Friday, March 13, 2020

PAPEL HIGIÉNICO

El genial humorista gráfico Perich comentó en una ocasión que "el éxito de la canción de Los Pajaritos demuestra que toda la culpa no es del Gobierno". No sé si lo recuerdan: aquella chica mojigata del acordeón cantando "pajaritos por aquí, pajaritos por allá, la colita remover"... Y millones de personas hechas y derechas en las playas y en las verbenas como un solo hombre entregados al ridículo bailecito. Vamos, que lo que venía a decir Perich es que si teníamos malos gobernantes es porque nos lo merecíamos. 

Decimos que en la tele hay demasiados "todólogos", tertulianos que se sienten con autoridad para emitir opiniones sobre cualquier cosa, simulando saber de cosas de las que no tienen ni idea. Pero no son excepcionales, en realidad nos representan, pues los bancos de los parques y las barras de los bares están repletas de tipos que tienen muy claro que los gestores se equivocan, y se equivocan en todo, pues no solo son corruptos, sino que además son incompetentes. Yo no sé si las autoridades han actuado como toca, pero aquí, allá y acullá no paro de escuchar voces airadas que fustigan a los gestores por haber hecho tal cosa, por haberla hecho tarde o por haber hecho ésta y no esta otra. Lo más curioso es que el mismo indignado que afirma enérgicamente algo por la mañana afirma justo lo contrario por la noche y con el mismo tono campanudo.

Miren, yo creo que una cosa es la democracia y otra es que todos creamos servir para ministros. Además, y como sugería el Perich, en vez de mirar tanto al Gobierno deberíamos plantearnos si los demás damos la talla como ciudadanos. 

¿Han ido al supermercado? Si este entrar en pánico se da con una gripe -hasta el punto de que somos nosotros mismos y no el virus quien va a colapsar los suministros de bienes básicos-, cabe preguntarse qué pasaría si viviéramos una verdadera catástrofe como las que conocen bien otros países. Llama también la atención que mientras la misma chusma que estalla de miedo y vacía las estanterías de papel higiénico es la que decide desoír los consejos de los expertos y salir de las capitales rumbo a todas partes para extender el contagio a base de bien y colapsar los centros clínicos de las localidades turísticas. 

Me viene a la memoria cierta escena muy repetida en Los Simpson: una autoridad aparece en la tele para avisar a la población de que cierto fenómeno, por ejemplo el Efecto 2000, va a causar algunos "problemillas"... Cinco minutos después la s calles arden, los comercios son atracados por bandas de encapuchados y hay incendios y sabotajes por todas partes. Quizá después de todo tenía razón la Thatcher cuando dijo aquello de que "la sociedad no existe": como colectividad, ahora mismo, somos un puto desastre. Indeseables como aquella Primera Ministra han conseguido que asumamos con tal naturalidad el "sálvese quien pueda", que en cuanto sobrevienen circunstancias que se deben abordar colectivamente, nos comportamos como un hatajo de niñatos. Eso sí, siempre podemos echarle la culpa a Pedro Sánchez. 

No pretendo que situaciones tan desdichadas como esta pandemia arrastren nada de bueno, entre otras cosas porque, además de provocar debacles económicas, está matando gente. Lo que sí podemos es aprender con ella, porque siempre los momentos adversos brindan nuevas perspectivas. Otra cosa es que sepamos aprovecharlas, algo que, como ya se vio con la Gran Recesión, no siempre sucede. 

Todo se ha bloqueado y cancelado: las Fallas, el fútbol, las clases, los viajes... Cuando desde este blog pregunto si somos conscientes del bienestar en que vivimos irrito a los radicales, que, por lo visto, prefieren las jeremiadas de quienes afirman que hay que poner el mundo patas para arriba porque todo es un desastre. Yo, por el contrario, creo que lo revolucionario es proteger lo que hemos conseguido, empezando por derechos que han costado tanto como la sanidad y la educación universales. 

No me gustan las Fallas en exceso, pero es hermoso que la ciudadanía local tome las calles durante una semana al año cuando se acerca la primavera. Deberíamos pensar, ahora que vemos a gente pegándose por un rollo de papel higiénico, que tenemos una sociedad perfectamente abastecida. Nos enfadamos, yo el primero, porque hemos cancelado una salida en San José, pero la realidad es que viajamos más que nunca y visitamos lugares con los que nuestros abuelos solo podían soñar. Mientras nuestro Presidente aparece en la tele para anunciar el estado de alarma como pidiéndonos perdón, sabiendo que la derecha -siempre tan leal- le va a crujir sin piedad, y que los españoles se enojarán con él, haga lo que haga, deberíamos dar gracias por no vivir en un Estado despiadado y autoritario como China, donde te meten en casa bajo pena de hostiarte hasta nueva orden y no necesitan recordarte que es mejor que no rechistes. 


Cuídense. Es una orden. 

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