Thursday, January 03, 2019

¿ESTAMOS DESENFOCADOS? (I)

¿Y si el problema está en que no enfocamos bien? Día tras día somos bombardeados con polémicas sobre la secesión catalana, la pederastia eclesiástica, el intercambio de ofensas y adjetivos delirantes entre políticos, el atorrante mareo de la corrección política y la histeria de los "ofendiditos", la corrupción... No hay duda de que el show bussiness ha tomado en los medios el lugar de la información, infectando el espacio del reporterismo. Por eso, y pese a que no todos los temas a los que me he referido sean irrelevantes, son este tipo de cuestiones altamente inflamables las que, como tóxicos adictivos, propician una atención fácil y son carnaza ideal para los "todólogos" de los talk-show televisivos. 

¿No será que el humo nos impide ver el fuego? ¿No será que, como ilusionistas, nos hacen creer que la mano que no miramos es la que guarda el secreto? Acusamos a los periodistas -la ultraderecha es muy aficionada- de manipularnos. Y sí, la prensa es cualquier cosa menos inocente, pero deberíamos preguntarnos si no nos vence la pereza cuando achacamos a otros de la desorientación que sufrimos. Quizá el problema es que nos hacemos las preguntas adecuadas: ¿dónde está la auténtica batalla por el poder? ¿qué es lo que verdaderamente hay en juego sobre el tablero de la política? ¿quiénes son los actuales amos del mundo? ¿qué capacidad tiene la ciudadanía para incidir sobre las decisiones?

El diario El País tiene reputación de "prensa seria". Pese a algunos episodios particularmente sospechosos, se la ha ganado por merecimientos propios. Permítanme orientar la atención sobre algunas páginas de la edición del pasado día 30, el último dominical de 2018.

En portada de El País Semanal nos encontramos a un veterano banquero, director a punto de jubilarse del BBVA, que es objeto de un extenso reportaje. La imagen de Francisco González es la de un pez gordo, un tipo adusto y poco dado a las formalidades, un perfil poco cinematográfico, pero, quizá precisamente por ello, muy creíble como oligarca. No en vano está vinculado a dos de las instituciones donde se juntan los actuales dueños del planeta, el Foro de Davos y el FMI, referente de hostilidad desde los disturbios de Seattle en 1999 para los movimientos alterglobalización. González se define como un "outsider" dentro del mundo bancario... dice no tener un sólo amigo dentro del mismo. Sus hagiógrafos le consideran un visionario, el primero que en España asumió la urgencia de convertir la banca tradicional en tecnológica. Su gran pasión es el golf, no reconoce saber nada del asunto de los pagos a Villarejo para labores de espionaje y no parece ver gran contradicción en la pensión de ochenta millones de euros que se ha puesto a sí mismo. No obstante, se considera un enemigo de la corrupción y reconoce que "los bancos no hemos hecho bien las cosas". Asume que la gente tiene derecho a estar enfadada, pero cree que parte del problema -por ejemplo en relación a las cláusulas suelo- ha sido sobredimensionado por las redes sociales, y que en gran medida el error de los banqueros consiste en no haber sabido saltar a la palestra y explicarse ante la ciudadanía. Niega ser de derechas, pese a sus viejos vínculos con el aznarismo, simplemente cree en la democracia y el libre mercado.     

En la interesante sección dominical denominada "Ideas", entrevistan a un prestigioso economista británico. Le hacen la pregunta que yo le habría hecho, es decir, si el mundo estamos cerca de una nueva recesión y si nos hallamos en condiciones de soportarla esta vez sin que alcance proporciones desastrosas. Adam Tooze, que así se llama, dice que la estructura financiera está algo mejor protegida, pero que con las regulaciones de Trump y la opacidad respecto a la dinámica de muchas entidades bancarias, vamos a necesitar que llegue la crisis para comprobar si realmente las estructuras políticas y económicas son sólidas. El tal Tooze, contra el que no tengo nada, me recuerda entonces a ese médico que espera que se muera el paciente para saber cuál es exactamente su dolencia. Joder, qué miedo. 

Sigo. En las páginas salmón, es decir, las dedicadas específicamente a economía o, como indica el titular, a los negocios, se insiste en avisarnos de que el crecimiento vuelve a detenerse a nivel global. Con ese trasfondo, se nos ofrece una breve entrevista con una señora que ocupa un alto cargo como experta economista nada menos que en el HSBC, uno de los grandes bancos mundiales. Acostumbrada a moverse, sospecho que de forma exclusiva, dentro del mundo de las finanzas y la macroeconomía, esta británica llamada Janet Henry afirma que la "etapa expansiva" de la economía se acaba, de lo cual deben ustedes deducir, por si no lo sabían, que hemos vivido un ciclo de vacas gordas y que ahora viene una recesión. Henry no parece tener claro qué podrán hacer los políticos para paliar los efectos de la crisis, pero, a modo de tentativa cautelosa, aconseja inclinarse por la "flexibilidad fiscal", que supongo, desde mi profunda ignorancia, que supone que, por ejemplo, el banco para el que ella trabaja pague menos impuestos y usted y yo paguemos más. 

Vamos a "Laboratorio de ideas", es decir, la sección de opinión económica. El artículo firmado por una tal Helena Herrero, por lo visto empleada de alto standing de una gran multinacional tecnológica, tiene más pinta de anuncio argumentado que de cualquier otra cosa. Se trata de un panfleto eufórico en el que se nos persuade enérgicamente sobre lo estupendas que son las multinacionales y lo contentos que debemos estar porque personas como ella atraen inversión extranjera a nuestro país. Sus motivos son patrióticos: "Y si se me permite, un aspecto más emocional: somos muchas..." (se refiere a muchas multinacionales) "... las que nos sentimos españolas de corazón". Estas grandes corporaciones, según la interfecta, no se pasan la vida pensando en deslocalizar sus unidades, muy al contrario ofrecen trabajo de calidad para muchos españoles. Son "proyectos ganadores", dice, ayudan al I+D. Eso sí, insta a la Administración a "facilitar condiciones regulatorias, fiscales y de infraestructuras que fomenten esta inversión". También aconseja mejorar la formación de nuestros jóvenes. 

A mí me parece que lo que esta señora pretende decir es que para que vengan las multinacionales a España y creen trabajo, que sospecho que será precario en la mayoría de casos, hemos de pagar todos los impuestos de cuyos beneficios ellos se limitarán a gozar. Pero es que yo soy un mal pensado, ya saben... 

CONTINUARÁ...


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