Friday, April 30, 2021

LA MIRADA DE FRANCES

 


El anarquista que llevo dentro sucumbe con facilidad a la tentación de alejarse de la refriega electoral. 


Ayuso, ay... Me cuesta mucho entender por qué a tantos madrileños les gustan estos personajes que parecen sacados de una sit com. De hecho, cada vez que la moza aparece intentando poner cara de emoticono para anunciar que ella representa "la Libertaz frente al comunismo", uno presiente la carcajada del público. Y si Ayuso es la tonta, Monasterio es la mala... esa amiga mezquina, desalmada, envidiosa e intrigante que no dudara en robarle el novio a la protagonista en cuanto se descuide. No es difícil preferir a sus oponentes. A Gabilondo, pese a su aire de ser el hombre del traje gris, le respeto ética e intelectualmente; la candidata de Más Madrid parece presentable... En cuanto a Iglesias, no digo nada a su favor que luego algunos de ustedes me niegan el saludo. Quisiera entusiasmarme, pero tras el escenario no parece haber gran cosa... Hay que resistir al fascismo y todas esas cosas, muy bien, pero, qué quieren, me estoy haciendo mayor y cada día estoy más convencido de que esperar gran cosa de la política es de ilusos. 


Vale, ya he lanzado el preámbulo pesimista. Voy teniendo años, creo que al menos me he ganado el derecho a ser escéptico. Y sí, me encuentro algo cansado. No es grato arrimarse a la vejez con la sensación de que la humanidad no escarmienta y que problemas que parece fácil solucionar con un poco de buena voluntad permanecen enquistados. 



Pero no me rindo, voy a intentar explicar por qué creo, pese a todo, que hay que parar a los malos y que ahora mismo el asunto pasa por las urnas. En otras palabras: los madrileños sensatos deben evitar que gobierne la ultraderecha. Habla Ayuso de "perder el miedo", obviamente en relación a la más que probable circunstancia de que le toque gobernar con Vox. Les diré por que creo que hay razones para el miedo... además de para el asco, claro.


Olviden por un momento todas las soplapolleces del Madrid de Ayuso sobre la felicidad de tomar cervezas, no encontrarte con tu ex o vivir "a la madrileña" (?) Fíjense en el cartel electoral de los próximos socios de Ayuso para gobernar Madrid: "Un mena 4700 al mes; tu abuela, 400 de pensión". Lo que dicen no solo es mentira, sobre todo es repugnante porque constituyen una invitación al odio, ese odio que los reaccionarios acostumbran a encauzar hacia los más débiles. Lo curioso es que la mentira no está en lo de las pensiones, hay muchas pensiones de miseria en este país; lo repugnante es que un aspirante a gobernante explique semejante injusticia por el supuesto de las ayudas a la inmigración, que él sabe que es falso, pero que está en lo más sucio de la mente de los ciudadanos más furiosos. 


No sé si conocen el chiste. En plena noche un tipo pierde las llaves. Se pone a buscarlas bajo una farola. Su acompañante le indica que no entiende por qué las busca ahí, pues es evidente que no están en ese lugar. El primero le contesta que ya lo sabe pero que prefiere buscarlas bajo la farola, pues ahí al menos hay luz. Podría decir que tras el fascismo solo hay odio, violencia, racismo... Pero no daríamos con la solución aseverando tales cosas, pues por más que sean verdaderas, lo que inclina a muchas personas no necesariamente malvadas a votar a gente como Ayuso o Monasterio no es la crueldad o la falta de humanitarismo, sino la angustia que produce no entender lo que pasa y saber que los ultras, al menos, te dan respuestas cómodas y comprensibles... ¿Falsas? Claro, los menas no tienen la culpa de que las cosas vayan mal para la mayoría. Como tampoco las feministas, ni los gays, ni los catalanes, ni siquiera el sabihondo de Pablo Iglesias. Pero es esto lo que significa la posverdad: no quiero que me digan que las cosas son complicadas, votaré a quien me diga que son sencillas, aunque sepa en el fondo que mienten. Las llaves no están bajo la farola, pero solo quien me permite ver con claridad, aunque sea la nada, está cuidando de mí, pues al menos me dice lo que quiero oír.  



Es más fácil decir que está bien ir de putas, quemar gasolina y quitarte la mascarilla cuando te salga de los cojones que invitarnos a prescindir del automóvil para luchar contra el cambio climático, multarte por no guardar las precauciones sanitarias o atender los derechos más básicos de extranjeros que llegan huyendo de guerras exóticas. Siempre fue más fácil ser un reaccionario. Pero, verán, ayer vi "Nomadland"... Quizá no venga al caso. Pero lo que esa maravillosa película te está explicando es que las cosas son difíciles, que la vida en común es un laberinto, que debemos construir entre todos y con penosos esfuerzos las condiciones de una vida digna, que los verdaderos héroes están a menudo donde menos esperamos encontrarlos, que no es fácil identificar a priori a quienes habrán de ser tus aliados ni a quienes serán tus enemigos, que el camino es largo y espinoso, que nunca estamos seguros...


Miro al rostro silencioso de Frances McDormand rodeada por todos esos ancianos que han tenido que abandonar sus casas, nómadas de América que se ayudan y animan unos a otros tratando de sobrevivir a duras penas en medio de un capitalismo feroz y criminal que los ha abandonado a su suerte... Que lejos está la profundidad de esa mirada de Ayuso y Monasterio... qué lejos, Dios. 



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