfar".
Aprende de las putas de Valencia, Madonna. Al menos tendrías gracia.
4 comments:
Amigo Montesinos, te ha quedado un post variado como la actualidad. Iba a comentar algo pero veo que tratas temas tan variados que es muy difícil establecer una conexión entre ellos. Cuando me pasa esto (a veces nos pasa que leemos cosas inconnexas a la vez), disfruto intentando encontrar un hilo conductor (en el caso de tu post es que todos son temas que están en lo que Sofía Mazagatos llamaría candelabro).
Se me ocurren historias surrealistas e intento (haciendo un homenaje a Moncho Borrajo), inventarme frases e historias uniendo estos elementos aparentemente inconexos. Tu post me sugiere a Madonna de la mano de Fernando Correa caminando por el Barrio de Velluters, paseando a la luz de la Luna esquivando a las putas y planeando provocar un incendio a la mañana siguiente en El Saler.
Al margen de este delirio daliniano, no se me ocurre nada más.
Licenciado Montesinos, habla usted de temas muy distintos es su post. Creo que no puedo decir mucho al respecto.
1.No sé qué podría aportar yo a una reflexión profunda sobre la maldad humana contra la naturaleza...ni contra ella misma.
2.No me siento tan influenciada por la Luna y los viajes como otros conciudadanos míos -o yo no soy consciente-.
3.Correa me parece uno más de los 40 ladrones -me pregunto dónde estará Alí y porqué nunca le meten mano-.
4.Y Madonna. Me parece que compartimos la misma opinión respecto a la sujeta esta así que voy a limitarme a contar cuando acabó mi no-relación con Madonna.
Cuando yo tenía unos 10 años, mis padres me mandaron a Alicante a pasar unos días con la familia que tenemos allí -una prima hermana y sus hijos-. Como yo siempre he vivido en un pueblo pequeño y soy la mayor, mis influencias musicales eran, para resumirlas, las de mis padres y mi abuelo: zarzuela y Juan Pardo. Al llegar a la casa de esta tía segunda, o tercera, mi prima me enseñó su habitación y allí estaba Madonna estampada en la pared. No es que no supiera de su existencia, es que no la tenía yo considerada como icono super total al nivel de Juan Pardo. Bueno el caso es que, después de hacer un curso de intesivo en madonnismo consistente en ver sus películas -esas de los ochenta- varias veces, oir sus canciones en un casette hasta que la voz empezó a sonar rara, todo el merchandaisin -sí, escrito así- imaginable,y hacer concursos de play-backs en la urbanización,... en un ataque de fe -"quiero creer, oh sí, quiero creer"-y deslumbrada por las luces de neón de la ciudad, me compré en El Corte Inglés una biografía autorizada de la tiparraca. De vuelta a casa, eufórica por mi descubrimiento abrí el libro y me puse a leer.... página 3, eso es todo. Nunca en mi vida he leído algo tan aburrido, ni creo que aunque muera de vieja pueda encontrarlo. En plena adolescencia volví a intentarlo, por si acaso mi recien estrena "madurez" me daba una nueva perspectiva, la verdadera...pero que va, yo había cambiado pero el libro seguía siendo un coñazo, qué tía más aburrida y qué poco interesante -da igual que cante o que haga punto de cruz-. Juan, nunca más volveré a separame de ti..."caballo que te acercas a mi yegua, porque vienes pateando....". Un beso, no te canses de escribir, no siempre los fans que hacen ruido son los mejores.
Si yo te contara, Fuster, lo que han sido capaces de llegar a hacer algunos ilustres conocidos míos en mis delirios oníricos... En cualquier caso, no hace falta descender a tales simas del inconsciente, a poco que la mires un torcidamente, un poco como hacían cubistas y compañía, la realidad es, como tú dirías, daliniana. Lo de ser un tipo de la pomada y organizarle bodas a la hija de Aznar para, de pronto, una mañana, levantarse entre rejas, a la sombra y rodeado de presidiarios... eso sí es una pesadilla.
Hola, amiga anónima. Comparto tus sentimientos hacia la señora Ciccione, es más, creo que tú expresas la cuestión con más sencillez que yo: Madonna nos aburre. Creo que nada es menos provocador que aquello que está diseñado, justamente, para encender la ira o el fervor. Demasiado artificio, demasiado olor a producto. A la mercancía se le nota demasiado que es mercancía, de manera que hay que ser un poco cándido para comprarla.
Ya es miércoles, por cierto.
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