Saturday, April 24, 2021

LA SUPERLIGA EUROPEA

 


No debería sorprendernos que los malos actúen como lo que son. Otra cosa es que todos sepamos identificarlos. Y disculpen la soberbia, pero yo supe desde el primer momento que lo que fuera bueno para Florentino Pérez sería malo para mí y, por ende, para la inmensa mayoría. Lo laberíntico del enjambre humano es que si el Tito Floren se presentara a unas elecciones generales probablemente las ganara. Yo ni siquiera estoy ya seguro de que sea un tipo inteligente o de que lo haya sido alguna vez. En sus últimas declaraciones al hilo del escándalo de la Superliga argumenta con poca fluidez y adopta cierta irritabilidad paranoica ante el entrevistador, sea quien sea, como si cual Kublai Khan imaginara que dar cuenta pública de sus actos es una concesión fastidiosa y que probablemente no nos hemos merecido. 


Entiendo que se le tenga miedo. Como para no tenerlo, habida cuenta de las atrocidades que es capaz de perpetrar, incluyendo terremotos en la costa de Castellón, por cierto con absoluta impunidad. Pero ese miedo arrastra también una consideración errónea: si está donde está es porque es un genio… Falso, si evaluáramos el nivel de inteligencia de muchos de los habituales de la Lista Forbes nos sorprenderíamos… Y acaso nos diera para reflexionar sobre el valor de la promesa meritocrática del capitalismo contemporáneo: los actuales dueños del mundo son, en muchos casos, absolutos irresponsables sin empatía ni más dios que la codicia. Con eso y con la evidencia de que la ancianidad no sienta bien a muchos, se explica el dislate del dichoso invento futbolístico. 



Hay que cargarse mucho cinismo a las espaldas y suponer una profunda estupidez en la audiencia para difundir la especie de que un proyecto de secesión de las élites como la Superliga europea es en realidad un operativo para “salvar el fútbol”. El razonamiento, no por habitual en estos casos deja de evidenciar una profunda zafiedad: si los ricos nos enriquecemos todavía más, los pobres se terminarán beneficiando por "capilaridad". Y si no, tranquilos, nosotros seremos solidarios y dejaremos caer alguna limosna. Capitalismo compasivo llamaba a este truco barato aquel prodigio intelectual del reaccionarismo llamado George Bush jr. 

 

El periodista Vicente Verdú dijo hace dos décadas que Florentino Pérez había inventado el Madrid de la posmodernidad. El club no se debía ya a sus seguidores, esos que llenan el campo y compran el AS... ni siquiera tenía que esforzarse por estar a la altura de su leyenda. El Madrid es una “lovemark” y el objetivo no es otro que explotar económicamente la magia del logo. Como tantas otras majaderías del neocapitalismo, se trataba de consagrar la plutocracia y consolidar las estructuras de reparto de dividendos que hacen ricos a intermediarios, agencias de representación, banqueros y medios de difusión… Se trataba en suma, de asumir hasta las últimas consecuencias que el fútbol ya no es otra cosa que un negocio.

 

El objetivo de la Liga Europea, que no por casualidad llega en un momento crítico para la viabilidad financiera de los clubs, no es otro que separar definitivamente a las grandes franquicias del fútbol de los clubs locales. Da igual que te llames Atlétic de Bilbao, tu historial sea admirable y tengas una repercusión social considerable… Has de ser abandonado a tu suerte porque no se sabe que tengas millones de  seguidores en Asia, donde solo quieren comprar los partidos del Barça y el Madrid. Con la Superliga, no es solo el organigrama de la UEFA lo que resulta devastado, son los clubs de fútbol en general los que quedan automáticamente relegados a la ruina y a la insignificancia.


Les alabo el gusto si desprecian el fútbol, aunque hay cosas peores que aficionarse a este juego al que algunos les debemos algunos de nuestros más hermosos recuerdos infantiles. He jugado al fútbol en solares infectos, en el patio de un colegio donde se disputaban seis partidos a la vez y tenías que esquivar balonazos de enfrentamientos que no eran tuyos... he jugado en parques de donde te echaban, en campos de tierra, en la calle -donde parábamos el match para que pasara el automóvil de turno-. El recuerdo de mis visitas con mi padre y mi abuelo a Mestalla forman parte imprescindible de mi educación sentimental. Tengo grabada a fuego la mirada eufórica de Kempes a la grada celebrando un gol a tres metros de mí... tanto como la frustración de ver a Iríbar parándoselo todo al Valencia para que el Atlétic se llevara el triunfo de Mestalla. 


Entiendo perfectamente que haya un grupo de facebook llamado "Odio el fútbol moderno", con el cual he colaborado en distintas ocasiones. Sospecho que hacerse mayor consiste en eso, que cunde en lo más profundo de tu alma la desafección por cosas que has amado y a cuyo deterioro asistes impotente. Que el fútbol se vaya a la mierda por culpa de sujetos como Florentino Pérez, y los muchos que le creen, no es demasiado preocupante... solo es un juego insignificante. El problema es que veo que esa secesión de las élites de la que se ha convertido en adalid es todo un signo de los tiempos. 


Dicen que es cuestión de tiempo que los trasatlánticos del fútbol europeo terminen formando una gran liga europea que, obviamente, herirá de muerte a todas las competiciones nacionales, empezando por la liga española, cuyos históricos clubs se marchitarán en la insignificancia. Curiosa manera de entender el patriotismo la de algunos reaccionarios, esos que inflaman el pecho con la bandera y la Corona pero en cuanto pueden arruinan a sus compatriotas, por ejemplo esquivando impuestos o, como en este caso, haciendo trampas y reventando el mercado para no tener que competir con las demás empresas nacionales. 


Pues será así, pero no es fácil que Floren lo disfrute. Esta vez ha  perdido y ya es muy viejo. Se siente.  

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