Monday, December 01, 2025

ANATOMÍA DE UN INSTANTE














“Anatomía de un instante” está cerca de ser una obra maestra. Su autor, Javier Cercas, acertó al poner el foco sobre esos detalles que a todos nos llamaron la atención, pero que se vuelven insignificantes en manos de los historiadores oficiales.
Cercas es endemoniadamente listo, sabe elegir su tema… Acaso la inteligencia no sea otra cosa que eso. Acaso en eso consista escribir novelas. ¿Por qué Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo fueron los únicos en no ocultarse bajo el escaño cuando los bárbaros hicieron atronar sus pistolones?
Leemos y obtenemos respuestas más que satisfactorias. Los tres estaban solos y lo sabían; los tres llevaban tiempo esperando que alguien viniera a matarlos; los tres se sentían en alguna medida responsables de aquel espectáculo tragicómico del 23F. Cercas explica magistralmente por qué Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo fueron unos traidores, y, sobre todo, porque su heroísmo consistió precisamente en serlo.
Comparto la fascinación por los tres personajes. Se jugaron el pellejo por una causa que no era la suya, pero que terminaron haciendo que lo fuera. Quizá Suárez fuera un pícaro de provincias y un arribista, Gutiérrez Mellado un hombre confuso, y Carrillo un zorro taimado y oportunista. Pero cada uno de ellos, con todas sus contradicciones, y quizá por ellas, vale bastante más que tantos personajes y personajillos que deambulan petulantes por el tumultuoso escenario de la Transición: el Rey, Tejero, Armada, MIlans, los ministros de UCD…
Nada que objetar a la serie en sí, que se apoya en un material literario inmejorable. Quizá su único problema es que el resultado fílmico de tres horas –una peli larga- es a todas luces insuficiente para explotar todo el potencial de la obra. Nos encontramos un elenco actoral en estado de gracia, con un prodigioso Eduard Fernández haciendo de Carrillo, un Suárez sorprendente... No son buenos por emular a los representados –para eso ya están los humoristas-, sino porque cada uno construye su personaje, incluyendo al Rey, que acaso resulte mucho más interesante que la figura real.
Me permitirán no obstante dos pequeñas objeciones, no a la serie, tampoco a la novela, sino más bien al autor.
Javier Cercas forma parte de una élite intelectual ideológicamente moderada que se siente en la obligación de defender la legitimidad del por algunos llamado Régimen del 78. Hay razones para ello. La democracia española parece gozar de buena salud si la comparamos con otras que de democracia no parecen tener mucho más que el nombre, al menos si tenemos en cuenta el estado de los derechos sociales, los bienes públicos, la seguridad… Es plausible la posición de personas como Cercas porque, definitivamente, no somos un estado fallido.
Me niego sin embargo a dejarlo así porque me hace sentir como un cándido. Desigualdad creciente, corrupción sistémica, mafias perfectamente asentadas, injusticia fiscal, lawfare insistente, deterioro de los servicios públicos, impotencia política ciudadana ante las grandes corporaciones, partidocracia, precarización laboral, régimen abusivo de vivienda, desastre ecológico sin control…
Sí, lo sé, no podemos aspirar a vivir sin problemas y nadie dijo que tras morir el Dictador hallaríamos el Paraíso. Pero, contéstenme: ¿cómo les explico a los adolescentes que una enorme cantidad de los líderes nacionales de este medio siglo han acabado desacreditados, encausados o incluso entre rejas? ¿Qué les contesto cuándo me preguntan si no nos estamos convirtiendo en un país de camareros, si estamos haciendo algo de verdad por la transición ecológica y contra el cambio climático, o si tenemos prevista alguna medida tan contundente como necesitamos para parar la catástrofe de la vivienda con la que podemos estar arruinando su futuro?
No puedo pedirle a Cercas que me conteste a estas cuestiones, él solo explica quiénes fueron de verdad tres personajes relevantes. Pero creo que hay un mensaje en la botella que es “Anatomía de un instante”. Esos tres personajes a contrapelo nos salvaron, se sacrificaron de alguna forma por nosotros y fuimos unos desagradecidos. Tiene gran parte de razón, pero el discurso al que da lugar deja demasiadas cosas atrás.
Otra cosa. Esta, si quieren, es mucho más de fondo. En realidad tampoco distrae en lo más mínimo de la brillantez novelística del señor Cercas. Estoy un poco harto de las hagiografías de los líderes políticos, sean los que sean. “La historia la hacen los pueblos”, dijo el mayor líder socialista en que puedo pensar, Salvador Allende. Sabemos desde Karl Marx, y yo diría que desde Spinoza,, si aprendemos a leerle, que las multitudes son el verdadero poder constituyente. La gran pregunta es cómo pensamos cuidar de nosotros a partir de ahora. Eso no nos lo van a contestar González, Aznar y tantos otros que se arrogan el protagonismo en la Historia. Pero no es a ellos a los que interpelo. Es a todos nosotros, pues lo que tenemos es lo que entre todos nos hemos buscado.
Y siempre será así… hasta que nos extingamos.

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