Wednesday, March 17, 2021

COMUNISTAS


La disyuntiva entre "comunismo o libertad", tan dramáticamente apuntada por la candidata del PP a la Comunidad de Madrid, ha producido un escrache en mi memoria. De entrada me ha hecho recordar el nombre de aquella corriente, literariamente sustanciada en una revista mítica, "Socialismo o barbarie", desde la que algunos de los grandes de la intelectualidad francesa vislumbraron la necesidad de alejarse del embrujo estalinista. 


Tiene otro eco más divertido. Quizá recuerden aquella portada genial del dibujante Ramón en "Hermano Lobo" -hará más de cuarenta años de antigüedad-, en la cual un líder político con pinta de superviviente del franquismo espeta al pueblo aquello de "Nosotros o el caos", a lo que éste contesta con idéntica inflamación pasional: "¡El caos! ¡El caos!".


Ayuso ha venido al mundo a divertirnos, cosa que le agradezco. No me sorprende que unas horas después del tremendo eslogan, "socialismo o libertad", algún adlátere le aconsejara sustituir lo de socialismo por comunismo, que suena más a gente peligrosa y de mala vida. Debió resultarle fastidioso, pues el PSOE y, más ahora en la Era Sánchez, es una organización de marxistas tan irredentos como los podemitas, como a gritos nos recuerda el almuecín Federico todos las mañanas. 


Se me ocurre una pregunta para alumnos de la ESO: ¿diferenciamos ambos conceptos? Por más que se empeñaran en diferenciarlos hace décadas algunos pelmas expertos en dogma marxista como Marta Harnecker, yo creo que en la tradición revolucionaria asociada al movimiento obrero siempre se sirvió de ambos conceptos como si fueran intercambiables, empezando por Karl Marx. Ha sido la tradición parlamentaria de nuestra era la que ha atribuido el apelativo de "comunista" a la izquierda que pretende romper con el sistema capitalista. Queda entonces lo de "socialistas" para quienes pretenden salvar el estado social desde un reformismo capaz de contrapesar el capitalismo sin destruirlo. 



Sospecho que la gente que aconseja a Ayuso -ella no creo que llegue a tanto, básicamente porque es tonta- se maneja dentro de este contexto semántico para apuntar que, si bien Sánchez y el PS aceptan vocacionalmente la lógica del Sistema, la coalición con Unidos Podemos, básicamente formado por los rescoldos aún humeantes del PCE y por un grupo de universitarios chavistas, está escorando España hacia las simas del bolchevismo. Se diría que Sánchez aún no ha entendido que el horizonte de todo leninista es deshacerse en cuanto puedan de sus acompañantes mencheviques. Vamos, que el momento en que les toque a las hordas de Pablo Iglesias "conquistar los cielos" será el inmediatamente posterior a ese en que habrán pasado a cuchillo a los moderados como Sánchez. 


Bien, ya me he reído un rato, dejo de decir gansadas. Se me ocurren al hilo de los últimos acontecimientos de Celtiberia Show unas cuantas reflexiones. 


La primera tiene que ver con el citado líder -o ex líder- de Podemos y ex-vicepresidente del Gobierno. Más allá de sus estrategias de partido, que tiene tanto derecho a sostener como las demás formaciones, hay algunas preguntas que yo dirigiría a quienes hace años se entregaron a una cruzada para convencernos de que el señor de la coleta es la bicha. Dijeron a los del 15M que abandonaran la calle y formaran un partido y llevaran sus propuestas a la lógica parlamentaria... lo hicieron, por eso surgió Podemos. Dijeron a Iglesias que abandonara la comodidad del extremista y que tomara la responsabilidad de gobernar y dejara de ponerse al lado de la derecha a la hora de impedir al PSOE gobernar -con Ciudadanos-... Ya están gobernando, y no tengo la impresión de que sus iniciativas hasta el momento hayan sido descabelladas. Tras la entrevista con Évole y tras confirmar respecto a las élites españolas lo que siempre dijo antes de ser ministro, le pidieron que fuera coherente y abandonara el Gobierno... y ya lo ha hecho. Se le dijo que era un ególatra, que se aferraría al poder como una garrapata, que estaba enfermo de ego... y ya ni es vicepresidente ni líder de Podemos. Y todo ello por decisión propia, joder con la bicha. 


Claro, ahora concurre a las elecciones madrileñas. Desde El País, los esbirros de Cebrián ya se han apresurado a buscarle las vueltas a la operación. Si hubiera optado por construir un bunker bajo el chalet de Somosaguas y se hubiera ocultado dentro para desaparecer del mundo le habrían llamado cobarde e irresponsable; si se quemara a lo bonzo dirían que esa es la confirmación de su enfermiza megalomanía. Me recuerda a ese chiste -o quizá no lo fuera- sobre un nazi obsesionado con la conspiración sionista y con la determinación de los judíos a destruir el mundo. Alguien le dice, "pues ya ve, a mí me suelen parecer amables y simpáticos". La respuesta del nazi es la del perfecto paranoico: "Así es, esa es precisamente la mejor prueba de la perversidad de sus planes".



No es descartable que la espantada del Vice le deba algo al acoso feroz e incansable sobre la vida personal del político y su familia. No conviene decirlo demasiado, pues el éxito de la empresa puede dar alas al fascismo, cuyo marca distintiva siempre es la violencia. Pero me llama la atención que un hecho tan inaudito, sobre todo por lo insistente, como ha sido el del acoso a la casa de Iglesias y Montero haya recibido tan pocas muestras de solidaridad sobre nada menos que un vicepresidente del Gobierno por parte de sus colegas parlamentarios o por la prensa en general. Yo no sé cómo habrían actuado ustedes, pero yo no estoy hecho de mármol; si tuviera tres niños me pasaría por la cabeza largarme de la política, o por lo menos del Gobierno. 


Verán, no soy comunista. Desconozco si lo es Iglesias, y en el fondo no me importa demasiado. Si ser comunista significa sentirse cercano al estalinismo o al chavismo, pues miren, no. Claro que también puede significar lo que dice Zizek: entender que el único objeto del debate y la acción política es "lo común", es decir, aquello que nos une y que nos permite elegir cómo construir una sociedad decente y habitable. Si Iglesias es comunista en ese sentido, creo que podemos entendernos. 


En cualquier caso, mucho me temo que si Iglesias lleva dentro un íncubo de Lenin, lo va a tener que guardar muy adentro, dicho sea para tranquilidad de los reaccionarios que se felicitan por verlo fuera del Gobierno pero ahora temen que termine pillando cacho en la Comunidad de Madrid. Nadie cree ya en la dictadura del proletariado ni piensa en nacionalizar la banca ni nada por el estilo. Lo que el sector de UP en el Gobierno viene planteando son medidas que en tiempos del New Deal apoyaban incluso conservadores como Roosevelt. ¿Un ejemplo? Aumentar la presión fiscal sobre las grandes rentas. 


Es posible que Iglesias, como le dijo a Évole, no haya hecho sino comprobar desde dentro la actual impotencia de los canales políticos, cosa que en realidad ya sabía. Quizá después de todo no sea más que un farsante que nunca ha deseado otra cosa que notoriedad y dinero. Quizá siempre lo tuvo todo planeado -los leninistas son así- y nos ha estado mareando todo el tiempo. 


... Pero, se me ocurre, ¿de verdad creemos que es éste el gran problema de este país? Pablo ya no será presidente ni, probablemente, lleguemos a verlo más en un gobierno. Quizá termine volviendo a las entrevistas de "La Tuerka" y dedique las tardes a leer a Rosa Luxemburgo y a cuidar a sus niños. 



No soy pesimista porque Iglesias haya dimitido. Lo soy porque cada vez estoy más convencido de que la alta política no es más que un trampantojo hacia el que enfocamos embobados la mirada, ignorando que el verdadero juego está en otros sitios hacia los que no miramos. No me confundan con conspiranoicos ni chorradas similares. Lo que intento decir, y es la conclusión de este escrito, es que si por una de esas Iglesias no era un farsante y sí pretendía llegar al Gobierno para tomar medidas en contra del verdadero cáncer de nuestra sociedad, la desigualdad, entonces su desaparición es síntoma de que seguir esperando algo de los políticos es de cándidos.   

 

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