CONTRA SEXO EN NUEVA YORK:
POR QUÉ YO NO QUIERO SER COMO CARRIE BRADSHAW(I)
El estreno de Sex and the city no es uno de esos acontecimientos de masas al estilo de las sagas de El señor de los anillos o Harry Potter… ni siquiera el veterano Indiana Jones, con quien comparte cartel. Buena promoción, importante taquilla y alguna que otra freaky disfrazada a imitación de la heroína de la serie… no mucho más que la última idea de Sarah Jessica Parker –productora de la serie además de máxima protagonista- para diversificar las fuentes de ingresos de la mina de oro que encontró hace casi una década. La verdadera significación de Sex and the city, y me refiero a la serie televisiva, está en su colosal poder para construir signos… Nadie, acaso desde aquellas series de amor y lujo de los ochenta, ha sido capaz de poner en circulación pautas estéticas relativas a vestuario, muebles, tiendas, bares, discotecas usos lingüísticos, gestos y, por encima de todo ello, tendencias respecto a costumbres, lo que incluye un amplio abanico en cuanto a preferencias sexuales, valores de pareja y matrimonio, el consumo de ocio, la amistad, la libertad de la mujer, el dinero…
No es insignificante el equívoco que en castellano traduce el título de la serie por Sexo en Nueva York. La idea de la city es algo resbaladiza para nosotros, pero es que para Carrie y sus amigas hay una enorme diferencia entre vivir en Manhattan –la city, propiamente dicha- y vivir por ejemplo en Brooklyn, barrios donde usted y yo nos sentiríamos seguramente muy dichosos de tener un apartamento, pero que a ellas les parecen propios de la common people, considerando una amenaza la posibilidad de tener que instalarse allí, pues supone poner el Hudson y su puente de Brooklyn entre la vida real y la exigencia de residir en el centro del mundo.
Puede ayudarnos a entender algo la evidencia del desplazamiento hacia el Oeste de los nudos de hegemonía de la economía más potente del mundo, y, por consiguiente, el que la city empiece a ser sospechosa de haberse convertido en museo. Ello explica en parte que New York sea la protagonista de una serie de amor y lujo, tanto, pero obviamente con otro estilo, como lo fueron en su momento Dallas o Falcon Crest, series que transcurrían en el Oeste y en las que nunca se desvinculaba el juego de signos de ostentosa riqueza de la práctica productiva, en concreto el petróleo para la primera y los viñedos para la segunda. En Sex and the city, los signos de la riqueza forman parte natural del entorno de las protagonistas, pero está cuidadosamente disimulado…a las cuatro chicas apenas las vemos envueltas en la cotidianeidad laboral, y de sus pretendientes solo sabemos que son muy in cuando te hacen el amor glamurosamente, te regalan joyas o te suben a un coche con chofer, pero apenas se da cuenta de las suculentas operaciones económicas a las que se dedican, no al menos si no son artistas, como el creador ruso que hace el papel de último amante fracasado de Carrie en la serie, antes de volver definitivamente con Big, este sí, financiero de éxito en el laberíntico ecosistema financiero de Wall Street, donde se mueve como un galán con las mujeres con clase y, suponemos, como un tiburón con los negocios (Es ese valor simbólico de la isla, convertido en escenario, el que Bin Laden interpretó perfectamente, por más que, misteriosamente, el asunto más traumático y decisivo en la historia de la ciudad es un tabú para la serie)
Puede ayudarnos a entender algo la evidencia del desplazamiento hacia el Oeste de los nudos de hegemonía de la economía más potente del mundo, y, por consiguiente, el que la city empiece a ser sospechosa de haberse convertido en museo. Ello explica en parte que New York sea la protagonista de una serie de amor y lujo, tanto, pero obviamente con otro estilo, como lo fueron en su momento Dallas o Falcon Crest, series que transcurrían en el Oeste y en las que nunca se desvinculaba el juego de signos de ostentosa riqueza de la práctica productiva, en concreto el petróleo para la primera y los viñedos para la segunda. En Sex and the city, los signos de la riqueza forman parte natural del entorno de las protagonistas, pero está cuidadosamente disimulado…a las cuatro chicas apenas las vemos envueltas en la cotidianeidad laboral, y de sus pretendientes solo sabemos que son muy in cuando te hacen el amor glamurosamente, te regalan joyas o te suben a un coche con chofer, pero apenas se da cuenta de las suculentas operaciones económicas a las que se dedican, no al menos si no son artistas, como el creador ruso que hace el papel de último amante fracasado de Carrie en la serie, antes de volver definitivamente con Big, este sí, financiero de éxito en el laberíntico ecosistema financiero de Wall Street, donde se mueve como un galán con las mujeres con clase y, suponemos, como un tiburón con los negocios (Es ese valor simbólico de la isla, convertido en escenario, el que Bin Laden interpretó perfectamente, por más que, misteriosamente, el asunto más traumático y decisivo en la historia de la ciudad es un tabú para la serie)
Detesto esta serie. Más en la medida en que conozco personas inteligentes en las que ha influido, más en tanto que creo que es una obra televisiva de magnífica factura y sutil complejidad. Y sin embargo, se trata de una estafa ideológica. El discurso que sustenta el relato no es, como pretenden algunos, progresista ni tan siquiera liberal, pese a que su tema es el sexo, y lo que resulta aparentemente más grave, el sexo de la mujer… es por el contrario peligrosamente reaccionario… no inquietante, salvo para machos carcamales que probablemente no ven la serie, sino más bien aquietador… no reivindicativo sino conformista e insolidario, terriblemente insolidario. Quizá Carrie es el imaginario de lo que la nueva mujer urbana desea... acaso sea eso lo preocupante. (Conste que de ninguna manera la línea de mi crítica es afín a la clericalista que, por ejemplo, sostiene la inefable Libertad Digital, donde el Padre Orellana denuncia la serie por su reivindicación de una forma de vida basada en la “gimnasia pélvica” y la búsqueda del matrimonio como refugio de cuarentonas sentimentalmente fracasadas y no como depositario del sincero amor conyugal. Estas críticas dan por presupuesto el orden que esta serie, y la cultura del tiempo mismo, ya han triturado: toda mujer emancipada o deseosa de serlo construye hoy su vida en una sociedad opulenta desde la puesta entre interrogantes, cuando no desde la negación, de los valores del matrimonio patriarcal que la han mantenido sometida durante milenios. Podemos juzgar si las alternativas sobre las que disertan continuamente las protagonistas son plausibles, pero es ridículo plantear que para remediar la angustia creada por la decisión de intentar ser libre lo que una debe hacer es volver al redil de las instituciones “protectoras”. En cuanto a lo de la “gimnasia pélvica”, yo puedo dudar de la veracidad de las fórmulas de liberación sexual que propone la serie, entre otras cosas porque me parecen hipócritas, clasistas y simulacionales… pero de lo que ninguna manera acepto es que tener muchas y ricas experiencias sexuales –tanto peor para el Padre Orellana en la medida en que hablamos de mujeres- sea en sí criticable. Pero ya sabemos que la libertad sexual es uno de los jinetes del Apocalipsis para el pensamiento reaccionario… ellos se lo pierden.)
Si considero reaccionaria a esta serie es porque construye su discurso a partir del más característico de los mecanismos de la ideología conservadora: el desplazamiento de los conflictos –y de su posible resolución- hacia la esfera de la “cultura”, las ideas o las formas de conciencia. Así, el problema de la soledad en una gran urbe se asocia en la serie a la dificultad de las mujeres para superar el desafío de vivir sin la sumisión a un patriarca…determinadas prácticas sexuales propuestas por amantes ocasionales no se llevan a cabo porque todavía quedan ciertos bloqueos morales… los hombres no terminan de aceptar lo que supone vivir con una mujer que toma sus propias decisiones… la necesidad de ser guai y no cutre depende del buen gusto en el que una aprende a educarse, etc… Sabemos solo por referencias algo de la dedicación laboral de los personajes, por más que con ello se nos escamotea el quid de la cuestión, es decir, el cómo cada uno ha ido a parar a la Ciudad de los Rascacielos y ha conseguido incluso hacendarse allí –excepto Carrie, que vive alquilada-. En sus exitosos artículos para el New York Star, la protagonista no hace otra cosa que interrogarse acerca de los conflictos que la necesidad de reordenar las relaciones entre personas en una sociedad que muta de valores con inusitada velocidad… al final el deus ex machina del guionista interviene para salvar a los personajes –o a Carrie, para ser más exactos- de sus malos momentos, pero nunca se nos llega a insinuar, entre partys , cócteles y polvos con tíos buenos, que la incomunicación y la insolidaridad dominan las comunidades urbanas contemporáneas, que son esos factores los que desencadenan secretamente parte de los conflictos que torturan y a la vez entretienen a las protagonistas, y que solo la posesión de una buena tarjeta de crédito nos preserva de las peores consecuencias: la soledad, la pobreza y la exclusión.
Otra estrategia reaccionaria, sólo que mucho menos tradicional, consiste en efectuar una reapropiación de los elementos procedentes de la protesta revolucionaria que cuajó con todo tipo de movimientos sociales en los años sesenta. La estrategia consiste en digerir sus signos para exhibirlos en la forma domesticada en la que ya han perdido su verdadero valor reivindicativo y conflictual.
¿Descomposición de los valores tradicionales de la familia? Sí, puesto que las protagonistas no “tienen” familia, es decir, no se nos informa de ella, como si no existiera… solo llega a aparecer tangencialmente y para maltratar y humillar a alguno de los personajes, un poco como pasa con esos adolescentes que no quieren que sus amigos vean a sus padres porque son menos in que ellos. Probablemente la familia merecía ser históricamente sometida a juicio en los sesenta, pero Sex and the city simplemente la fulmina porque, si Nueva York es la ciudad donde todo empieza de cero y podemos reinventar nuestra propia identidad, es porque la familia encarna el peso del pasado y la responsabilidad, algo que la adolescencia perpetua ajena a todo compromiso en que quieren vivir las protagonistas la convierte en un puro fastidio.
Otra estrategia reaccionaria, sólo que mucho menos tradicional, consiste en efectuar una reapropiación de los elementos procedentes de la protesta revolucionaria que cuajó con todo tipo de movimientos sociales en los años sesenta. La estrategia consiste en digerir sus signos para exhibirlos en la forma domesticada en la que ya han perdido su verdadero valor reivindicativo y conflictual.
¿Descomposición de los valores tradicionales de la familia? Sí, puesto que las protagonistas no “tienen” familia, es decir, no se nos informa de ella, como si no existiera… solo llega a aparecer tangencialmente y para maltratar y humillar a alguno de los personajes, un poco como pasa con esos adolescentes que no quieren que sus amigos vean a sus padres porque son menos in que ellos. Probablemente la familia merecía ser históricamente sometida a juicio en los sesenta, pero Sex and the city simplemente la fulmina porque, si Nueva York es la ciudad donde todo empieza de cero y podemos reinventar nuestra propia identidad, es porque la familia encarna el peso del pasado y la responsabilidad, algo que la adolescencia perpetua ajena a todo compromiso en que quieren vivir las protagonistas la convierte en un puro fastidio.
¿Homosexualidad? Aparecen gays en la serie, pero son mariquitas con todos los defectos de la feminidad impostada y excesiva: emotividad, ciclotimia, inanidad moral, culto falocrático… almas de mujer en cuerpos de hombre, ejemplos de lo que Carrie y sus amigas deben evitar ser… la nueva mujer es dominadora, al menos dueña de sí misma, los mariquitas no hacen sino reproducir su vieja tentación a someterse al macho. Eso sí, aparecen muchos con frecuencia en la serie y cumplen el papel de confidente gay, pero sin formar verdaderamente parte del selecto club de las cuatro.
¿Sexualidad proliferante? Sí, por todas partes el sexo deja sus signos en la serie, a fin de cuentas es –supuestamente- de lo que trata, y ya la carátula de presentación de cada capítulo, donde Carrie se pasea por una onírica New York, es la metáfora de un coito -¿con la ciudad?, ¿con los rascacielos?-. Pero, cuidado, el slogan con el que en los autobuses se promociona el talento como escritora de la protagonista –Carrie knows good sex- esconde una terrible alternativa: hay buen sexo si una es guapa, rica, joven y tiene un gusto exquisito… si no es usted nada de todo eso y además no forma parte del reducido porcentaje de elegidos que viven en la city y que no son camareros, limpiadoras o cuidadoras de ancianos, entonces es inútil que lea los libros de Carrie, pues su vida, más que una opción distinta, es una desdicha. Lo bueno de estar en el primer caso es que el peaje que se paga por ser un poco anómalo es pequeño: puedo ser mariquita, ninfómana, reacia al matrimonio, aficionada a la banalidad de los superfiestones nocturnos de la city, las tiendas supercaras de joyas, zapatos o ropa, fumadora y un poco alcohólica, incluso puedo acostarme con una mujer por probar nuevas experiencias sin convertirme en una de esas horribles lesbianas feas y resentidas… y no pasa absolutamente nada, todo es aceptable. Es estupendo ser rico.
SEGUIMOS EN EL PRÓXIMO POST.
¿Sexualidad proliferante? Sí, por todas partes el sexo deja sus signos en la serie, a fin de cuentas es –supuestamente- de lo que trata, y ya la carátula de presentación de cada capítulo, donde Carrie se pasea por una onírica New York, es la metáfora de un coito -¿con la ciudad?, ¿con los rascacielos?-. Pero, cuidado, el slogan con el que en los autobuses se promociona el talento como escritora de la protagonista –Carrie knows good sex- esconde una terrible alternativa: hay buen sexo si una es guapa, rica, joven y tiene un gusto exquisito… si no es usted nada de todo eso y además no forma parte del reducido porcentaje de elegidos que viven en la city y que no son camareros, limpiadoras o cuidadoras de ancianos, entonces es inútil que lea los libros de Carrie, pues su vida, más que una opción distinta, es una desdicha. Lo bueno de estar en el primer caso es que el peaje que se paga por ser un poco anómalo es pequeño: puedo ser mariquita, ninfómana, reacia al matrimonio, aficionada a la banalidad de los superfiestones nocturnos de la city, las tiendas supercaras de joyas, zapatos o ropa, fumadora y un poco alcohólica, incluso puedo acostarme con una mujer por probar nuevas experiencias sin convertirme en una de esas horribles lesbianas feas y resentidas… y no pasa absolutamente nada, todo es aceptable. Es estupendo ser rico.
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13 comments:
Pese a que no he visto un sólo capítulo entero de la serie, ni tampoco la película, la casualidad me hizo participar el otro día en un debate sorbe el tema.
Fui invitado el jueves pasado a participar en un curso que impartía una profesora de Historia del arte en mi facultad, sobre la imagen de la mujer en el cine. Hablamos de todos los tópicos sobre masculinidad/feminidad que ustedes pueden imaginar y del predominio del hombre en todos los ámbitos de la industria cinematográfica.
Yo, que fui en calidad de supuesto entendido en la historia del género y de las mujeres, hablé bastante de algunas películas que me interesan ("Thelma y Louise", "Kramer contra Kramer"...), pero la profesora sacó el tema de la película "Sexo en Nueva York". En general, su opinión sobre ella era bastante negativa y coincidía en algunos puntos con la que expresas en tu entrada. Decía la profesora que las protagonistas de la serie y de la película actúan de una forma impostada y falsa, sobreinterpretando y exagerando su feminidad, hasta el punto de llegar a compararlas -la profesora digo- con los transexuales, en el sentido de que algunos (o algunas, no sé que género usar) de estos también intentar mostrarse hiperfemeninos, cubriendo el defecto con el exceso, como pasa en otros ámbitos de la vida.
Por otra parte -y sin haber visto la serie-, me resulta familiar eso de identificar la libertad de la mujer y su independencia, con el simple hecho de poder fornicar con quien se quiera y cuando se quiera, como hace una de las actrices (creo que la protagonista). Por lo que se ve, esta mujer decide en momento de su vida, separarse y optar por una vida licenciosa (eso que se dice normalmente que se pueden permitir los hombres y no las mujeres), en la que lo que cuenta es el día a día. Si es así en realidad, me parece un argumento muy pobre y sobre todo muy antiguo. La literatura feminista y el cine están llenos de ejemplos de este tipo de mujer liberada que se rebela contra el modelo de género basado en el matrimonio.
Lo único nuevo y relativamente atractivo de la serie es el marco geográfico (no es lo mismo la "city" que Carabanchel o la Malvarrosa, con todos los respetos). Además, tampoco es lo mismo Estados Unidos que Europa. Parte de la sociedad americana, pese a lo que parezca, sigue siendo muy conservadora en las formas y las costumbres. Eso explica en parte, el éxito de este tipo de series -del tipo "Queer as folk" o esta misma de "Sexo en Nueva York"- que trasgreden los estereotipos, aunque lo hagan de una forma tremendamente previsible. Supongo que a la versión americana de "Libertad Digital" tampoco le habrán gustado mucho.
Paco Fuster
No vi los capítulos de esta serie, pero siempre me habían hablado bien sobre ella, asique el otro día estaba en el cine, y puesto que no hacían nada mejor, y lo poco que era decente ya lo había visto decidí per esta película, que por cierto si alguien le este comentario, que a nadie se le ocurra pagar 6 euros para ver esta porquería…
Los homosexuales., típico tópico de que a los gays les entusiasma la moda, son todos afeminados etc, etc...
El sexo...sin comentarios, ya lo has dicho tu todo.
Las mujeres...si, son independientes, bueno..no del todo, porque si no dependieran del dinero su vida seria… horrorosa, porque ya no podrían echar un polvo con el primer tío bueno que vieran, ni podrían hacer una boda a lo grande, ni se irían a esas super vacaciones y sus reuniones de chicas ya no serian lo mismo porque no tendrían tanta ropa para probarse...
Si de esta película hay algo con lo que de verdad flipé, fue con el armario, ahí ya dije, menuda mierda de todo, que alguien me devuelva mi dinero que yo no soy rica, y de ver tanto cocktel ahora tengo sed y no tengo un euro para pagarme una cerveza!!!
Un saludo
Me parece Alba que has hecho una lectura muy contundente del fenómeno, creo que te ha sobrado la película para llegar a las mismas conclusiones que yo tragándome la serie. Por cierto, qué caro es el cine.
Hola, Paco. La serie se emitió en abierto muy poco tiempo en la 2, donde es evidente que no cuajó, a pesar del sello de cadena selecta y para minorías. Actualmente se emite -por supuesto como reposición, porque ya hace como un año o más que Sarah Jessica Parker cerró el chiringuito de la serie- en la cadena de pago Cosmopolitan. Curiosidades: es el nombre del coctel que suelen tomar las protagonistas y también el de la revista "para mujeres" más potente del mundo, la cual supongo que está tras la emisora. Coincido en general con el análisis de tu profesora. Si no lo entiendo mal, la idea es que la incorporación de la mujer a los ámbitos de decisión e influencia supone un riesgo de pérdida de los valores tradicionalmente vinculados al eterno femenino, de manera que la exhibición de trajes, joyas, restaurantes in, gestos, emotividades, coloridos y mariquitas... en suma, de "cosas bonitas" y con buen gusto... no es sino la construcción de un imaginario "tranquilizador", es decir, destinado a convencer a la mujer moderna de que puede acceder al poder sin perder necesariamente sus viejas armas como género. Interesante, y creo que va a parar a donde yo voy, es decir, lo que plantea la serie es que cualquier autoconstrucción de identidad es aceptable e incluso creadora de signos de vanguardia si -y solo sí- se tiene mucho dinero. A mí me parece que el mecanismo del relato es el de dar por supuesta la eficacia productiva del personaje para reivindicar su identidad envidiable como consumidor. Lo que se nos muestra de carrie y compañía son, por encima de todo, sus hábitos de consumo, que se extienden de la ropa, las joyas y los restaurantes a la amistad, el amor y el sexo. Es eso lo que las hace distinguidas e imitables -no sabes la cantidad de necias que conozco que tienen como ejemplo a la ridícula egomaniaca de S.J.Parker-.No olvidemos que la distinción es justamente el principio motor de la lógica del consumo, entendiendo por distinción el elegir a cada momento según criterios estéticos inspirados en ciertos gurús que la masa aún no ha podido asimilar, abandonándolos cuando esa cuaja esa asimilación popular para caer de nuevo en brazos de las nuevas tendencias. David.
Ni he visto la película ni ningún capítulo de esta serie. Pero leyendo tu artículo tengo clara una cosa, y es que para bien, seguramente, nuestra sociedad con su cambio continuo avanza hacia un modelo nuevo de familia. En un futuro no muy lejano la familia ya no se concebirá como ahora; y eso implicará una nueva forma de ver la vida, unos nuevos ojos para el mundo y las relaciones de las personas. El progresivo desplome de la familia tradicional se ve reflejado tal vez en estos engendros mediáticos. ¿Hacia qué tipo de familia avanzamos?
Saludos,
En todo caso nos encontramos ya en un momento de polimorfismo familiar. Ese torbellino es incontenible. Si los homosexuales pueden formar familia no es solo porque la sociedad les ha tolerado, sino porque ha dejado de sentirse con la legitimidad suficiente como para imponer un modelo "normal" de familia, afortunadamente, porque esto supone dejar de cargar con fardos de autoritarismo moral que ya no se avienen con las nuevas formas de vida y de relación entre personas. Algunos sociólogos hablan incluso de "familia fractal", es decir, un niño puede pasar de un modelo familiar biológico y patriarcal en sentido tradicional a familia monoparental, a padres divorciados y nuevamente casados... etc... todo esto no es ninguna verbena ni una feria de elecciones de consumo;es más bien la consecuencia de que los nuevos modos productivos del capitalismo tardío están fabricando formas de subjetivación propias en comunidades como la nuestra. Insisto en que lo peligroso es que el individuo no pueda tener el margen de autonomía suficiente para decidir qué hacer con su vida, y hacerlo con todas las consecuencias. El problema con Carrie y sus amigas es que sus conflictos vitales son propias de pijas aburguesadas, aburridas y podridas de dinero. Me gustaría pensar que la libertad sexual y la emancipación de la mujer son el producto de una conquista de las masas... pero aquí el entorno trendy de la superwoman se parece más bien a una opción de consumo para élites. Nos guste o no, la razón por la que para una mujer tener hijos hoy resulta terriblemente problemático es porque, por ejemplo, los nuevos modelos laborales precarios convierten la maternidad -o la paternidad- en poco menos que un acto irresponsable. El problema de verse fea y gorda con bombo es que una pierde recursos en la lucha por obtener un trabajo digno y estable. Todo eso se escamotea en la serie. David.
¡Resumiendo!, que seguro que nadie de los que aquí dejan sus comentarios -autor incluido- se ha tomado la molestia de ver la serie ni nada que se le parezca; intuyo que, lo máximo a lo que alguien habrá llegado es a ver algún capítulo con el rabillo del ojo obligado por alguna fémina de su entorno. Lo más fascinante de la intelectualidad es la capacidad que tenéis para hablar de cosas en las que no habéis invertido ni cinco minutos: ¡para qué!, ¡vuestro muchísimo talento os da para esto y para mucho más! ¡Ay, qué listos que somos todos!. Lo que tenemos aquí es una colección de perlas de sabiduría surgidas por generación espontánea... ¡Cuánto talento, madre! A vosotros, para opinar, hablar de oídas os parece suficiente...
Todo lo más, alguien muy joven se ha pasado por el cine, sin saber lo que iba a ver... y, claro, la película ha resultado ser "una mierda"... Aunque, por otro lado, quizá lo que no tenemos claro es nuestra intención al ir al cine; si lo que buscamos es una buena película, entrar en una en la que las protagonistas son cuatro mujeres norteamericanas de más de 40, ricas y adictas a la moda, no dice nada bueno de nuestro criterio... (lo siento albapitu).
Me empieza a molestar bastante la actitud despectiva con la que los sibaritas de la cultura hablan de ciertos hechos; tratar con tanto desprecio algo capaz de conmover a tantos miles de personas , es ser muy poco lúcido. La serie, los personajes, su ideología,... ,seguramente no resistirán ningún análisis serio que queráis hacer y así quedarán, destrozados en unas líneas, para mayor gloria vuestra. Pero el caso es que dará igual.
Por más cocineros que se encarguen de desacreditar la comida del MacDonalds, por más personas que se repugnen ante sus establecimientos y critiquen a los comensales llamándolos estúpidos, por más que su comida sea insana y que no acumule los siglos de tradición de un potaje de garbanzos, hay un hecho indiscutible: el Macdonalds se extiende porque las hamburguesas están buenas. Reírse de ello, o despreciarlo, es tomarse muy poco en serio algo que está transformando la faz de la tierra -empezando por los sistemas de producción-. Y, en el caso de la serie, tratar a las consumidoras como unas necias puede que os sirva para dormir mejor a vosotros, que habéis sido capaces de descubrir lo zafio del producto pero, repito, nada más. En este caso, no creo que las miles de personas que ven la serie sean idiotas. Y si lo son, resulta que estas idiotas están teniendo mucha fuerza como transformadores del mercado cultural... Puede que, ver la serie, sea una elección más pasional que racional; pero yo no pienso que la razón sea la única forma de acercarse a las cosas, ni la mejor... Ni tampoco creo que las personas que disfrutan con la serie sean incapaces de ser críticas con ella... Al menos, estas se han tomado la molestia de verla!
Un beso
Pd: yo tampoco me he molestado en leer vuestros comentarios ni el blog antes de escribir. ¡Para lista yo!.
Pd: libertad para fornicar, cuando eres una mujer, ya es mucha libertad...
Pd: la película es mala, sí, pero el caso es que yo volvería a pagar 6 euros para verla... ¡Qué estúpida debo ser!
Soy mujer, femenina, universitaria y trabajadora. Mi ideal de independencia y de liberación, y mi concepto y percepción de lo que es ser femenina, no pasa desde luego por lo que rezuma esa serie, ni el de mis amigas quienes, por cierto, ni ellas ni yo tenemos ni pizca de aburridas. Somos muchas las mujeres, afortunadamente, que no aspiramos a ser Paris Hilton, ni tenemos la cabeza amueblada de trapos, ni practicamos como deporte la caza del varón. Muchas a las que esta serie nos resulta de una superficialidad y vacuidad insultante ya que denigra la imagen de la mujer dando un nefasto mensaje subliminal (ni eso, explícito), sobre la mujer femenina, trabajadora, solvente e independiente : ¡ahora resulta que el objetivo de todas ellas es estar "monas" y correr (con perdón) detrás de un tio a ver si "cae"!
Buenas tardes. He intentado subir un comentario a este post utilizando la opción de "name" (en el que he reflejado simplemente el mio), pero no se ha subido. ¿Podría ayudarme diciéndome qué hice mal? Ahora probaré con una opción que no me gusta "anonimus". Gracias
Ana C.
Querida anónima. No eres estúpida y no me parece mal que vayas a ver la película. Yo mismo he reconocido que se trata de una serie televisiva de buena factura y que resulta interesante como fenómeno de creación de signos. No me considero un sibarita de la cultura, precisamente Sex and the city tiene la etiqueta de producto selecto, no triunfó en Antena 3 y se emite ahora por cable en España, aparte de que jamás será aceptada por la masa que ve "Aida" o "Ana y los siete". Más que "una mierda", como dice Alba, me parece que su transfondo moral es hipócrita y reaccionario. Su presunto libertinaje sexual me parece impostado, un timo, me recuerda a la insistencia con que se anuncia que Madonna "escandaliza" a tales y cuales sectores... a mí no me escandaliza, tan solo me parece un fenómeno musical insignificante y cuya relevancia es puramente mediática... y acaso sea justamente eso lo que merece una reflexión.
Por cierto, sí he visto la serie, no todos los capítulos, pero me parece que merece la pena, aunque solo sea por saber cómo nos venden la moto.
Hola, Ana, gracias por regresar. No dudo de tu autoconcepto y comparto el sentido de tu comentario. Pero no deja de sorprenderme la frecuencia con la que leo o escucho que la serie ha "removido la conciencia puritana de los norteamericanos", que es la prueba de que "algo está cambiando en el cerebro de la mujer"... En suma, que se vende como una conquista de las mentes progresistas que escandaliza a los reprimidos de siempre. Me parece sumamente discutible. Por cierto, sigue llamándome la atención que seduzca tanto a personas a las que respeto y valoro.
David.
Gracias por insistir, Ana C., y disculpa la molestia. Cuando empecé con este blog no apliqué ningún tipo de filtro. Actualmente aplico uno que filtra los mensajes si insultan a alguno de los participantes o directamente los elimina si son spam. Te pido por favor que dejes el mensaje, apliques lo de "anonimus" y simplemente firmes al final con tu nombre. No tardará en aparecer. Gracias de nuevo. David.
Gracias, David, por tu aclaración, y mis disculpas, porque ahora he visto que si se "subió" el comentario, sólo que se retrasó algo (el comentario de "Ana" y el de Ana C. son mios: no regresé, aparecí después de leerte desde hace tiempo). Saludos cordiales
Ana C.
¡Resumiendo! La autora de ese comentario anónimo ha sido capaz de hacerme sonreir al ver la argumentación que ha sido para desacreditar a los que habíamos opinado anteriormente.
Me he reído porque, por una parte, dice que no ha leído los comentarios ni el texto de la entrada, pero sin embargo, hace contínuas alusiones concretas a esos mismos comentarios, contradiciéndose a sí misma.
En fin, comentarista anónima, yo creo que sí has leído -y te lo agradecemos- los comentarios y el texto sobre la película. Sólo te diré una cosa: llamar "sibaritas de la cultura" a gente que escribe un comentario en un blog es una conrtadicción en los términos, por no decir otra cosa...
De todas formas, bienvenida al blog y gracias por leernos (la parte que me toca) con esa dedicación e interés.
Pd: yo daría 6 euros para que abandonaras tu anonimato y pudiéramos dirigirnos a ti por tu nombre.
Pd: libertad para fornicar, cuando eres un hombre, también es mucha libertad...
Ana, yo también soy una mujer, universitaria; no sé si soy feminista porque no sé qué implicaciones tiene ponerse esa etiqueta. Supongo que no, si eso implica poner por delante a cualquier mujer antes que a cualquier hombre. Todo el mundo me ha dicho desde pequeña que "cuidado con los hombres" -sobre todo desde que me vino la regla-, que son unos machistas, que no han abandonado sus prácticas de discriminación, que las mujeres siempre partimos en desventaja,... pero nadie me advirtió de que tenía que protegerme de otras mujeres, esa otra mitad del mundo con la que supuestamente estoy hermanada.
Si por trabajadora te refieres a que recibes dinero a cambio de prestar un servicio o producir un bien -ignorando el trabajo no asalariado de otras hermanas-, te diré que yo también lo era hasta hace unos meses. Trabajaba en un entorno femenino, mis jefas eran mujeres y, sin embargo, fui acosada -sin pene de por medio-. Durante el tiempo en el que estuve trabajando, no tuve derecho a un contrato, no se lo podían permitir a pesar de que estas mujeres -también universitarias y trabajadoras, como tú- viven en las mejores zonas de mi ciudad; la compañera que se ponía enferma no cobraba; la única chica que cometió el enorme error de quedarse embarazada no volvió; en el campo en el que esta empresa se desarrolla, yo tengo más titulación que mis jefas y empecé a escribir algún artículo en un periódico conocido en el que tienen un espacio reservado, mi trabajo empezó a ser cuestionado con argumentaciones tan profesionales como "no me gusta, chata", y mi autoestima torpedeada con "tú no sabes nada", "tú no te enteras",... ¿Y qué hago yo con el discurso feminista?, ¿cómo lo integro en mi experiencia, cuando resulta que los hombres con los que me he relacionado han resultado ser más sensibles y respetuosos con mi condición femenina que muchas mujeres?...
Yo le puedo explicar a un hombre que me gusta esta serie porque la estética es bonita, porque me gustan las escenas diurnas y exteriores, porque me mantiene desconectada, porque lo bello me resulta placentero, narcótico,... y, es posible que me entienda; de lo que nunca me voy a librar es de la censura de las mujeres que se sienten ofendidas por la serie.
Las protagonistas de Sexo en Nueva York no van "a la caza de un hombre", son adictas al romance y, como son heterosexuales, se interesan por los hombres, pero no es lo mismo. Es el juego de poder que se establece entre ellas y sus parejas lo que las motiva, el baile.
Y, ¿a ti te denigra una serie de la tele que lo único que hace es entretener?... !Pues sí que te denigras rápido¡ A mi lo que me jode es que paguen menos por igual trabajo, que la pobreza esté feminizándose a la carrera, que el analfabetismo sea cuestión de mujeres,...
David, es cierto que la serie es reaccionaria, tremendamente conservadora -por más que saquen a Samantha haciendo la loca-, que el libertinaje (que, por otro lado, sólo escandalizaría a los católicos de la rama dura) es impostado, que lo "femenino" es un cliché y una hipérbole continua... pero ¿quién ve la serie para evangelizarse?. No me gustaría que nadie se educara en esos valores, y acepto todo eso que dices, pero soy una mujer de 31 años, con estudios superiores, no soy más conservadora que antes de la serie (, ni más promiscua ni menos, ni más lista ni más tonta), ni tengo los mismos valores que las protagonistas,... La conclusión que yo saco de la serie más allá de todo lo que decís -ya he dicho antes que la serie no aguanta ningún análisis racional- es que las mujeres, por serlo, tienen poder: ser mujeres es su fuerza. En la serie, lo femenino es constantemente codiciado y, ese, es el poder que tienen las mujeres, lo que las hace deseables como compañeras: su condición genera movimiento. Yo soy un sujeto sexuado, mi condición de hembra me da poder sobre ciertas personas -igual que mi inteligencia, o mi simpatía, me da poder sobre otras-, ¿está mal que lo utilice? Y no hablo de utilizar las relaciones sexuales para conseguir cosas. Yo admiro de los hombres algunas cualidades -más potencia física, por ejemplo-, algunos utilizan esa condición natural para trabajar. ¿Puedo yo jugar mis cartas?, ¿o para liberarme de mi condición de esclava del hombre he de ocultar aquello que me beneficia?, ¿tengo que renunciar a aquello que me hace diferente a ellos?... Si mi cuerpo es codiciado, si tener tetas cotiza al alza, ¿está mal?. Por solidaridad con hombres, o mujeres con pocas tetas, ¿las he de ocultar bajo kilos de ropa?, ¿dejo de depilarme?,... ¿Las personas más listas o más simpáticas que yo dejarán de utilizar su inteligencia o simpatía por solidaridad hacia mí si optamos al mismo puesto de trabajo, o a tener amigos, ...?.
Un beso.
PD: Paco Fuster. No tan rápido....y no tan barato. (esto ya lo sabrías si hubieses visto Sexo en Nueva York....)
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