Wednesday, July 15, 2020

ENSEÑANZA POR ÁMBITOS. NOS LA HAN VUELTO A COLAR.

Me hago viejo sin delicadeza, como diría Sabina. Por eso me enfurruño a menudo ante el eterno retorno de las viejas infamias, por más que intenten disfrazármelas; por eso también me aferro a mi antigua independencia, ésa que me permite vivir y pensar sin ataduras. Me equivocaré a menudo, seguro, pero a mí no van a maniatarme con la mezquindad del partidismo. Voté a la izquierda en las primeras elecciones y volví a hacerlo en las segundas; procedí en el mismo sentido en las sindicales que afectaban a mi ramo profesional. 

Trataré de ser claro y conciso para no aburrirles con los tecnicismos ni los detalles propios del ejercicio profesional en el que me desempeño  desde hace más de un cuarto de siglo.

Hace aproximadamente tres décadas -creo que Solana era el Ministro de Educación- el Gobierno del PSOE trató de colar las llamadas "asignaturas afines" en los centros. En la práctica suponía que un profesor de Francés o de Filosofía podía dar Geografía o Lengua, o que uno de Ciencias Naturales podía dar Física o Matemáticas. La comunidad docente, acertadamente, se opuso enérgicamente a la medida y terminó ganando en los tribunales. La razón es sencilla: si soy especialista en una materia que he cursado en la universidad correspondiente o he aprobado las oposiciones para dicha materia, va en detrimento de la calidad de la enseñanza que me pongan a impartir otra que no domino. Pueden ofertarme los cursos de reciclaje que quieran, pero háganse una pregunta: ¿quieren que a su hijo le dé clase de Matemáticas un experto en Física? Ustedes no lo quieren y yo tampoco, lo que yo quiero es dar la materia que domino... Sencillo, ¿no?

Pues bien, nos acaban de meter otro decreto de afines, aunque el Ministerio de Celaà, y por ende la Conselleria valenciana, lo está disfrazando con todo tipo de ridículos revestimientos supuestamente pedagógicos. El curso que viene, es decir, en poco más de un mes, los primeros de la ESO se impartirán íntegramente por "ámbitos didácticos". Eso supone que el mismo profesor pasará tres horas diarias con un grupo de primero impartiendo diversas materias, las que domina y las que no. Así, yo, que soy experto en Filosofía e imparto Valores Éticos en dicho curso, podré dar el próximo curso Geografía o Valenciano, y que un físico podrá dar matemáticas o naturales. No hace falta deducir que se está abriendo una puerta peligrosa al deterioro de la calidad de la enseñanza. Ya lo han dicho los líderes políticos, por cierto, con la misteriosa aquiescencia de los sindicatos mayoritarios, esos que dicen representar a los profesionales docentes. Anuncian que esto que se empieza a hacer en el País Valenciano es solo un adelanto de lo que supondrá la próxima ley marco de educación para el conjunto del Estado. En Valencia, un responsable político de primer nivel ya anuncia que su intención es que el sistema no solo se aplique el año que viene en Primero y llegué al siguiente a segundo, sino que podría universalizarse para toda la ESO. 

Las razones que se aducen resultan sonrojantes, al menos para alguien como yo, que sabe sobradamente cómo es un aula y a que huelen la tiza y la pizarra. Se nos dice que los alumnos llegan de primaria y, al iniciar la ESO, se desorientan por el exceso de profesores. Es mejor, indican, que tengan al mismo durante muchas horas. Yo creía que los chavales salían de la primaría para empezar a dejar atrás la etapa infantil, yo tuve muchos profesores especialistas en la EGB desde los diez años y jamás me pareció un problema. Lo que sí me parece un problema es tener ratios de treinta alumnos, cada uno con su problemática singular, y que se me pida que los atendamos a todos desde el horizonte de la integración y la inclusividad. 

Venimos pidiendo desde hace muchísimo que se reduzcan las ratios y que aumenten los desdobles -grupos que se parten en dos para determinadas asignaturas-, pues con la cantidad de alumnos a los que yo imparto clase actualmente es imposible darles la atención personalizada de la que tanto y tan hipócritamente presumen los gestores. Hemos pedido que nos reduzcan las horas de docencia directa, que no de trabajo, pero cada vez que se anuncia que los incrementos provocados por una crisis económica para ahorrar personal se van a tirar abajo, resulta que viene otra crisis y no solo nos bajan las horas de clase sino que además nos las vuelven a aumentar. 

También se nos ha dicho que alumnos que, por la pandemia, llevan seis meses sin docencia directa, necesitan una medida como ésta. La pregunta es ¿por qué? Si fuera una medida de urgencia y de tipo provisional no nos estarían advirtiendo que la cosa viene para quedarse y que es poco menos que la panacea para resolver los problemas de la educación en España. Precisamente porque el curso que viene va a ser problemático, ¿no sería mejor plantear la docencia tal y como la venimos ejerciendo sin tener que cargar con novedades para las que no estamos preparados? ¿Se han preguntado los gestores del tripartito valenciano, si esto empieza el 6 de septiembre, cuando me voy a preparar para dar materias que no domino?

Mienten, y mienten porque, para empezar, no tienen el más mínimo respeto por los profesionales de la docencia. Jamás nos preguntan qué queremos para mejorar la vida en el aula. No me sorprende porque precisamente los autores de ocurrencias como ésta suelen ser personas como el actual ideólogo de la Conselleria d´Educació, Miquel Soler, convicto logsiano que no ha pisado un aula desde que era un imberbe. Recuerdo la mañana en que Soler, en pleno gobierno conservador, pasó por mi centro y nos ilustró sobre lo que todos sabíamos: que el PP quería liquidar la educación pública y que había que ayudar al PSOE a derrotarles. 

A día de hoy mi sensación es que el gobierno de la educación en el País Valenciano es un desastre. Si hubiera sabido cuáles eran sus planes no les hubiera votado, ni siquiera para derrotar a una derecha contra la que me he puesto en huelga y manifestado en infinidad de ocasiones. 

Me duele escribir esto, pero creo que la democracia para la inmensa mayoría de los políticos solo vale para subirlos a ellos al poder. Una vez lo tienen ya solo es un fastidio. Por eso van a imponernos esta bazofia sin tan siquiera preguntarnos. En cualquier caso no serán ellos los que tengan que habérselas con el alumnado, seremos nosotros, en especial los de los centros públicos, que serán, una vez más, los que más dañados se vean con esta medida. Así, con cada vuelta de tuerca, deterioran la educación, debilitan la resistencia académica del profesorado y alejan más y más la escuela de su objetivo central: ser un ascensor social y combatir una brecha social creciente. 

Hala, a seguir produciendo mano de obra barata e ignorante. 


1 comment:

Anonymous said...

Més raó que un sant.

Lluís.