Tuesday, December 10, 2019

GRETA THUNBERG



Deberíamos centrarnos un poquito. La desmesurada tormenta de críticas a Greta Thunberg en su visita a la cumbre climática celebrada en Madrid invitan a preguntarnos si el envejecimiento de la población española está activando síntomas típicamente geriátricos como la esclerosis mental, la desmemoria o la irascibilidad. 

De acuerdo en que sostener en público posiciones éticamente irreprochables no le otorga a nadie la razón ni es suficiente para convertirle en un personaje influyente. Puede ser un hipócrita, puede aparentar unos conocimientos de los que carece, puede ser un cazador de fama y fortuna como hay tantos... El problema llega cuando nos volvemos tan quisquillosos respecto a la integridad de los líderes de los movimientos sociales que, hagan lo que hagan y digan lo que digan, ahí estaremos los cascarrabias de turno para reprocharles su falta de pureza... Como si los demás fuéramos irreprochables, como si cuando alguien asume un protagonismo mediático ya fuera convicto de toda suerte de intenciones malévolas. Me pregunto si no llevamos todos dentro un Javier Marías, es decir, un Jeremías empeñado en fustigar al mundo con sus atorrantes sermones sobre los valores que estamos perdiendo a la carrera y la banalidad de los cambios sociales... como si de alguna manera sospecháramos que nuestro envejecimiento discurre paralelo al definitivo declive de la humanidad. 

Los ataques que le vienen cayendo encima a Greta Thunberg responden a esa misteriosa propensión a escarnecer a todos aquellos que son tan imprudentes como para significarse públicamente, aunque sea por una causa noble. Ya me estoy imaginando la escena de la niña, con trece años, su pancarta y su cara de enfado permanente, haciendo guardia horas interminables ante el Parlamento sueco: "Tranquilos", debió decir a sus sorprendidos empleados el gerifalte de turno, "... en un rato la niña se ha largado de ahí y ya no se vuelve a saber nada de ella". Un crack el tipo que pensó eso: la niña loca de las trenzas es ya líder mundial de un movimiento social sin precedentes. 

Se acusa a Greta de estar manipulada por los lobbies. ¿Qué lobbies? Si se refieren a cierta empresa que utilizó de forma tramposa su imagen para hacerse publicidad, ya sabemos que fue la estafa de unos cuantos pillos. Si se trata de Ikea, cuestionen si es o no hipócrita la todopoderosa firma cuando dice fomentar el ecologismo, pero no veo gran inconveniente en que el movimiento liderado por Thunberg acepte su dinero, si es que tal cosa ha ocurrido, que lo ignoro. 


En cuanto a sus padres, a los que acusan de explotar a una pobre niña... no sé, que lo traten con su psicólogo. En cualquier caso, quienes profieren tal acusación son, me malicio, los mismos que no se inmutan cuando un adulto perfectamente informado que dirige una ONG nos cuenta que hay millones de niños sometidos a trabajo esclavo en el mundo. 

Hay quienes se refieren al esnobismo de Greta con lo de Casiraghi, el aristócrata monegasco que le trasladó en un hermoso velero hasta Nueva York porque ésta se niega a viajar en avión... qué quieren que les diga, ¿de verdad les parece seria esa crítica? 

Al final, el argumento que más veces he oído contra Greta tiene que ver con su edad, que sus hostiles asocian a falta de conocimientos y que, en su caso, se complica por su condición de Asperger. Que no le ha dado tiempo a sacar doctorados en Biología o Ciencias Medio Ambientales es obvio -de hecho falta mucho al cole últimamente-, pero dar por hecho que ser joven incapacita a alguien para emitir argumentaciones certeras me parece una forma de barbarie tan estúpida como el racismo. 

No sé quién rodea a Greta. ¿Son enteramente suyos sus discursos? ¿Es ella quien decide si va a tal Cumbre o si acude a recoger un premio?  ¿Importa acaso? Hay quien se burla y se cree con derecho a hacer risitas con la niña y sus pancartas. Pero, como dijo Nietzsche, "yo desprecio tu desprecio". Hay quien, además de a su edad, alude a su supuesta disfunción cognitiva. Son los mismos que se quejan de la estupidez de la corrección política que obliga a no utilizar nombres denigrantes para denominar a los "distintos". Pues no parece que les haya hecho mucho efecto teniendo en cuenta que confunden a un Asperger con un tonto. 


"Signo de los tiempos: hoy cualquiera puede ser líder mundial", me espeta un allegado. No me parece que sea inteligente confundir a un ganador de Gran Hermano o a una youtuber de la moda con una activista de la ecología que ha tenido el coraje del que otros carecemos para explicar a los mandarines del mundo -y por ende a quienes les votamos- que la casa está ardiendo mientras seguimos de brazos cruzados. "No es una experta climatóloga, solo es una niña algo tarada". Muy bien, pero dudo mucho que de no haber venido Thunberg a Madrid hubiera sido tan masiva la manifestación. 

Compro el debate sobre la debilidad que nos arrastra a erigir líderes mediáticos. Pero, verán,  el problema de Sudáfrica no fueron las posibles contradicciones de Mandela, sino el apartheid. De igual manera, el problema de las mujeres no es si Simone De Beauvoir se tiraba a sus alumnos, sino la discriminación sexual y la violencia machista. Exigimos pureza a Greta Thunberg, pero son los madrileños quienes han echado del ayuntamiento a la primera alcaldesa que decidió combatir seriamente la contaminación, poniendo en su lugar a un tipo que pacta con negacionistas climáticos y que no se cree una sola palabra de lo que ha dicho sobre lo concienciado que está respecto al cambio climático. 

Además, bien mirado Greta no es "cualquiera". Son jóvenes como ella los que se están dando cuenta de que la casa arde, y que el desastre que provoca un capitalismo desenfrenado lo van a pagar ellos, es decir, nuestros hijos. A menudo, y ya ocurrió con el 15M, acusamos a los jóvenes de indiferencia política, de que su egoísmo hedonista les impide tomar conciencia de los problemas del mundo y salir a la calle a rebelarse. Cuando por fin lo hacen... ay, resulta que son unos esnobs malcriados y que no saben de lo que hablan. Gracias, soy profesor de Instituto, me ayudan mucho ustedes con su incongruencia: ¿queremos jóvenes comprometidos o no, joder? 

Hay que ser muy inmaduro y estar muy tarado para no darse cuenta de la situación de emergencia en que nos encontramos. Ese es el problema. Y a lo mejor molesta Greta Thunberg porque nos dice la verdad... esa verdad que no queremos escuchar porque somos adictos a un modelo de vida insostenible. Centrémonos.  

2 comments:

Anonymous said...

Hola Profesor.

La audiencia de “Gran hermano”, las contradicciones de los independentistas, casi todo lo que ocurre por supuesto hacer crítica de una niña ciertamente aterrorizada son un conjunto de síntomas bastante claros como para empezar a realizar algún diagnóstico por parte de quien se atreva o no le dé pereza.

A esta niña aterrada capaz de superar todas sus limitaciones para calificar de hijos de puta a los mismos que la invitan a esas cumbres –ultra ricos que gobiernan o hacen leyes- la han contado una versión tenebrosa donde el lobo se come a caperucita, no sin antes torturarla... Batida de pastores que no quede ni uno vivo.
Las figuras públicas más o menos estrambóticas son necesarias para captar el interés de ciertos grupos que de otra forma no se verían identificados por otros personajes, al igual que quienes utilizan un lenguaje ridículo –portavoza- pero incluso se puede llegar a comprender puesto que se trata de llamar la atención. Ahora bien, incluso inventándose palabras se puede sostener un discurso respaldado de un mínimo rigor cosa que no le ocurre a esta niña, no por su culpa si no porqué tampoco los suecos escapan a una escuela donde el desarrollo del pensamiento crítico sea el esqueleto donde se sustente toda la estructura. Si solo se tiene una versión y como alternativa se ofrece la que dice el más tonto que se pueda encontrar –la contaminación no mata, Presidenta C.Madrid- se ampara el etiquetado como forma lícita de legitimar la censura e impedir discrepancias en un tema que frecuentemente ha sido zanjado por los medios de comunicación tras meses o años de aturdir a un público que parece vivir en la novela Fahrenheit 451.

La tierra tiene 4.500 millones de años. Si hiciéramos una película a cámara rápida en menos de 80 minutos podríamos ver como la tierra pasa se ser una bola de roca incandescente que va aumentando su brillo para luego ir atenuando hasta apagarse dando lugar a explosiones en toda su superficie los primeros 800 segundos de los 4500 que dura la demo. Los siguientes 600 segundos va pasando de color cobrizo al azul eléctrico hasta quedar totalmente blanco. En los siguiente el agua se hace líquida los continentes comienzan su viaje, el polo magnético sigue variando se erigen nuevas montañas ocurren 5 glaciaciones -2 de ellas integrales- el planeta pasa durante los últimos 500 segundos por temperaturas medias que van desde los -60º hasta los + 55ºC solo cuando quedan 2 segundos para terminar aparecen los primeros homínidos. 0,020 segundos se produce la última glaciación, 0,002 aparecen las primeras pirámides.

Al margen de discusiones sobre la capacidad del CO2 como vector, sobre los oscuros entramados de implantar unas tecnologías cuya eficiencia es sencillamente ridícula y cuyo patrocinio recae en la OPEP al 80% para frenar el avance de otras formas de generación más barata así como su desarrollo. Al margen de que a nadie le interese hablar del CO2 como la nueva norma reguladora para permitir cómo y cuánto crecen los países que van después de los 8 más ricos del mundo, creo que los jóvenes no tienen que contagiarse del terror que puede verse reflejado en el rostro de esta chica. Son la generación más machacada por el mercado de consumo, influenciada por las marcas, por lo tanto el referente no creo deba ser una niña llorando. La contaminación del agua del aire, la primera consecuencia que tiene es en la salud, también en la mental, en eso, creo que su generación tiene mucho que aportar, por supuesto empezando por exigir qué el presupuesto destinado a su educación aumente año tras año, también habrá que explicarles lo que ha hecho cada generación y desde luego no creo que los que pasamos de 50 no hayamos aportando nada para mejorar algo este planeta y seguimos haciéndolo, pero no creo sea bueno para quienes tomen el relevo el sentimiento de rencor, terror aceptación, pasividad –ya sabe, si ahora vivimos en un mundo líquido, ellos lo harán en uno gaseoso y pasarán de todo-


MA

David P.Montesinos said...

Le leo y me parece que ha hecho una exposición plausible, minuciosa e incluso brillante. Dicho lo cual, y sin obviar que a usted le cae la moza bastante peor que a mí, no acabo de ver donde discrepar grosso modo con lo que dice, empezando por lo que dice sobre la contracción en ochenta minutos de la vida de la Tierra.

Tenemos un problema medio ambiental terrorífico y estamos bordeando una situación catastrófica para el planeta, lo cual se deriva de la hiperactividad productiva de un planeta superpoblado y de un poder tecnológico que puede hacer mucho bien y, como ya se ha demostrado, también mucho mal. Hace cuarenta años, estás eran cosas de cuatro hippys de Greenpeace. Hoy sabemos que el capitalismo tiende a externalizar gratis sus costes ambientales, llenando la atmósfera, las praderas de África y los océanos de desechos. Como el sistema somos todos, todos somos en alguna medida culpables y es hora de que abandonemos la pasividad, pues para mí tiene mucha credibilidad la hipótesis del cambio climático, cuyas peores consecuencias sospecho que se van a comer nuestros descendientes.

NO veo por qué el asunto climático que lidera este personaje tan mediático -si está o no poco preparada y llora y nos insulta me parece poco relevante-, habría de ser una distracción respecto a otros problemas socioeconómicos que, como usted apunta, lesionan gravemente el futuro de la gente de la generación de Thunberg. Soy partidario de sumar y no de dividir. La resistencia debe encontrar los puntos de enganche y hacerse tan global como el neoliberalismo y el capitalismo financiero han conseguido hacerse.