Thursday, April 02, 2015

POESÍA



1. Adorno se preguntaba tras la Segunda Guerra Mundial si era posible seguir escribiendo poesía después de Auschwitz. La pregunta tiene mucho sentido, designa la sensación de invalidez a la cual el horror más insoportable aboca a las conciencias. La técnica racionalizada del exterminio, con su gélida eficacia, nos roba el derecho a la imaginación soñadora que se puede permitir un hombre aún no arrebatado de sus atributos, aún no deshumanizado como los cadáveres andantes de los campos. Y sin embargo, la pregunta del judío de Francfort contiene una trampa, pues se contesta en sí misma: el acto de habla por el que Adorno designa la tragedia es ya en sí una respuesta poética. La poesía entonces sólo se hace imposible desde la desmemoria; se ve obligada a cargar con la pesadilla, por ello no sólo no debe resignarse al silencio, sino que tiene la obligación de resistir. 

2. La poesía sobrevive a la indecible negrura de la muerte industrializada, pero ¿sobrevivirá a la era de la comunicación masiva? El propio Adorno ya advirtió sobre ello cuando se refirió al inmenso poder de banalización de los medios de masas. Y Adorno no conoció internet. A toda hora somos ametrallados por frases más o menos célebres con las que la gente se autoayuda, expresa su rencor hacia sus ex-parejas o da pie de foto a selfies donde hace mohínes en la piscina con sus amistades. Autores tan indigestos como Nietzsche o Baudelaire son así citados a bajo precio y hasta el hastío en todos los rincones de la virtualidad digital. ¿Cómo poner los cinco sentidos en la escritura de un poema en medio de este delirio lírico masivo? 

3. La lírica inunda las redes porque, como sucede en esos viejos relatos de ciencia-ficción donde los humanos son tragados por las computadoras, la hemos obligado a abandonar los espacios reales, acaso porque allí todavía podía tener repercusiones. Encerrados en nuestras cárceles de prisa, cautivos del miedo a ser desechados por el sistema productivo, condenamos el alma a chapotear sin sentido en la prosa del mundo.

4. Y sin embargo, la poesía comparece allá donde menos la esperábamos. Poético es aquello que no ha sido programado y que proyecta una mirada sobre la vida que ningún burócrata puede racionalizar. Poéticos son los niños porque juegan con las reglas que nosotros les dimos y las convierten en algo que no imaginábamos; poetisa es la joven reportera que es expulsada de TVE porque su cámara muestra el horror de los bombardeos sobre los palestinos; un poema lo escribe sobre un estadio un futbolista cuando se marcha porque cuatro imbéciles le abuchean por ser negro... 

5. Una noche de verano, rodeado por todo tipo de temores, en especial el de convertirme en una ruina de hombre. Me tumbé sobre la arena de la playa, cerca de la orilla para divisar las estrellas sin la perturbación de las farolas del pueblo. El cielo era una hemorragia blanca de estrellas, un caos de estrellas donde era imposible trazar constelaciones. De pronto, bromeando sobre mi cuerpo echado en la arena, mis dos seres más queridos se interpusieron en mi mirada. Y entonces entendí algo que no puede decirse, algo que sólo puede mostrarse poéticamente. Supe que estábamos en algún lugar del cosmos, que éramos parte de una energía cuyo poder va infinitamente más allá de lo que nos es imaginable... supe que somos los habitantes de un rincón oscuro pero extrañamente iluminado por los dioses. Esa imagen se extinguirá cuando yo me vaya, y sin embargo, su energía viajará para siempre con la expansión del universo.     

3 comments:

Ricardo Signes said...

Como decía Carl Sagan, somos polvo de estrellas. Es, como toda metáfora brillante, una frase cuya lectura alienta y suma el placer intelectual con el estético, pero, amigo, su descubrimiento en la contemplación de una noche en la playa, en la que los astros entran en conjunción con los ojos de tu mujer y tu hija, lo que alienta es la propia vida, el sentido de cosmos.
Felicidades.

Ricardo Signes said...

Por otra parte, no es que la poesía sea necesaria después de Auschwitz, sino que lo fue incluso durante. Y es justamente esta pervivencia la que por sí misma responde a Adorno, porque si el objetivo de los nazis en los campos de exterminio fue desposeer de la identidad a las personas allí recluidas y convertirlas en masa y número, antes de desposeerlas de su propia vida, la voz poética de aquellos es un testimonio de rebelión y de afirmación a la vida. Ya lo escribió Celaya: Poesía necesaria "como el aire que exigimos trece veces por minuto,/ para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica".

David P.Montesinos said...

Gracias, Ricardo. Tengo que recomendarte un libro encarecidamente, "Homo Saccer. Lo que queda de Auschwitz". De Giorgio Agamben piensan muchos que es el filósofo del momento. Espero que hayas superado el via crucis de estos días.