Friday, January 11, 2019

EN EL BAR

Bajo de casa hay un bar lleno de gente enrollada, entendiendo por tal a sujetos cargados de testosterona, buenos bebedores de cerveza, escasamente leídos y tan taxativos en sus opiniones futbolísticas  como en las relativas a política y mujeres. El vocerío que sale del bar se expresa en términos similares a los que se escuchan en muchos hogares españoles. Algunos de mis alumnos están empapados de ellos. Vale que la ultraderecha prospere y que este país esté lleno de personas que han decidido convertir a los inmigrantes, los gays, los políticos o los catalanes en la explicación de su baja autoestima y su incapacidad para entender de qué va esto de la democracia... Pero yo, al menos con mis alumnos, no me voy a rendir tan fácilmente. De manera que me van a permitir efectuar unas cuantas aseveraciones muy básicas, es casi pura pedagogía de sentido común... A ustedes no les harán falta, son personas sensatas, pero entiendan que algunos de mis alumnos crecen en entornos muy intoxicados. 

1. La violencia machista no es una categorización caprichosa ni destinada a discriminar a los varones. Claro que yo -que soy un varón- también puedo sufrir violencia, y las leyes están para perseguirla. Pero cuando un colectivo es sistemáticamente objeto de una violencia criminal y asesina debe ser especialmente protegido, pues su situación es de especial vulnerabilidad. La derecha habla hoy de violencia doméstica o de lo mala que es "la violencia en general" -manda huevos, con perdón- porque le tienta desproteger a las mujeres de la que son objeto a manos de varones, normalmente sus parejas o ex-parejas. 

2. Quienes emigran a España lo hacen con la misma intención -mejorar sus vidas- con la que nuestros jóvenes conciudadanos se desplazan hoy a distintos países o, hace medio siglo, lo hicieron personas como mis padres para escapar al paro, la pobreza y la dictadura. Que la inmigración deba ser controlada y regulada es razonable, criminalizar la intención de buscar refugio como si fuera un acto de por sí inmoral es una profunda inconsecuencia. ¿Genera el trabajador extranjero precariedad? Yo creo más bien que es el modelo empresarial el que ha mutado en busca de costes más baratos... y es por tanto el capital el que ha propiciado la llegada masiva de inmigrantes, esos que se dice que nos quitan el trabajo. ¿Conflictividad y delincuencia? Yo creo que estos disturbios están mucho más asociados a la pobreza que a la extranjería o el choque de culturas. No estaría mal tampoco que nos acordáramos del monumental problema demográfico que amenaza seriamente la viabilidad futura de la nación antes de aplaudir con las orejas a Vox Andalucía por exigir la expulsión de cincuenta y dos mil inmigrantes. (Y, por cierto, ¿expulsarlos a dónde?)

3. Uno puede cuestionar la viabilidad del Estado de las autonomías o el régimen competencial que se ha ido articulando desde el nacimiento de la Constitución. Lo que me resulta difícil de entender es que desde un territorio concreto, como ha sucedido en estos días con Andalucía, haya quien solicite a la Administración Central que le reste competencias. "No soy capaz de gobernarme a mí mismo, señores de Madrid, vengan ustedes a decirnos lo que tenemos que hacer". ¿Pero es que somos imbéciles o qué?

4. Qué el feminismo albergue algunas trazas de intolerancia no convierte el movimiento por la liberación de la mujer en "feminazismo". He encontrado a lo largo de mi vida intolerantes en todas las ideologías, incluyendo las más libertarias, pero convertir la excepción en norma es una maniobra tramposa y demagógica. El machismo es un residuo antidemocrático y reaccionario de las sociedades contemporáneas; son los que pretenden mantener la discriminación de la mujer los que asocian feminismo a hembrismo. 

5. La "libertad de elegir" que la derecha cacarea insistentemente es una falacia. Su objetivo es proteger los intolerables privilegios de los que goza la Iglesia Católica en España y que todos sufraguemos la enseñanza privada. Las consecuencias, y esto es lo que no se dice, son la segregación educativa y el deterioro de la enseñanza pública. 

6. Los políticos, las ONG y, en general, las instituciones públicas deben ser sometidas a público escrutinio y, si procede, denunciar sus malas prácticas. Ahora bien, si nos dejamos seducir por los manipuladores de la antipolítica podemos olvidar que sin instituciones no podríamos vivir y que no necesitamos menos sino más democracia. Por cierto, hay que tener mucha desfachatez para -como pretende Vox- arrebatar las subvenciones a las ONG "ideológicas". Probablemente haya una ideología detrás de quienes rescatan náufragos a punto de ahogarse en el Mediterráneo o quienes vacunan a los niños saharahuis en los campamentos de refugiados. Viva entonces la ideología. Por cierto, supongo que les parecerá poco ideológica la Fundación Francisco Franco. A fin de cuentas ya sabemos lo que decía el Generalísimo: "Haga como yo, no se meta en política".  

7. A los ecologistas, no contentos con atorrarnos con el rollo de separar basura, no contaminar las ciudades con nuestros automóviles o ahorrar agua, les ha pegado ahora por dar la murga con el cambio climático. Fastidia mucho que te digan que no puedes despilfarrar la energía que te apetezca, por eso viene muy bien que entre nosotros empiecen a aparecer seguidores de Trump que nos dicen lo que queremos oír, que eso del calentamiento global es un invento de cuatro hippies recalcitrantes. Lástima que la evidencia científica sea cada vez más dramáticamente incontestable... Claro que, ¿quién quiere la verdad si la mentira mola más? 

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