Friday, January 15, 2016

NAOMI KLEIN Y LOS HÉROES DEL CAMBIO CLIMÁTICO




Compro los domingos con moderada fidelidad la edición semanal de El País. Este tipo de publicaciones -y en concreto a la de El País hay quien con cierta ironía la denomina "La Biblia"- son ridículamente arrogantes, pues nos indican qué es lo que tenemos que pensar, qué asuntos deberían ser objeto de nuestra preocupación, qué nos conviene comer, cómo vestirnos para las ocasiones, qué es aceptable que hagamos o nos dejemos hacer en la cama y cómo, en definitiva, debemos actuar en nuestra vida pública y privada para ser cool y dejar de parecer un peñazo, que es lo que probablemente somos. 

Leo no obstante EPS porque creo que tiene en nómina articulistas ocurrentes, ha publicado a menudo trabajos de investigación muy apreciables o cuenta después de tantos años con un arsenal fotográfico impagable. Detecto sin embargo un problema que acaso sea más previsible en otros dominicales pero que lleva algún tiempo haciéndose muy patente en EPS: la tendencia a trivializar. No me refiero a las páginas de cocina o moda, no, me refiero a trabajos de páginas centrales que, ocupándose de un tema que requiere circunspección y rigor, nos presentan una galería de fotos impactantes apostilladas con frases políticamente correctas, tras lo cual uno ya puede pasar tranquilamente a mirar qué color es el más trendy para reformarse la cocina. 

La pasada semana tuvimos una de éstas que, me temo, debe haber pasado bastante desapercibida. A colación de la Cumbre de París para el Cambio Climático, nos encontramos varias páginas llenas de bonitos retratos que representan a los que, según el articulista, debemos considerar héroes contra el calentamiento global. A primera vista me escandaliza que no aparezca en la terna Naomi Klein, autora de "Esto lo cambia todo", un extenso, valiente y documentadísimo tratado sobre el cambio climático que se publicó el año pasado y que ha tenido tanta repercusión como los anteriores libros de la canadiense, fuertemente críticos hacia el capitalismo globalizado, "No logo" y "La doctrina del shock". 

Toda exclusión de una lista de adalides de buenas causas es, supongo, tan discutible como toda inclusión. Lo que me llama la atención es que la lista esté básicamente compuesta por grandes oligarcas de la economía o la política, personas que no dudo que estén preocupadas por el cambio climático y que desempeñan varias de ellas cargos supuestamente trascendentes en la ONU para afrontar el problema. No obstante me viene a la memoria cierta frase del ex-alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, cuyo retrato aparece en lugar de honor en la revista: "Hay que liderar desde arriba, nadie va a empezar nada desde la base". 

Es justamente lo contrario de lo que defienden Naomi Klein y la mayoría de los activistas del clima que conocen de verdad el desafío al que nos enfrentamos: o los ciudadanos empezamos por cambiar nuestros hábitos y obligamos a los gobernantes a seguirnos, o de ninguna manera podremos evitar la catástrofe que supone un aumento de la temperatura media del planeta cercana a los cuatro grados centígrados. Por cierto, la lista es convenientemente aliñada por celebridades como la modelo Giselle Bundchen o cierto actor que hace de vampiro sexy en películas para adolescentes y que, por supuesto, dice andar  también muy preocupado con el asunto climático. 

He investigado las alusiones que en "Esto lo cambia todo" realiza Naomi Klein a dos de los héroes del clima retratados por EPS, el citado Michael Bloomberg y Richard Branson.Veamos.

El millonario y ex-alcalde de Nueva York lideró el pasado año junto a otros oligarcas la agencia Risky Business, destinada a avisar a la nación y especialmente a sus empresas de los costes económicos que pueden resultar del cambio climático. No se habla demasiado de sus inversiones en petróleo o gas natural, o de que es un firme partidario de la técnica del fracking, que él considera muy útil para luchar contra el cambio climático y a la que, sin embargo, y siempre según Klein, se le han descubierto fuertes costes en cuanto a liberación de gases nocivos a la atmósfera. Klein lanza sus sospechas hacia la cruzada ecofilantrópica de Bloomberg en favor del gas natural, que él presenta como alternativa pro-climática al carbón. Intereses económicos muy bien estudiados podrían haber estimulado el activismo ecologista del personaje.

Richard Branson, británico y estrambótico multimillonario, es el fundador de Virgin Group, nacida como discográfica y que en la actualidad vende todo tipo de cosas, pero que destaca sobre todo por sus colosales inversiones en aerolíneas. Branson ha bautizado su concepción del mundo como "Capitalismo Gaia", algo así como una versión New Age del neoliberalismo. Reconoce haber experimentado su caída del caballo con una visita a su casa de Al Gore, personaje clave en la historia de la difusión del concepto de cambio climático. Desde aquella epifanía, Branson ha invertido grandes cantidades en proyectos como el invento de un combustible bajo en carbono. Su frase más célebre, "Si el Estado no puede, tendrán que hacerlo las empresas privadas", resume su autoproclamación como mesías de un futuro verde. Eso sí, siempre parte del principio de que "podemos seguir viviendo como hasta ahora". 

Según Klein, Branson ha decaído mucho en sus impulsos iniciales, de manera que su obsesión ecológica actual se centra en hacer más "verde" la vida en las dos islas que posee en el Caribe. El haber puesto freno a otras inversiones pro-climáticas tiene que ver, según ha explicado el empresario, con las pérdidas que a Virgin le ha supuesto la fuerte recesión económica. Debe ser eso lo que le ha inclinado a aumentar espectacularmente su flotilla de aviones, que sueltan volúmenes brutales de carbono al aire, hasta el punto de que Klein calcula en un cuarenta por ciento el incremento de las emisiones de gases con efecto invernadero de Virgin desde que descubrió la luz gracias a Gore. El excéntrico personaje también creó una escudería de Fórmula 1, sin olvidarnos de la agencia Virgin Galactic, que prevé en un futuro cercano lanzar vuelos comerciales al espacio. 

Según Klein, detrás de todos estos fuegos artificiales se encuentra la pueril adicción humana a la ideología del milagro tecnológico: la noción -muy hollywoodiense- de que la ciencia nos salvará gracias a algún genio sufragado por un magnate con corazón, un eficaz sedante que acaso no haga sino acelerar el rumbo hacia la catástrofe medioambiental. 

Ningún multimillonario supuestamente concienciado nos va a salvar. Debemos asumir la necesidad de transformar nuestras conductas y asumir que no son los esfuerzos filantrópicos de los ricos los que cambiarán las cosas, sería más apropiado crear el tejido jurídico necesario para sancionar a las empresas sucias, obligarles a limpiar y subirles los impuestos. De esto EPS no habla mucho este domingo. Se ve que no es muy cool.  

3 comments:

Anonymous said...

Creo que todo esto del cambio climático es un negocio cada vez más suculento, también para El País. Para lo importante, que es la contaminación, ya ha dado usted la solución: subir los impuestos a los ricos, pero sobre todo que los paguen, cosa que no ocurre a día de hoy entre SICAV, paraísos fiscales, amnistías, subterfugios contables etc.

No clasifico la basura, no me fijo en el color del contenedor, tal vez sea por eso que no hace mucho me cobraron 50 euros con recargo en concepto de tasas de basuras. Tengo un coche medio con unos cuantos años, un piso que terminaré de pagar cuando dios vuelva a mandar bajar a Jesucristo y diría que mi nivel de consumo es bastante discreto. “El alex” trabaja en las oficinas de COBRA, la división de gestión de residuos y reciclaje, tiene un TT, un turismo, un chalet un nivel de consumo de clase T –de tonto- y su contribución al mundo es intentar que su empresa cada vez facture más, para lo cual es necesario que los vecinos se vigilen unos a otros en la zona de contenedores –además el ayuntamiento multa por no facilitar a COBRA la tarea de ganar millones vendiendo el material reciclado.-

Se supone que el planeta tierra llega al punto de licuación total cada 250.000 años para revertir el proceso hasta la solidificación en otros tantos años, las emisiones tal vez puedan acelerar el proceso de forma residual, no cambiar el clima de la tierra –cosa que no ha conseguido ni la erupción simultanea de cientos de volcanes-.

Lo realmente desolador es bañarse en una playa atestada de basura, saber de un rio envenenado, pasear por un bosque sin árboles, por calles malolientes de basura de humo. La solución no está en la concienciación de los adinerados del mundo, ni en que la gente normal tenga tres o cuatro cubos de basura en su casa, tampoco en que El País premie a un acaudalado personaje sacándole en una portada como ecologista del mes. A mi entender la solución radica en contar con representantes políticos no contaminados por la avaricia, la corrupción o la impunidad, solo así se podrán dedicar los recursos necesarios a la educación –lo primordial- llegar a un acuerdo internacional para que los mercachifles cuya mayor preocupación es encontrar la manera de no pagar impuestos no puedan escaquearse mediante SICAV ni cualquier otro medio de ingeniería financiera en ningún país civilizado –esto debería ser el tema principal en las cumbres sobre el cambio climático- y sobre todo, dejar de comer el tarro a la gente que no tiene un súper deportivo, no viaja en avión frecuentemente para visitar exóticos lugares, no tiene una piscina olímpica en su casa ni se lucra cada vez que deposita un residuo en la papelera.

Cuando "la eficacia simbólica" sazonada con Milton, Smit o el perennemente enquistado maquiavelismo sea desterrado de todas las aulas tal vez el pueblo pueda sentirse votante e implicado en las posibles soluciones, por lo pronto solo queda atender a las recomendaciones de los que saben para no quedarse fuera, esto es, ser súper cool, lo que implica no discutir a los que parece que saben.

Un saludo profesor.

MA


David P.Montesinos said...

Vuelvo a agradecerle su presencia en este blog y que se haya molestado en elaborar su argumentación, algo muy poco habitual en esta esfera cultural twiterizada donde parece que si escribes más de una línea y media ya aburres. Puedo coincidir en muchas de las cosas que dice. Discrepo de su apreciación sobre el cambio climático. No se trata en mi caso de aceptar cándidamente argumentos de autoridad de los científicos. A fin de cuentas también me creo que existen los átomos o que Plutón es un exoplaneta. Lo que intento decirle es que la acelaración del cambio climático como consecuencia de las emisiones de CO2, entre otros muchos materiales nocivos, es una evidencia sobre la que ya no se discute, como se vio en la Cumbre de París, cuya mejor consecuencia ha sido el definitivo descrédito de los negacionistas.

Anonymous said...

Siento abusar de su tiempo, pero acabo de leer su artículo “Europa no será blanca” y aparte de gustarme –como todos los hace de naturaleza polémica e incluso provocadora- creo que tiene mucho que ver con su último artículo “Los héroes del cambio climático”. Da la impresión, me la da a mí al menos, que estuviese poniendo punto y final a una conversación que previamente hubiese tenido sobre el asunto.

Digo que tiene que ver puesto que considero que dar por sentado que Europa tiene un problema de natalidad es el equivalente a aceptar que la tierra tiene un problema generado por el ser humano cuyas consecuencias son cambiar el clima. Finalmente no puedo cerrar la puerta a la posibilidad de estar totalmente equivocado –en este tema y posiblemente en todos- pero no me creo nada a priori que venga de los políticos y el poder, por tanto pongo en cuarentena toda información suministrada que haya bebido de fuentes “oficiales”. Concretamente en su artículo sobre el mestizaje observo que las diversas ramas nacen de un mismo tronco; el mestizaje como solución al racismo, como revitalizante para una cultura en declive, como imprescindible plan para el sostén económico. De ahí mi impresión de que está contestando a un interlocutor en particular. Pero es en este último caso –el económico- donde reside mi discrepancia fundamental.

El afán capitalista de mantener siempre un desequilibrio entre fuerza de trabajo y capacidad de producción es un hecho que no creo pase por alto a estas alturas. De hecho sí contamos con un estado de bienestar claramente en merma es debido a la abundancia de mano de obra como “combustible” para la maquinaria capitalista, si somos muchos somos menos valiosos, por muy duro que parezca. Al sistema le da lo mismo el excedente y el destino que a este le aguarde, seguirán teorizando sobre la imposibilidad de conseguir un proletariado de clase media sin una clase clamorosamente pobre, por lo tanto se trata de tener hijos sin la certeza de poderles dar una vida digna a cambio de asegurarnos las pensiones, no sería tan perverso como chistoso de no ser porque el mensaje cala en la población.

Claramente es la cultura y el bienestar social lo que hace posible que una colectividad planifique su papel social de forma más racional, si hay algo de cierto en aquello de la inteligencia colectiva se demuestra en este asunto, donde se observa sin lugar a dudas la autorregulación que se aplica la población ante un escenario nada favorable al proletariado. Si gracias a una maquina solo es necesario que trabaje una persona donde antes trabajaban 500, está claro que la réplica no será parir jornaleros que empuñen una guadaña, sino operarios de maquinaria, ahora bien ¿por esto nos dicen que no cobraremos pensiones? La solución es que la maquina pague el IRPF proporcional a la mano de obra que desplaza, lo que unido al descenso en la tasa de natalidad supone conseguir un equilibrio sostenible.

El mestizaje será un hecho natural, hoy en dia cualquier adolescente tiene un 25% de posibilidades de emparejarse con un individuo de otra raza o cultura y la tasa es exponencial. No gustará a unos o gustará mucho a otros, pero es una realidad que supondrá una trasformación cultural esperemos que muy distinta a los pronósticos del tal Kalergi, también espero que este mestizaje no tenga nada que ver con el aumento de una natalidad sin freno donde se satisfagan los sueños capitalistas y por tanto la consolidación de una precariedad vital asumida por el pueblo.

La casta solo tiene los hijos necesarios para cubrir los puestos castoriles, ninguno se queda en el paro.

MA