Friday, January 31, 2014

ALGO SUCIO




1.Hay algo sucio en la obsesión de la derecha nacional-católica con el aborto. Cuando alguien define el aborto como un asesinato se arriesga a traspasar los límites de una preocupación tan razonable como la de los derechos del no-nato, pues está llamando asesinas a millones de mujeres a las que sólo un fanático asociaría con el mal y la delincuencia. Cuando se pronuncian palabras como "holocausto" para definir las prácticas abortistas, entonces debemos detectar y denunciar la venenosa estrategia de los expertos en demagogia y manipulación. 

Encuentro rastros de esa falta de higiene en la reprobación más o menos silenciosa que se hace de la libertad de las mujeres, algo que siempre ha costado mucho de digerir, especialmente si se trata de libertad sexual. ¿Por qué la Ley de Gallardón admite el supuesto de la violación? En otros términos, ¿podría don Alberto, o en su defecto, los sectores ultracatólicos que gobiernan el mapa moral y las decisiones de este simpar ministro explicarme cuál es, a efectos de los "derechos del no nacido", la diferencia entre un hijo concebido por una relación forzada y otro producto de un caso de mala fortuna o falta de la adecuada precaución? El hecho de que en un caso haya una agresión, sin duda terrible, y en el otro solo una imprudencia, no cambia la cuestión fundamental: son los derechos de la mujer a gestar los que están en juego. En la violada prima ese derecho, en la "equivocada" no. ¿Qué culpa tiene el hijo de una violación si de lo que se trata a toda costa es de proteger el derecho a la vida? Yo sé muy bien por qué la mujer forzada debe ser libre para interrumpir su embarazo, tanto como la que consintió la relación sexual. Esto es lo que los partidarios de la nueva ley, que ha puesto a España en la cabeza de las naciones sospechosas de regresión antidemocrática, no parecen saber: simplemente se castiga a la mujer por su libertad sexual. 

2. Veo en la 2 la emisión de Arrugas, film de animación basado en la novela-cómic de Paco Roca, a quien se reconoce como uno de los grandes talentos creativos de este país en plena crisis. La tensión dramática del relato, el terrible destino del protagonista y quienes le acompañan se presiente a cada momento como en una respiración lenta y tortuosa cuyo final es la negrura absoluta del olvido. La frialdad de los familiares, el centro donde son arrinconados para librarse de la molestia que los viejos suponen, la mentira de la piscina cerrada y que nunca se usa, los siniestros escalones que conducen al piso donde viven los desahuciados, la lucidez que va fugándose día a día a través del agujero del Alzheimer. Pero sólo es un tebeo, claro, no hay por qué alarmarse, nada de esto nos pasará a nosotros cuando seamos viejos. 

3. El arquitecto Santiago Calatrava denuncia a EU por una web donde se veja su obra y se insinúan su incompetencia y las tramas corruptas que rodea su historia con distintas administraciones, empezando por la de su Valencia natal, donde los sobrecostes de sus colosos son históricos. Jamás la obra de un artista tan prolífico me dejó tan frío, pero, como se burlaba el otro día Elvira Lindo, el que a los legos en materias arquitectónicas nos parezcan horrendas las creaciones de este genio no es trascendente: nosotros no entendemos. Eso sí, somos nosotros quienes en nuestras ciudades las sufrimos y, sobre todo, quienes las pagamos. Más allá de cuestiones estéticas, creo que el calatravismo pasará a la historia como uno de los símbolos de una época donde la gigantomaquia de la arquitectura-espectáculo se hizo bandera de un estilo de gestión de la polis. Con los espectaculares resultados que todos conocemos...y padecemos. 

4. Pedro J.Ramírez deja El Mundo. Desconozco las razones profundas, aunque podrían irónicamente ser objeto de una de esas investigaciones de película que hicieron famoso al diario. Desoiré por tanto las sospechas conspiranoicas al respecto, aunque no deja de tener su gracia que Ramírez haya caído justo cuando la derecha gobernaba con mayoría absoluta. Yo creo que este caballero vivió siempre obsesionado con el asunto del Washington Post y el Watergate. Soñó con ser Bernstein o Woodward (mejor éste último, con la cara de Robert Redford), y seguro que a algunos de sus confidentes los llamó "Garganta profunda". Pero se equivocaba en una cosa fundamental: el Post no sólo pretendía vender periódicos, Woodward y Bernstein no sólo fueron héroes por ser intrépidos, simplemente creían todavía que la función de la prensa es defender a los ciudadanos frente a la tiranía. Tenían escrúpulos, justo lo que jamás tuvo Ramírez.

5. Un informe de la ONG Save the children nos advierte que un tercio de los niños españoles, cerca de tres millones de entre los ocho y medio que tenemos, se encuentra en situación de pobreza o al borde de ella. Estos informes han encontrado versiones anteriores en la prestigiosa Intermon Oxfam. Naciones Unidas, a través de alguno de sus más reconocidos comités de expertos, ha denunciado la política de austeridad del Gabinete Rajoy, que amenaza con estrangular derechos ciudadanos ya consolidados y que se asocian indefectiblemente con la democracia. No les crean: son tres organizaciones radicales y que se dedican a quemar contenedores y provocar a la policía en algaradas callejeras. Y todavía hay quien dice que la izquierda no tiene discurso. 

6. Muere el poeta Félix Grande. El nombre dice poco a los nuevos -y sospecho que escasos- lectores de poesía, pero hubo un tiempo en que la energía necesaria para transformar la lírica española se remitía al autor de Blanco Spirituals. Lejos del acartonamiento académico o el intimismo relamido, Grande trasladó el lenguaje de la poesía hacia un quejido de esclavos del algodón que podría muy bien sonar a flamenco cuando prestaba oídos a la melodía de las calles y el poder de indignación de la gente. Sus versos "gritaban" sin disciplina ni respeto, con ese sentido del ritmo tan alejado de los lenguajes refinados,  juraban su amor a Paca e insultaban a los dictadores y a los que construían a la carrera misiles nucleares. Yo leí Blanco Spirituals en aquella edición de color negro del premio Casa de las Américas que mi padre compraría, como tantos otros libros no permitidos, en la trastienda de alguna librería. "Lo leímos con la fe con que leíamos entonces", dice Juan Cruz. Lo triste no es perder al poeta, es perder aquella fe con la que lo leímos. 

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