Tuesday, December 08, 2020

MANK Y EL NIÑO PRODIGIO


Sería tramposo ponerme a crujir a Carlos Boyero sin reconocer que me divierte tanto como me irrita. Al tiempo que pone "Mank" como una absoluta obra maestra, se complace en arrastrar por el fango "Beginning", la película georgiana que fascinó a los asistentes al Festival de San Sebastián. Con independencia de la autoridad que queramos conferirle a Boyero como analista de cine, siempre me ha llamado la atención la prepotencia con la cual los profesionales de la crítica cultural se cargan una obra de arte en cuya manufactura hay quien se ha dejado la piel y ha puesto inmensas ilusiones. Quizá si Boyero hubiera hecho alguna vez una película sabría de lo que hablo. No obstante, tiene razón en una cosa: el postureo de los snobs es odioso.


Verán. En una ocasión pusieron en la Filmoteca Valenciana una serie de cortos de Wim Wenders. En el primero aparecía el cuerpo cortado por la mitad de un corredor. Durante cinco o seis minutos que a mí me parecieron eternos veías exclusivamente las piernas de un tipo corriendo. El problema no es lo que pagué por ver aquella solemne imbecilidad, sino la cara de fascinación que ponían un grupo de panolis con pretensiones que tenía delante. A veces parece que hace falta un friki con afición al dry martini como Boyero para reírse de quienes, tras aburrirse como ostras en un festival de snobs con una peli vietnamita infumable o la última paja mental de Julio Médem, salen del cine convencidos de haber presenciado una gran genialidad. 



Este argumentario conduce siempre al mismo problema: ¿cómo diferenciamos la obra buena de la mala? Me parece especialmente lúcido el análisis que, con respecto a la novela de masas en el XIX, realiza Umberto Eco a propósito del caso Eugene Sue, uno de los más singulares de la historia de la industria cultural. En su momento "Los misterios de París" enloqueció a los franceses hasta el punto de agrisar la aparición de novelas tan importantes como "Los tres mosqueteros". ¿Cómo se explica un éxito tan colosal, teniendo en cuenta que después la historia ha relegado las obras de Sue, que han quedado como insignificantes al lado de las de Stendhal, Balzac, Dumas o Victor Hugo?


Eco realiza un esfuerzo didáctico encomiable para ayudarnos a diferenciar entre lo que él llama "novela problemática" y la "novela popular". En ésta nos encontramos siempre una lucha entre el bien y el mal que habrá de resolverse en favor de aquél en función de los valores y la ideología dominante. Por el contrario, en aquella la resolución es ambigua porque de lo que se trata es de cuestionar la noción adquirida del bien... y por tanto la del mal. 


"En una palabra, la novela popular tiende a la paz, mientras la novela problemática deja al lector en guerra consigo mismo" (U.Eco, "El superhombre de masas")



Lo que según Eco indica el caso Sue es la profunda interrelación entre la técnica del relato de consumo, la industria cultural y lo que el propio Eco denomina "ideología del consuelo". En "Los misterios de París" se nos invita a condolernos con la miseria social. Los lectores lloraron a mares, pero el planteamiento está enfocado hacia el sentimentalismo, el paternalismo y la utopía. Y por consiguiente también lo están las soluciones. Así, desde su reformismo edulcorado, Sue se presenta ante Eco como un "vendedor de emociones que especula con la miseria humana". Tras asombrar e intrigar al lector, la novela terminará sedándole al recuperar el trono para aquella verdad que aquél ya sabía antes de abrir el libro. El efecto es típicamente kitsch: el tópico literario se impone, todo suena a visto en otros sitios y se nos ofrece en dosis calculadas para que no detectemos a tiempo la impostura. Se trata de satisfacer al lector con soluciones que correspondan a sus deseos pero que no cuestionen sus valores de base. 


No es casualidad que en nuestro tiempo el relato de masas, también obviamente en el cine y en las teleseries, se adecúe al formato Sue. La sucesión aparentemente desbocada de intrigas y golpes de efecto se sujeta, desde su aparente incontinencia, a una plantilla tremendamente simple: el drama entre opresores y oprimidos y la necesidad de un héroe carismático que restaure el orden cuestionado por la maldad de unos pocos que deben ser suprimidos para que el sistema subsista. Así es como la crisis abierta para desencadenar el drama demandará un Deus ex machina, el cual nunca podrá identificarse con las clases populares, pues en ese caso el relato dejaría de ser consolatorio para hacerse inquietante y, finalmente, revolucionario. El héroe surge de la clase dominante y forma parte de una raza de justicieros que, ante la incapacidad general para entender su elevado sentido de la justicia, habrán de actuar en soledad y a menudo contra las leyes y los poderes convencionales. 



Perdonen todo este rollo, pero aparte de que no pienso desperdiciar una ocasión para inocularles el placer de leer a don Umberto, necesitaba tiempo para llegar a lo que verdaderamente me preocupa. 


Muchos de mis alumnos tienen la conexión a Netflix, y eso me proporciona un canal de comunicación con ellos muy útil. Ven allí series buenas y otras muchas manifiestamente mejorables. El tema es que "Mank" es, como hace un año "Roma", una peli de Netflix... La oportunidad es incomparable. "Debéis verla"... pensaba decirles el viernes pasado... Y en esto se me cruzó otra idea aún más perversa: si lo que a fin de cuentas relata "Mank" es la supuesta historia no revelada del primer film dirigido por Orson Welles, ¿no será entonces el momento para que vean "Ciudadano Kane". 


Alguno desde su pupitre me demandará razones. Puedo contestarle que según los críticos es la mejor película de la historia y que Orson fue, como le llamaban entonces en Hollywood, un "niño-prodigio"... y no seré yo quien les desdiga. Pero no será suficiente. De manera que entonces tendré que hacerles uno de esos discursos apasionados como el que cierto profe de Literatura del instituto me hizo hace una eternidad para explicarme por qué había que amar a Shakespeare. Lo estoy ensayando desde hace un rato. A ver qué les parece. 



"Veréis, queridos. Se dice que en Filosofía nos dedicamos a contestar preguntas como aquello de quiénes somos, de donde venimos y a donde vamos. No sé de nada que hayan dicho Platón o Descartes que no esté al respecto mejor explicado en Kane. Quizá sea precisamente porque el arte, como dijo Wittgenstein, no explica... más bien se diría que el arte "muestra". Todas las preguntas que realmente me importan están de alguna manera contestadas en cada instante de este film irrepetible. Nada en él está destinado a consolarnos ni a reforzar nuestras convicciones. Todo lo que creemos saber de lo más profundo del alma humana está retratado por Welles y Mank... Y, sin embargo, las dos imágenes finales, esas letras del trineo que se incinera sin remedio en la gran hoguera de Xanadú, y el letrero "No trespassing" que cierra el paso a los curiosos, nos recuerdan que lo que encontramos en esta extraña criatura que somos es un misterioso vacío. De él, por contradictorio que parezca, emana todo nuestro poder... ese poder con el que somos capaces de dominar y también de destruir el mundo."


... y bla bla bla, bli bla blu... En fin... que sí, que "Mank" está muy bien. Aunque lo diga Boyero.


No comments: