Thursday, March 25, 2021

EN PODER DE MEDIASET (I)


Hizo fortuna hace décadas aquella afirmación tan enigmática de Marshall MacLuhan: "el medio es el mensaje". No creo que hayamos extraído las consecuencias pertinentes. La visión ingenua entiende que lo que se muestra como relato, imagen o discurso, tiene valor en términos absolutos y por sí mismo, es decir, con independencia del medio que lo reproduce. Así, se juzga la "calidad" del medio en función de la fidelidad de reproducción y, en todo caso, del alcance más o menos multitudinario que consigue. La cortedad de miras de este enfoque se advierte con facilidad cuando comparamos un retablo medieval, que sin duda contiene un mensaje, con el speech de un supuesto sacerdote a través de un canal de televisión de una región de México. Podemos creer que el mensaje es el mismo, por ejemplo, la amenaza de horrorosos tormentos por nuestros pecados, pero mucho me temo que quien afirma tal cosa no entiende en absoluto cómo funciona esto de la cultura y la comunicación.


Aparece una señora llamada Rocío Carrasco en lo que el canal presenta, en prime time y con una garantizada audiencia masiva, como un "documental". El primer matiz es casi obvio: se trata de una "exclusiva" -así las llaman- de las que abundan en la prensa del corazón. Que suene un piano triste de fondo, que la escenificación esté escrupulosamente estudiada o que se intercalen imágenes para acompañar los momentos más emotivos de la protagonista no convierte el producto en un documental... Es, insisto, una exclusiva en la que una famosa relata circunstancias de su vida, más en concreto relacionadas con una dura experiencia biográfica relacionada con su ex-marido y sus dos hijos.



Podríamos desoír la advertencia macluhiana y eludir el factor mediático. A fin de cuentas es una señora que nos relata su vida. Podría ser una desconocida, o podría ser un reportaje de un semanario serio sobre la pesadilla del maltrato que viven muchas mujeres españolas. Es entonces legítimo posicionarse sin más. Yo he visto la entrevista. Parece difícil escapar a la evidencia de que quien relata entre sollozos su tragedia está diciendo la verdad. La frase "Yo sí te creo", muy difundida desde el movimiento feminista, adquiere entonces toda su relevancia. Rocío no ha podido demostrar, no al menos en la opinión de los jueces que hasta ahora han tramitado sus denuncias, que su ex-marido la ha maltratado de forma sistemática, hasta el punto de destruirla psicológicamente de forma completamente premeditada. Y, sin embargo, hay que alcanzar grandes dosis de cinismo y me atrevería a decir que de insolidaridad para pensar que está fingiendo su condición de víctima. No debe entonces sorprender que diferentes líderes de la política se hayan manifestado ya en su favor o que la emisora haya despedido de forma fulminante al padre de los hijos de Rocío Carrasco, quien llevaba algunos meses trabajando como colaborador en la cadena.    
 


Ahora vienen los matices. No se trata de disculpar al agresor ni de cuestionar el testimonio de la víctima. De hecho, si les dijera lo que pienso de lo que se relata les llamaría la atención mi contundencia, pero lo que yo opine no importa. Como tampoco es relevante la opinión de las hienas que han insultado a Rocío desde Telecinco durante años o los energúmenos que le gritan por la calle acusándola de ser una mala madre. Lo que sí es relevante es el sufrimiento atroz que esa mujer ha pasado precisamente por lo que se le ha hecho y por la consecuencia que ha tenido respecto a la relación con sus hijos. En cualquier caso, no es ahí a donde quiero ir a parar. 



Explicaba el articulista de Público y habitual personaje televisivo, Quique Peinado, que pese a su profunda desconfianza hacia la calidad ética de Telecinco, prefiere que una famosa cuente al país su tragedia porque eso puede beneficiar a la causa de la persecución de los maltratadores. Quizá tenga razón, pero sigo pensando que hay que agarrar el asunto con papel de fumar. 


El "documental" de R.Carrasco no responde a una iniciativa de la propia Rociíto, es un operativo desplegado por la cadena de Vasile a la que la ella ha accedido, entre otras cosas porque las recientes apariciones en programas de la cadena de su ex-marido y de su hija desencadenaron en Rocío un intento de suicidio. No cuestiono que intente proteger su honor ante las insidias de que ha sido objeto. Pero, verán. Recientemente, la celebridad que históricamente más se ha denostado en la telebasura omnipresente en la cadena, Isabel Pantoja, fue convencida para participar en un reality de la propia Telecinco. Vasile ganó mucho dinero y también Pantoja. Casualmente, no mucho tiempo después, el hijo de Pantoja ha llenado horas de Telecinco a costa de poner a parir a su madre. Últimamente se ha dado un caso similar. Antonio David Flores fue contratado por la cadena y ha aparecido a menudo, así como su hija, que por lo visto ha roto con su madre y defiende activamente la posición de su padre. Ahora llega el docudrama y Flores es expulsado de la cadena. Quizá solo sean coincidencias, pero a mí me parece que Vasile y Jorge Javier Vázquez son dos inteligencias al servicio del mal, o si lo prefieren, del bussiness. 


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