Friday, December 06, 2013

DOS DIBUJANTES



1.En los últimos días la Universitat Vella de Valencia clausuró la exposición dedicada a la larga vida profesional de Andrés Rábago, al que según los cánones actuales hay que definir como historietista o humorista gráfico. En otros tiempos parece que resultaba más fácil designar la especialidad de un artista. Un pintor, por ejemplo, se dedicaba a pintar lienzos o frescos; hoy, un talento puede dedicarse como Banksy a pintar contra la ley neoyorkina en las paredes de las calles y convertirse en uno de los creadores más fascinantes de la Tierra. Rábago ha pintado cuadros, algunos de ellos son excelentes, pero el sitio que la historia del arte le guarda le reconoce en las páginas de las antiguas publicaciones satíricas del tardofranquismo, bajo el seudónimo de Ops, o en la página de El País, donde firma como El Roto. 


Miren, yo no sé exactamente qué especialidades artísticas reconoce el mundo académica y cuáles son secundarias, pero no encuentro más epígonos de Goya que a un cineasta como Buñuel o a un autor de viñetas como Rábago. Hay algo que me reconforta cuando pienso en aquellas que se han instalado en mi vida con la valiente intención de quedarse para siempre. El Roto me cautivó el alma cuando, cada mañana, mientras curraba en el destierro durante tantos años, el conserje me preguntaba con una sonrisa en la boca si había visto ya "el chiste de hoy de El Roto". 

El Roto hereda de dibujantes míticos como Topor una misteriosa maestría para apoderarse del silencio y, desde el vacío que se crea en él, decírnoslo todo a gritos. Un silencio escandaloso, un relámpago de mala hostia que nos estalla cada mañana ante la evidencia de que estamos tolerando a los bastardos que dominan el mundo. 


Soy profesor de filosofía y sujeto mi resistencia a la sumisión desde el encadenamiento de razones. Pero no ignoro, aunque sólo sea porque recuerdo a Wittgenstein, que la palabra abre tras de sí un juego de sombras, y es en esa trastienda donde se instala el claroscuro del artista; donde el discurso se agota y aburre, irrumpe la seducción de la imagen. Los argumentos se indican, pero el secreto que esconde y que el arte revela no puede decirse, sólo puede mostrarse. 

En Rábago encontramos la esencia del surrealismo, cuya vigencia corrige la ilusión académica de que su lenguaje ya es pasado: lo real es un efecto óptico, una construcción que suscita la ilusión del orden y la razón, pero basta una buena torsión de la mirada para percatarnos de que nada está en orden ni escapa a la precariedad de lo momentáneo y lo ilusorio. La realidad es surreal. No podemos escapar a ella, debemos afrontarla, y necesitamos coraje para ello. No hemos conquistado las libertades ni hemos aprendido otra cosa los españoles que a pactar y a someternos, por eso hubiera sido estúpido abandonarse y desaparecer tras el final de la Dictadura. Los tiranos no se han ido, muchos nos mantienen en el exilio interior atacando desde el alma. Sólo cabe seguir combatiéndolos. Hasta el fin. 




2. Carles Esquembre -acabamos antes llamándole autor de cómics- publica un libro gráfico, The body. Tengo uno de los primeros ejemplares, editado por Pasión por los libros. Se ha puesto de moda en el mundo de la viñeta este tipo de publicación, más cercana en su lógica a la edición novelística que al tebeo y las entregas. Gracias a amigos como Ricardo Signes, que domina la materia infinitamente más que yo,  http://www.zapatosdeanteazul.com/ he recuperado el hábito infantil de leer cómics. Ha sido un reencuentro feliz, aunque yo ya no soy un niño, quizá precisamente por eso sé apreciar mejor la calidad de un buen historietista en cuanto me lo encuentro. 

The body es en realidad la historia de un viaje, una operación de rescate en cierto modo, pero su lógica no es la de la aventura exótica, sino más bien la de la expedición interior, una excursión de espeleología por el cuerpo, una odisea endemoniadamente peligrosa a través de las vísceras. 


No les cuento más, este sábado lo presento en la librería Bartleby de Valencia, en el Barrio de Russafa (calle Cádiz) a las siete y media. Están obviamente invitados. No tienen que comprar el libro, pero escúchennos antes, tengo que decirles algo sobre Carles Esquembre y The body. 










3 comments:

Ricardo Signes said...

Gracias por la referencia, David, pero sobre todo gracias por darme a conocer el álbum de Carlos Esquembre. Destaco en él sus dibujos de monstruos -aquí parásitos intestinales- y la paradoja de que el terror no viene del más allá sino de lo más íntimo, de lo entrañable. Le auguro un futuro excelente a Esquembre, un futuro muy próximo, a la vuelta de la esquina. Transmítele mi enhorabuena.

David P.Montesinos said...

Gracias, Ricardo, le transmito a Carles tu felicitación, y gracias también por tu ayuda inestimable para la presentación.

Tobías said...

Una presentación estupenda que hace aún más interesante la lectura del cómic, aunque ya la calidad del dibujo incita a descubrir en qué consiste este “viaje alucinante” que ha creado Carles Esquembre.

En la facultad nos decían que Goya no había tenido epígonos, cierto que su influencia en el arte del siglo XX fue extraordinaria, pero no tuvo seguidores directos. Apenas se recuerda a Leonardo Alenza, que se podría considerar el más fiel continuador del pintor aragonés, y poco más, los artistas más relevantes de su tiempo -tampoco muchos- siguieron otros caminos. Hay que esperar a Buñuel para encontrar una profunda vinculación estilística y de contenido con Goya, y no solo por el disparate, el capricho o la negrura, es por el profundo humanismo de ambos y el interés por liberar al pueblo de sus supersticiones e inercias.

Puede que recuerdes que Carmen se compraba habitualmente la revista Hermano Lobo. Acostumbrados a líneas claras o contenidos tan poco exigentes como los de El guerrero del antifaz, los dibujos extrañísimos de Ops en esa revista me sugerían un mundo opaco e imposible de penetrar. Aún hoy, cuando fui a ver la exposición en La Nau, muchos dibujos de ese periodo me siguen resultando incomprensibles, terriblemente crípticos. Había algo de repulsivo para mí en esos dibujos, tan alejados del mundo luminoso de nuestros tebeos.

Es todo lo contrario de la impresión que me ha provocado esta retrospectiva de Rábago. Sí, esas viñetas extrañas y crueles de Ops son deudoras de una tradición de humor negro que se remonta al Goya de sus grabados más disparatados. Pero en esos años la crítica no podía ser más que velada y simbólica,con ese extraño silencio del que hablas y que heredará el universo de El Roto. Me parece muy semejante al mundo extático y misterioso de un De Chirico.

Supongo que fue la necesidad de identificar los enemigos de manera más precisa y de ser más contundente en la crítica, la que lleva a la invención de El Roto, la versión más conocida de Rábago. El mundo de El Roto me parece inquietante y desolador, poblado de criaturas oprimidas y cínicos opresores. Es surrrealista precisamente porque va más allá de las apariencias; si los surrealistas pretendían acceder a la verdad oculta por el inconsciente, Rábago nos muestra en toda su crudeza una realidad social que desde los poderes establecidos tratan de disimular o manipular. La intención es la del humanista reformador que vuelve a remitirnos a Buñuel y a Goya: hacernos pensar, provocar una quiebra en nuestro culpable aturdimiento para evitar la iimpunidad del poder o el peso de las costumbres.

Creo que en lo que es la parte más íntima de su producción, las pinturas, vuelve en cierto modo al lenguaje poético de Ops. A mí me gustaron mucho, aunque sé que no convencen a todo el mundo; las identifico con una inspiración muy semejante a la de Magritte y sospecho que es, tal vez, el Rábago que aspira a atravesar el tiempo. Una exposición magnífica que hubiera lamentado mucho habérmela perdido.