Thursday, November 15, 2018

MÓNICA SMURF

El pasado sábado por la tarde deambulaba yo por una céntrica calle de Valencia rumbo a un cine donde proyectaban Cold war, de Pavel Pawlikowski, quien ya me deslumbró recientemente cuando al fin me decidí a ver esa joya que es Ida, Oscar a la mejor película extranjera en 2013. Debo decirles que la segunda no desmerece de la primera, estamos hablando de cine de altísimo nivel... pero no es ese el tema de este escrito.

Resulta que, antes de acceder a la proyección, y como disponía de tiempo, resolví hacer un recado en La Casa del Libro, viéndome sorprendido por el vociferante tumulto que rodeaba el local y que me impidió acceder al interior de la tienda. Aunque me hubiera abierto paso entre aquella turba de adolescentes que emitían cada poco un considerable griterío, los guardias de seguridad que custodiaban la puerta me habrían cortado el paso. De manera que opté -ya saben que soy bastante cotilla- por hacer de cool hunter y observar un fenómeno que contenía aspectos ciertamente singulares. Para empezar, si se trataba de un cantante guaperas de esos que desatan histerias colectivas entre las niñas, o en todo caso de una celebritie futbolística tipo Cristiano Ronaldo, no encajaba demasiado citar a las fans en una librería. Así que supuse que podía tratarse de una de esas jóvenes que últimamente escriben, parece que con notable éxito de ventas, novelas fantásticas para crías. 

Dirigiendo mi mirada al interior del local vi que cada vez que la "literata" abrazaba a la joven clienta a la que acababa de firmar y dedicar un ejemplar, para a continuación hacerse -claro- un selfie juntas, la turba estallaba de emoción en el exterior. No resistí más y pregunté.  Resulta que la niña enfundada en una sudadera negra con gorro de lana en la cabeza era nada menos que... Mónica Morant, también conocida como "mónicasmurf", debido al parecer a su predilección por los pitufos. (Seguro que odia a Gargamel, no coincido en eso con ella)

De regreso a casa, y después de ver Cold war, recurrí a internet y descubrí algunas cosas. Mónica Moran es una leonesa de dieciocho años convertida de la noche en la mañana en "influencer" gracias a sus vídeos de youtube y a su triunfo en el concurso de la web Musical-ly, cuyo nutrido ejército de adictos es denominado "musers", de ahí que a su libro la simpar jovencita le haya llamado "Diario de una muser". ¿Canta? ¿Baila? ¿Ofrece ideas y consejos sobre como vivir de acuerdo a los en armonía con el cosmos? Nada de eso, infelices, Mónica se dedica básicamente a hacer play backs, sí, como Milli Vanilli, aquellos negritos tan guapos que no cantaban. Mientras suena la música, por lo general un horroroso reguetón, Smurff mueve los labios, hace mohínes a la cámara, reproduce con gestos el profundo sentido de las canciones... Su virtuosismo en este noble arte, que hace furor entre nuestros adolescentes, le ha convertido en "la reina de las transiciones", que no acabo de saber muy bien qué cojones es, pero parece que no tiene mucho que ver con el postfranquismo.

Una curiosidad, la carrera de Mónica Pitufa es tan meteórica, que ya han aparecido subgéneros en torno suyo en youtube, por ejemplo las que se presentan como sus imitadoras y -sí, señores- las que la critican, léase "haters". 

Con precisión de visionario, Warhol diagnosticó el devenir de las sociedades contemporáneas cuando dijo aquello de los quince minutos de fama. La obsesión por la notoriedad es probablemente el síntoma más evidente del malestar, la ansiedad y la soledad del hombre contemporáneo. Adorno o Benjamin -siguiendo la senda de Nietzsche- nos advirtieron del peligro de que, desde la hegemonía de los medios de masas, la banalidad y la insignificancia ocuparan los antiguos tronos dedicados a los dioses. Yo creo que Warhol fue más astuto, o, si lo prefieren, más posmoderno, y prefirió recurrir a la ironía, sabedor de que el intelectual ya no puede pretender quedar a distancia de los fenómenos masivos, pues, lo quiera o no, está de lleno implicado en un gran lógica que lo abarca absolutamente todo y que nos convierte en criaturas mediáticas, animales amamantados por la televisión de la misma manera que los niños actuales están construyendo su subjetividad a la sombra de internet. 

No me produce envidia Mónica, tampoco inquina. Si fuera mi hija o mi alumna le diría que intentase ganar dinero con el tema y, sobre todo, que no se dejara deslumbrar por el griterío de sus fans, que -me temo- puede ser tan fugaz como ensordecedor. Pienso en el trabajo solitario y silencioso de tantos y tantos que han hecho méritos a lo largo de sus vidas para obtener el aplauso social y de los que no se acuerda nadie. Me gustaría pensar que el chico que ha ganado un juicio a Deliveroo, desenmascarando con ello las prácticas abusivas que las multinacionales llevan a cabo sobre sus jóvenes empleados, es un héroe para las nuevas generaciones... Pero yo sé cómo son las cosas, y no quiero hacer de cascarrabias melancólico ni sermonear a las nuevas generaciones, para ello ya está Javier Marías. 

Eso sí, por las noches leo últimamente a mi hija un libro que se llama "Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes". Cuenta la historia de cien mujeres que hicieron cosas relevantes a lo largo de la historia. Gracias a ese libro sabe que Jane Goddall es la mayor experta mundial en primates, que Marie Curie descubrió la radioactividad, que Hipatia de Alejandría alcanzó avanzados conocimientos sobre astronomía hace más de mil quinientos años... Y tiene noticia también de Rosa Parks, Simone de Beauvoir, Maria Montessori, Anna Polikovstkaya...

Se atribuye a Borges la afirmación de que la fama es el mayor de los malentendidos. De acuerdo, la fama suele estar sobrevalorada, y, probablemente es tóxica incluso cuando es merecida. Sabemos que la vida no es justa y que las muchedumbres son emocionales e irracionales. Pero, demonios, me gustaría pensar que, más allá del malentendido de la notoriedad, nos quedara todavía algún espacio en el alma para admirar la virtud y no la pura futilidad. 

Ustedes verán, a nosotros esta noche nos toca leer sobre Alicia Alonso, bailarina y coreógrafa cubana.   

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