En realidad no lo ha sido nunca, no al menos "el gran problema". Si nos referimos exclusivamente a la cuestión urgente de la gobernabilidad suscitada por el complejo resultado electoral, entonces sí, Podemos y el otro partido emergente, Ciudadanos, han llegado para montar un lío considerable. Pero si lo que nos preocupa de verdad es el bienestar de la gente, entonces me niego a aceptar la especie, lanzada al espacio insistentemente por sus hostiles -sobre todo los afines al PSOE-, de que encontrarnos ahora con sesenta congresistas del partido de Pablo Iglesias es un desastre.
Yo no sé qué tiene que hacer el PSOE en las próximas semanas. Decidan lo que decidan -y hay que reconocerle a Pedro Sánchez que el fuego amigo, es decir, sus enemistades internas, se lo está poniendo muy difícil-, mi pronóstico es rotundo: harán lo que crean que va a lesionar menos la futura supervivencia del partido, y lo presentarán como un acto de reponsabilidad patriótica.
Miren, a mí no me gusta Podemos, hablo relajadamente y sin horror de ellos porque, pese a que comparto algunos de sus planteamientos, no les he votado ni creo que llegue a hacerlo. Me interesa Podemos como fenómeno sociológico, y creo que en el futuro investigar las circunstancias que han rodeado su fundación y su relampagueante ascenso ayudará a entender lo que estaba pasando en la España de la segunda década del siglo XXI.
En cualquier caso me genera una fuerte desconfianza. Sus fundadores arrastran una herencia "escolar" leninista que me inquieta, se diría que dominan con maestría el arte de decidir entre bastidores todo lo que se debe hacer a cada momento en un cenáculo exclusivo para presentarlo después como el resultado de la voluntad popular. Son a menudo ocurrentes y vacuos, se lanzan audazmente a la piscina de prometer transformaciones profundas sin que terminen de explicar si saben cómo hacerlo. No me parece desacertada la crítica de que crecen porque le dicen a la gente lo que ésta quiere escuchar, lo cual, en tiempos como el actual en los que mucha gente en España se siente humillada, alimenta el peligro del populismo. Hay en ellos un componente de insolencia que no me molestaría de no ser porque en situaciones como la de estos días, donde lo recomendable es la prudencia y se debe ser casi quirúrgico a la hora de hablar y de actuar, los podemistas ponen pecho palomo para proclamar sus "líneas rojas", desmintiendo después que sean tal cosa y poniéndole otro nombre, con la misma hipocresía de los partidos del stablishment contra el que se rebelan y tratándonos igualmente como si fuéramos idiotas. Y sí, yo también creo que Pablo Iglesias es un héroe de la tele, y ya sabemos que la telegenia no lo es todo. (¿O sí lo es?)
Podría seguir marcando distancias con Podemos, pero no es objetivo de esta artículo, en parte porque este partido es atacado por tierra, mar y aire sin descanso en estos días, pero sobre todo porque debo insistir en lo que el título de este escrito enuncia: Podemos no es el problema. ¿Y cuál es ese problema? Ahora mismo, sin duda, el proyecto secesionista catalán y la intención de sus actores de que el Estado se debilite al máximo para facilitar la "desconexión". Y ese problema lo es para todos los que pretenden construir legítimamente un gobierno estable, empezando por el propio Podemos, que explosionó electoralmente en las capitales del Principado entre otras cosas por aliarse con la demanda de un referéndum, y que ahora se encuentra ante la imposibilidad de pactar un gobierno con el PSOE, cuyas posiciones respecto al tema catalán son extraordinariamente precarias e imprecisas.
Llega el momento de decirlo: la gente ha votado a Podemos porque esta harta de que le mientan, de que le hagan promesas que no se cumplen, de que le transmitan siempre el mismo mensaje larvado de que en realidad, la política es hoy impotente ante el capital y que lo único que se puede hacer ante un mundo donde cada vez hay más pobres y los ricos son más ricos es resignarse. "Sí se puede", este slogan es una obra maestra del marketing político porque ataca a los rincones más profundos del corazón de ciudadanos que se sienten humillados ante la sensación de que la democracia es hoy una mentira. ¿Significa esto que el partido de Pablo Iglesias "sí va a poder"? No, probablemente no, quizá sea un bluff, pero cinco millones de personas han decidido aferrarse a esa posibilidad por razones que creo que no estamos sabiendo analizar. Son apenas unos pocos menos que los obtenidos por una fuerza histórica tan relevante como el PSOE. ¿Nos conformamos con pensar que esos cinco millones son imbéciles o asumimos de una vez que el 15M y la colosal crisis han abierto un ciclo nuevo en las sociedad española? El problema no es Podemos, el problema es que el dinero está triturando el modelo de representación, en otras palabras, que las instituciones se están descomponiendo ante nuestros ojos y que todo apunta a que o la ciudadanía reacciona o seremos más pobres y estaremos más desprotegidos... Nosotros y nuestros hijos.
6 comments:
¿Te encuentras a favor de que haya un referéndum en Cataluña?
Saludos
Creo que hay que emprender un proceso de reforma de la organización del Estado, lo cual podría contemplar una medida de este tipo, siempre y cuando se demostrara que es una petición generalizada en la comunidad en cuestión. Actualmente se calcula que alrededor de un setenta por cien de los catalanes desean ese referendum, lo cual no significa, por cierto, que todos ellos deseen la secesión. De lo que estoy en contra es del proceso tal y como está siendo llevado desde el Parlament, que me parece no ya ilegal sino, sobre todo, antidemocrático. Estoy igualmente en contra de no hacer nada y esperar a que escampe, como hemos visto en el gobierno de Rajoy en los últimos cuatro años.
Hola, les deseo que los otros novecientos millones de kilómetros de viaje que quedan se les hagan agradables y polémicos.
Sobre el tema catalán he de decir que creo qué o se independizan de una vez o nos suicidamos por aburrimiento. Es algo que viene de centurias pero sigue resultando tremendamente curioso; una clase burguesa que sigue manteniendo intacta su capacidad para levantar a un pueblo a grito de “¡¡independencia!!”… produce cansancio hasta escribirlo.
Curioso porque mientras en el resto del estado el tema ha dejado de interesar a casi todo el mundo, en la Catalonia parecen haberlo descubierto hace unos meses (al igual que Mas, quien decía que el tema de la soberanía era anacrónico hasta que algunos miembros de Convergencia fueron acusados de llevárselo crudo. En definitiva, es un tema que supongo no entra en la lista de las cien primeras preocupaciones de los ciudadanos de este país, los cuales bastante tienen con seguir a flote –o no- en el pequeño charco donde a cada uno le haya tocado vivir.
Lo que sí me produce repugnancia en todo esto es la manipulación asquerosa a la que la burguesía catalana ha recurrido para salvaguardar sus intereses, si le hubiesen dicho a su pueblo que deberán pasar unos años jodidos (3,6, 9, 15…) pero finalmente vivirán en un país mucho mejor del que se fueron y los ciudadanos catalanes hubiesen aceptado, yo mismo saldría mañana con una chapa apoyando la independencia, (en realidad no me la pondría por cosas tan pueriles) pero, lo que han dicho es que el cáncer desaparecerá de Cataluña, que los jubilados podrán bañarse cada verano en el caribe y que los parados (si existen) vivirán igual que la hija de Botín…
Respecto al derecho a decidir que promueve podemos, me parece estupendo, que cuenten con mi sí ¿Cuándo votamos? ¿Quizás los políticos nunca entenderán que hay que consultarle al pueblo? Entonces el 135 fue una maniobra excesivamente recatada.
No se puede preguntar al ciudadano si quiere que Cataluña salga de España, sería brutal, porque además saldría que sí (los productores valencianos, extremeños, manchegos, gallegos, vascos, madrileños etc estarían encantados, por supuesto, pero los trabajadores –andaluces sobre todo- verían una oportunidad irrepetible para que las empresas que se fueron a Cataluña (muchas por decisión franquista) o allí se crearon se reubicasen en otras partes del estado) pero sí se puede preguntar si se cambia la constitución, creo que es lo mínimo. Al parecer los dirigentes políticos no llegan a entender este mecanismo tan complejo llamado “democracia”
Finalmente está la determinación de un pueblo para conseguir sus objetivos, lo que implica asumir las consecuencias sin importar otra cosa que la consecución del propósito. Seguimos sin ver este escenario en esta enésima charlotada liderada por mediocres y timoratos dirigentes catalanes ¿es licito enfervorizar a un pueblo para tirarse un farol?
Si en Cataluña cierran habitaciones en los hospitales con el argumento de que ese dinero es necesario para dedicarlo a fines independentistas y el pueblo lo acepta me parece digno de admiración y adhesión, si lo hacen alegando que los andaluces o los extremeñós les roban, es digno de desprecio a dirigentes y dirigidos.
Salvo me ilustren sobre el tema, sigo pensando que Cataluña es el principal laboratorio del fascismo y la derecha reaccionaria de Europa, un lugar donde se investiga cómo manipular a un pueblo para qué en sus cabezas solo quepa el egoísmo, la conexión grupal, el victimismo. Fascismo de manual. Nuestros gobiernos “democráticos” y los que no lo eran, siempre han pactado con ellos, luego, en lógica...
MA.
La verdad, MA, es que coincido con la mayoría de argumentos que hace valer, y lo hace extensamente, cosa que agradezco. No hay mucho que apostillar. No llego a ser tan fatalista como usted respecto al futuro de Catalunya, creo que los ciudadanos del Principado son en general más sensatos que todo eso, pero, ciertamente, me cuesta entender que se dejen manipular de la manera que lo están haciendo sus líderes, con ese espectáculo tan lamentable que han ofrecido en el Parlament. Coincido también respecto a la necesidad de plantear urgentemente la reforma constitucional. Ahora mismo me parece improbable lo del referéndum, pero sospecho que habrá que planteárselo a no mucho tardar, pues es un deseo mayoritario -y creo que suficientemente madurado- del pueblo catalán el ser consultado. Y mi deseo, obviamente, es que Catalunya no se separara del Estado, y no desde luego por amor a la unidad nacional y todas esas mandangas que tanta ilusión hacen a la derecha.
Pues yo sinceramente no encuentro lógica a un referéndum de secesión. Porque obligar a que una mitad se convierta en extranjera en su propia tierra,no me parece ni me parecerá legítimo .Tal vez tenga una mentalidad "arcaica" pero lo que no quiero ver es una España desmembrada,separada y convertida en un espejismo de lo que pudo llegar a ser .En unos tiempos en los que tendemos puentes y avanzamos hacia la unión el querer promover el separatismo me parece una contradicción. Veo mucho más interés económico que de "nación" .Pero en caso de que haya secesión o referéndum en Catalunya,la cosa no quedará ahí: Galiza,Euskadi,Nafarroa,"País Valencià,Islas Baleares,Canarias pretenderán lo mismo. Y aunque lo pueda ver poco probable ahora,recuerde que en Catalunya sólo un 20% apoyaba la independencia hace poco más de 6 años .Está claro que hay que reformar la constitución para avanzar hacia el estado federal y reafirmar los lazos,pero no veo sentido a la ruptura de estos.
Tengo las mismas reservas que usted respecto a la posibilidad de una ruptura, cuyas consecuencias sospecho que serían indeseables para España, es decir, para "nosotros", para los que nos quedásemos, y creo que también para Catalunya. Pero yo no he dicho que quiera tal cosa, lo que yo digo es que la consulta es una demanda legítima y que antes o después habrá que atender dado que es la voluntad de la inmensa mayoría de los catalanes. Las condiciones de la misma habrían de ser muy cuidadosamente estructuradas para no arrollar sensibilidades ni pisotear derechos de supuestas minorías. ¿Es posible tal cosa en un corto o medio plazo? Lo ignoro, quizá no, pero lo que creo que deberíamos empezar a plantearnos los partidarios de la unidad del Estado es ganar el referéndum, pelear para que no siga creciente el secesionismo como lo ha hecho -y no me sorprende nada- en los últimos cuatro años, y convencer a los catalanes de que les irá mejor si siguen entre nosotros.
Digo "referendum" y no "secesión", aceptar uno no significa creer en la otra.
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