MADRES (Y PADRES)
Presencio la escena en un paraje ajardinado de la gran ciudad en la que vivo. Dos mujeres de unos treinta y cinco años caminan con sus respectivos bebés en brazos. El ritmo de paseo, la cara con la que miran a sus vástagos... no sé muy bien, pero tengo la impresión de que hay algo religioso -y no en el buen sentido- en la manera de entender la maternidad que denota su actitud, una actitud que, además, tiene pinta de ser producto de un largo adiestramiento y de una conciencia ideológicamente intensa. Lo olvido, pero dos horas después, a mi regreso, me las vuelvo a encontrar y la escena es exactamente la misma. Es como si a un lama le hubieran encargado criar al pequeño Buda, o como si a un fanático católico le dijeran que lo que lleva en los brazos es el Mesías, que resulta que ha resucitado de nuevo para salvarnos o para enviarnos a todos al infierno.
Estoy seguro de que la escena provoca indiferencia a quienes se les cruzan, pero no a mí, que resulta que voy a ser padre, y que ya empiezo a padecer los riesgos de leer y escuchar en exceso sobre un asunto que, como es fácil imaginar, me preocupa sumamente en el momento actual. Me da un poco de miedo toda esa hemorragia ideológica a la que uno asiste un poco con cara de indefenso. Además de futuro padre, resulta que soy profesor, y tengo una trayectoria larga en eso de presenciar formas peligrosas, excesivas o simplemente equivocadas de relación con los hijos. Como sucede con la sobrealimentación, que en las sociedades opulentas termina produciendo más daños a la salud que su contrario, temo que ciertos excesos con respecto al cuidado y atención de los niños termine ocasionando muchos de los males contra los que reacciona.
A los niños hay que quererlos, cuidarlos y educarlos, desde luego, y sobre todo hay que reivindicar la creación de un tejido jurídico que propicie la maternidad y no convierta la posibilidad de tener hijos en poco menos que una aventura que puede a uno -y sobre todo a una- costarle el trabajo y la salud. Que se hayan echado atrás, por ejemplo, las leyes destinadas a aumentar los tiempos de permiso para el padre -veinte días actualmente- me parece una desgracia. Y hay otra mucho mayor a la que parece que nos hemos acostumbrado: que las empresas penalicen económicamente a las mujeres en la medida en que pueden estar tramando en secreto el quedarse embarazadas, algo al parecer nefasto para los intereses de la empresa. Nunca deja de sorprenderme que corrientes ideológicas de tizne fuertemente conservador y católico, supuestamente entregadas a la defensa de la institución familiar y empeñadas en que las mujeres que abortan se pudran en la cárcel, olviden siempre este tipo de abusos empresariales por los cuales las mujeres están destinadas a cobrar sueldos más bajos, a no ser contratadas por ser sospechosas de querer tener hijos o, directamente, a ser despedidas por perpetrar el dichoso crimen.
Ahora bien, empiezo a sentirme incómodo en cuanto soy asaltado por toda la legión de webs, publicaciones o simplemente personas que parecen encontrarse en posesión de la verdad -eso se deduce de la contundencia con la que vierten sus teorías- respecto a cuál es la manera correcta y cuál la incorrecta de parir, nutrir, criar y educar a los hijos. En estos días me he encontrado manifiestos verdaderamente delirantes que convierten el hecho de la lactancia, por ejemplo, en poco menos que una fe religiosa.
Recientemente, la madre de mi futura hija protagonizó una curiosa escena. Preguntada por su estado físico, manifestó estar teniendo un embarazo particularmente incómodo, con abundantes nauseas, entre otros muchos síntomas de malestar cotidiano. Un compañero le explicó que cuando una mujer no está "suficientemente convencida" de su embarazo, suelen provocarse situaciones de "rechazo", con sus consiguientes manifestaciones orgánicas. Lo curioso es que las numerosas féminas que presenciaban la escena asentían. Vamos, que si no llevas un buen embarazo es por una cuestión psicosomática, que es como ahora le llaman a tener permanentes ganas de vomitar, por no decir que es que eres una mala madre y que no quieres a tu futuro hijo.
Es curioso: hoy pocas personas te dicen que es mejor casarse que permanecer soltero, y sin embargo, te encuentras por doquier a gentes que predican sobre las bondades de traer niños al mundo. Es como si el viejo romanticismo de la unión amorosa se hubiera desplazado desde la pareja hacia la filiación. Cuando vi a aquellas dos mujeres, que parecen formar parte de una secta de adoradores de los babys, se me ocurrió una maldad: dentro de unos años, ese mesías al que das de mamar como si se tratara de un rito sagrado se pasará las tardes mirando pelis porno en internet, hará botellón con sus amigos e irá al estadio a insultar al árbitro... Ninguna de todas esas cosas me parecen después de todo indecentes; lo que me espanta son los fanáticos, aunque sean fanáticos del new age, el lactavismo, el tantra, la comida vegana o la meditación zen.
La vida, por fortuna, es mucho más rica de lo que pretenden quienes creen poder atrapar sus secretos en cuatro fórmulas aprendidas de un gurú en un fin de semana de casa rural. La vida se escapa entre los dedos. Y hará con nuestros hijos lo mismo que ha hecho con nosotros sin que nuestros padres -que no eran fanáticos de nada, pero nos querían- pudieran evitarlo, es decir, les llevará de aquí para allá bajo tormentas formidables y se reirá de los planes que hicimos para controlar lo incontrolable. Así fue siempre.
Entre tanto, y si les place, les regalo una frase del film Apocalypto. La pronuncia el protagonista, que con ella desafía al grupo de guerreros enemigos que le persiguen de forma implacable para matarlo:
"Éste es mi bosque. Aquí cazó mi padre. Aquí cazo yo. Aquí cazará mi hijo."
Me gusta, está más cerca de lo que siento que tanta chorrada como leo y escucho últimamente.
18 comments:
En primer lugar, enhorabuena David.
Me gustaria nombrar que hoy dia se debe tener mucho cuidado a la hora de cuidar a los propios hijos, ya que en esta epoca es muy facil caer en el mundo de las drogas, los maltratos, etc.. (quien sabe si cuando tu hija tenga una cierta edad, el mundo seguira asi..esperemos que no).
Siempre suele haber de todo: padres sobreprotectores, algunos que se desentienden del asunto,etc.. y muchas veces ese es el motivo de que los hijos no sean como los padres deseaban. Bien es cierto que nuestros padres quiza no tenian que enfrentarse a los problemas que nos enfrentamos la gente joven hoy dia, pero tambien hay que decir que ellos pasaban situaciones dificiles, la enseñanza por ejemplo, era una dictadura.
Simplemente, pienso que en mi opinion deberian endurecerse las leyes del pais, la pega es que ningun gobierno tiene lo que hay que tener para hacerlo, pero bueno..veremos que va pasando de aqui al dia de mañana.
Como siempre, gracias por tu comentario, José, es un placer volver a verte por estos lares.
No sé cómo estará el mundo cuando mi hija sea mayor, desde luego, pues yo en mis años de vida lo he visto cambiar tan rápida y profundamente que creo que el error es establecer demasiadas previsiones, sobre todo si son optimistas en exceso, pues en un tiempo donde se ha puesto en cuestión la lógica de la prosperidad, el crecimiento y el bienestar, hacerse una composición de lugar tranquilizadora respecto al futuro tiene mucha pinta de autoengaño. Tú, en cualquier caso, tienes razón en algo esencial: nuestros padres lo tuvieron peor en muchas cosas.
Vaya, ahora parece que las mujeres llevamos miles de años sin estar lo “suficientemente convencidas” de nuestros embarazos . Y yo que pensaba que eso de los vómitos era un mecanismo de defensa para proteger al feto... Qué ilusa.
Ya lo ves, Isabel, con ese rollo tan new age de que "todo es psicosomático" -hasta el cáncer dicen que lo es- resulta que tu grado de bienestar durante el embarazo es proporcionar a tus convicciones ideológicas como madre. Qué cosas, sí.
Tienes razón, David, mucha razón en lo que dices sobre esas nuevas madres adoratrices. Parecería que nunca nadie, antes que ellas, ha sido madre. O lo hubiera sido con menos autoridad que ellas.
Acompaña y comparte con tu señora esposa los avatares del embarazo y disfruta después, junto con ella, de la mater/paternidad, pues esto sólo dura hasta que tus hijos alcancen la madurez y se forjen su propia vida, al margen de la tuya.
Bueno, no quiero asustarte: ese período será, largo o corto, siempre muy gratificante. Disfrútalo, amigo mío.
Gracias, Marisa, gracias por el consejo de una voz experta... en este tema y en otros muchos. Gracias.
Psicosomática es la h***** que se merece el alelao que dijo eso. Si es que hay cada especímen...
Magnus Magnuson
Bueno, bueno, Magnus, a mí me daban unas hostias psicosomáticas como panes en el cole, no se crea.
A veces pienso que hemos conseguido invertir las viejas mitologías e imagino a Zeus, aún en pañales, comiendose en pequeñas porciones a Cronos... ese, más tarde idiotizado, Saturno convertido en un monstruo por el oscuro genio de Goya que no es más que el resultado de nuestros propios miedos, angustias y miserias...
¿todos somos un poco Zeus, un poco Cronos?...
y quizás todos caemos bajo la idiotez supina de las torpes adaptaciones romanas... ¿al humanizarnos?...
no tengo un buen dia... espero que vosotros si... feliz paternidad, amigo.
un fuerte abrazo.
Yo tengo un día regular, querido. Te veo, por cierto, en plan muy clásico. En los viejos mitos del Mediterráneo están todas las respuestas, siempre y cuando nos hagamos las preguntas adecuadas. Gracias por la felicitación.
joan said...
Respecto al libro "Indignaos", lo que encuentro más interesante es el hecho de que se haya convertido en un best seller.
Por otra parte parte, haces un comentario sobre el significado y el origen de la cultura de los derechos humanos excesivamente idealista en cuanto a su origen.
Pero lo que verdaderamente quería comentar es lo que dices sobre la socialdemocracia. Yo pienso que la socialdemocracia ha jugado un papel durante un periodo en que se pensó que las políticas de bienestar y el desarrollo ad infinitum de un sistema de derechos en el marco de un sistema de democracia representativa, constituían una salvaguarda suficiente frente a la expansión del mercado y el poder del estado. Estamos en otra era. Si se tratara de un videojuego, podríamos decir que hemos "pasado de pantalla".
Creo que el desafío radica ahora en que lo que ha desaparecido es la política, la esfera política. Por eso, tus alumnos y mucha otra gente no pueden interesarse por la política ni pueden comprometerse políticamente: porque les hablas de algo que es ya, prácticamente, un fantasma; han llegado tarde para poder experimentar, ni siquiera como espectadores, lo que entendemos por acción política.
Lo hablábamos hoy en el instituto: "político" tiene un sentido peyorativo, tanto si se usa como adjetivo o como sustantivo. La política realmente existente es lo que hacen los profesionales de la política, mientras los ciudadanos nos dedicamos a una actividad apolítica: producir y consumir sin fin.
Hay momentos de efervescencia política, momentos de crisis que anuncian transformaciones importantes, "acontecimientos" que prometen un nuevo inicio -en América Latina, en los países árabes ahora; momentos de política en estado puro. Durante un periodo de tiempo parece que todo el orden vigente queda suspendido en el aire y que un nuevo orden se va a instaurar de nuevo. Pero es una experiencia o una visón fugaz. Lo máximo que podemos esperar de esta lógica -y quizá ya es muy optimista- es la extensión progresiva de nuestro modelo. Pero ¿acaso es viable?
Por todo eso, pienso que sostener a la socialdemocracia en las condiciones actuales es como empeñarse en mantener el equipo de fútbol del instituto cuando ya nos hemos quedado sin campo de fútbol porque le han construido encima un edificio de apartamentos.
Creo que no nos queda más que buscar un sitio donde reconstruir un campo de fútbol donde poder jugar.
Un saludo,
FentCiutat
2:04 AM
Estimado Joan: tu comentario pertenece al post que publiqué la pasada semana, en relación a "Indignaos", de S.Hessel. Por su interés he optado por copiarlo también en los post de esta semana.
Comparto la mayoría de cosas que dices o, para ser más exacto, comparto el estado de ánimo que da lugar a sus impresiones. Iba a precipitarme diciendo que sugiere un excesivo pesimismo, pero tampoco sería del todo cierto, pues coincido en que, más que pretender restituir la socialdemocracia, lo que necesitamos es erigir un escenario de resistencia bajo claves nuevas. El razonamiento que haces, si yo no lo entiendo mal, es que la coyuntura histórica que propició la socialdemocracia ha mutado de tal manera, que empeñarse en recuperar ésta de su actual postración supone un esfuerzo inútil.
Extiendes el razonamiento a la lógica de la acción política en general, y lo haces además en relación a los jóvenes. Aquí eres más radical, peligrosamente radical, diría yo, por más que el razonamiento arranca de una verdad insoslayable: el debilitamiento de los lazos de la acción colectiva o, lo que es lo mismo, la pérdida de la fe en la acción política.
Finalmente, y en relación a la primera matización que me haces, la referente a los derechos humanos y el ingenuo idealismo que atribuyo a su génesis -la necesidad de prevenir el regreso del totalitarismo- tampoco voy a desoírla.
En cuanto a este primer punto -y me viene a la memoria aquello que dijo Nietzche de que "en su origen nada es puro"- no ignoro que la Carta de los Derechos Humanos, surgida de las potencias vencedoras de la Segunda Gran Guerra, respondió en su momento a propósitos que sería ingenuamente bienpensante considerar sólo morales, pues sin duda tenían un valor estratégico.
Sin embargo la Carta genera un tejido jurídico que sí me interesa. El gran problema histórico del Derecho Internacional -del cual los Derechos Humanos son la culminación- es su incapacidad para alcanzar poder vinculante, lo cual termina creando en torno a ellos una nube tóxica de impotencia e hipocresía. Pero el problema no es la redacción de la Carta, en la que Hessel y otras personalidades sumamente valiosas participaron, sino la incapacidad de la ONU para convertirla en algo más que una declaración de buenas internacionales.
El gran desafío, en suma, de la política de nuestro momento es la creación y desarrollo de instituciones globales verdaderamente habilitadas para actuar eficazmente en defensa del cumplimiento de la Carta.
Respecto a la socialdemocracia, entiendo que sostener las inercias históricas de los partidos laboristas o, lo que es lo mismo, sobrevivir sin efectuar una revisión en profundidad y adaptada al cambiante escenario actual, equivale a un lento suicidio e incluso a un fraude de la cultura de la representación. En este sentido, comparto tu desánimo y el de los jóvenes respecto a la partidocracia.
Ahora bien, me produce vértigo dar por agotadas las claves ideológicas que impulsaron la socialdem. en su momento, por más que la escena haya mutado profundamente. La mayor de esas claves es la de posibilitar el ejercicio de la libertad desde la redistribución de la riqueza. En otras palabras: sólo es posible el estado de derecho en la medida es que es estado social. ¿Cómo sustanciar ese principio? Articulando mecanismos institucionales de fiscalización de las actividades macroeconómicas, combatiendo la economía sumergida, globalizando las leyes en torno a los derechos laborales, gravando con tasas como la Tobin (ver web de ATTAC) la circulación de capitales, racionalizando los flujos migratorios, destruyendo los paraísos fiscales, articulando leyes para combatir la especulación y las actividades tóxicas de los bancos, sustituyendo prácticas insanas como la venta de armas o la emisión de gases de efecto invernadero por actividades con valor añadido y energías limpias... No sigo, la lista de medidas es interminable...
Ya para acabar, y en relación al desánimo político. Yo creo que la gran faena del momento es la reconstrucción de un espacio para lo público, es decir, posibilitar un marco desde el que gestionar la convivencia o, lo que es lo mismo, la acción política. Comparto el escepticismo hacia el marco de representación clásico que encarna la partidocracia, cuyo descrédito alcanza ahora mismo niveles inquietantes, pero creo que la política es bastante más que lo que hacen quienes parecen haber decidido vivir de la política.
Es esto lo que intento fomentar en mis alumnos cuando les hablo de la necesidad de "participar".
David, antes que nada, decirte, como ya sabes, que esa niña será lo que le dé la gana, hagáis lo que hagáis pero una cosa sé seguro, nos alegrará la vida a todos.
Psicosomático lo que élla sufre!!! Y una mierda, con perdón!!! Tuve un ataque brutal de vértigo que atribuyeron al estrés, pero ¿y la fiebre? le dije a la doctora y ella sólo pudo contestarme: vaya, pues eso es un síntoma objetivo, será por otra dolencia que no sabemos cual es.
Oh my god!!
Te sigo, hermano.
Querido David,
gracias por tu contestación. He colgado en nuestro blog FENTCIUTAT un post titulado "Política y paternidad" donde sigo nuestra conversación. Este es el enlace
http://fentcity.crearblog.com/?p=10
un abrazo,
FENTACIUTAT
otro para ti, Joan, gracias por el link
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